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sábado, 3 de mayo de 2025

No más mesías, hacia un liderazgo que reconstruya a Colombia

 


Colombia atraviesa un periodo de profunda incertidumbre, marcado por una aguda polarización política, una creciente desconfianza en las instituciones, una ciudadanía fragmentada y un desgobierno sin antecedentes en la historia reciente del país. En este entorno, y tras la dolorosa experiencia de haber llevado a Gustavo Petro al poder, el desafío de elegir un Presidente que pueda gobernar con eficacia, legitimidad y visión de largo plazo para reconstruir al país, representa una gran responsabilidad y un enorme reto para el votante.

Quien desee participar con su voto en las elecciones de 2026 necesitará contar con criterios mucho más claros, que los que posiblemente utilizó en comicios anteriores. Su voto tendrá consecuencias profundas para el futuro de nuestra sociedad y del país. Ya jugamos con fuego una vez, y no hay una segunda oportunidad para cometer el mismo error.

La decisión no puede seguir limitándose a elegir al más carismático, el mejor orador o el que digan las encuestas. Así fue como Petro llegó al poder. La reflexión debe ser mucho más profunda: en medio de unas complejidades que superan con creces los marcos de la política tradicional, se necesitan criterios que orienten al votante para tener un concepto informado más sólido, que le permita poder determinar  quién está realmente preparado para liderar la reconstrucción de Colombia,.

En este blog propongo un marco de reflexión que busca orientar el proceso de decisión del votante en los meses que conducen a las elecciones de 2026, tomando como base algunas de las ideas del profesor Ronald Heifetz, de la Escuela de Gobierno de Harvard.( ver mi artículo la complejidad del liderazgo ejercicio del poder)


Un país con un entorno convulsionado 

Colombia vive un momento de dislocación cultural y política. La Paz Total ha sido un gran fracaso. La violencia persiste en los territorios, los jóvenes desconfían del sistema político, y la democracia representativa sufre un desgaste profundo, y Petro está destruyendo la institucionalidad de nuestro país. Quién llegue a la Presidencia de Colombia, va a encontrar muchos retos enormes, pero el mayor: unas instituciones minadas internamente. Eso fue lo que hizo Petro cuando fue Alcalde de Bogotá, y que su sucesor subestimó.

En la antesala de las elecciones del 2026, millones de colombianos hoy se encuentran más desorientados que nunca, sin criterios claros para saber cómo, porqué y a quién elegir. En este blog, quiero aportar  para suscitar una reflexión, que permita iniciar un proceso pedagógico a gran escala, para que ayude a la gente a ejercer su voto de manera mucho más informada y consciente. 

En el contexto actual, la figura del Presidente sigue concentrando enormes expectativas: se le pide resolver lo técnico, sanar lo emocional y proyectar un rumbo colectivo. Y el ejemplo del actual mandatario,  ha demostrado estar muy lejos de estas expectativas y sin embargo, él busca continuar. Si se lo permitimos, el daño será irreparable.

Pero surge una gran pregunta: ¿ los candidatos que se  lancen al ruedo. están preparados para asumir ese tipo de liderazgo?. Pero también, ¿estamos los ciudadanos preparados  y conscientes, para elegir con criterios que vayan más allá de la simpatía o el carisma, o porque venden su voto?


Heifetz y la clave del liderazgo adaptativo

Ronald Heifetz sostiene que el verdadero liderazgo no consiste en tener todas las respuestas, sino en “movilizar a otros para que enfrenten juntos los desafíos más difíciles y que desarrollen nuevas capacidades para afrontarlos”.

En su libro Leadership Without Easy Answers, plantea una distinción esencial:

Los problemas técnicos pueden ser definidos claramente y tienen soluciones conocidas; los desafíos adaptativos, en cambio, requieren cambios en las prioridades, valores, creencias, hábitos y lealtades. Son más difíciles de identificar y resolver porque implican pérdida, ansiedad y conflicto.”


Aplicar esta perspectiva al proceso electoral y al ejercicio presidencial en Colombia, nos obliga a replantear los criterios de selección de líderes políticos, así como estar alerta a los peligros que enfrentan quienes quieran asumir el poder.

La elección de un Presidente no es solo un ejercicio técnico de estrategia electoral, sino un proceso adaptativo de conexión con los miedos, esperanzas y contradicciones de una nación


Ser candidato en tiempos de gran incertidumbre 

¿Cuáles son los retos técnicos?: estrategia, estructura y discurso

Un candidato, que quiera ser Presidente, requiere habilidades técnicas y de gestión: construir una estructura de campaña, levantar fondos, manejar encuestas, tener un discurso y presencia en medios y redes sociales. Estos son los mínimos operativos. 

¿Cuáles son los retos adaptativo?: conectar con el alma del país

Más allá de lo técnico, un candidato requiere capacidad de ejercer un liderazgo adaptativo que exige interpretar los miedos, esperanzas y contradicciones de la sociedad. El candidato debe actuar como intérprete cultural. Pero además: 

El líder adaptativo debe devolver el trabajo al pueblo. Si se apropia de los problemas, puede ser venerado, pero frustra el desarrollo de la capacidad colectiva para enfrentarlos.” (Heifetz, The Practice of Adaptive Leadership)


En campaña, esto implica resistir la tentación de ofrecer soluciones mágicas y atreverse a decir la verdad, aunque sea impopular, tratando al votante como una persona adulta. Pero también, interpretar y darle voz, a la gente que ha sufrido las consecuencias del desgobierno actual. 

Peligros que enfrenta el candidato que quiere ejercer el liderazgo adaptativo

  1. Populismo emocional: convertir el malestar en slogans vacíos.
  2. Negociar principios por votos: alianzas que hipotecan su coherencia.
  3. Diluir el mensaje para agradar a todos.
  4. Ignorar el conflicto real del país en favor de promesas de “unidad” sin sustancia.

El liderazgo adaptativo en campaña, y ya en el cargo,  se expresa en la capacidad de invitar a los ciudadanos a no ser parte del problema y si de la solución.

Los retos de ser Presidente en una democracia imperfecta

Lo técnico: gobernar el Estado

Una vez en el cargo, el Presidente debe conformar un gabinete, proponer y ejecutar políticas públicas, responder a crisis, relacionarse con el Congreso y los territorios, entre otras tareas. Estos retos requieren competencia, experiencia y conocimiento del aparato estatal.

Lo adaptativo: liderar una transformación cultural

Pero gobernar un país como Colombia implica liderar más allá de los decretos. Supone promover aprendizajes sociales, sostener el conflicto de manera productiva, y dar sentido a decisiones difíciles. Como lo señala Heifetz:

Ejercer el liderazgo consiste en decepcionar a la gente al ritmo que puede tolerar.”


El Presidente debe ser un pedagogo político: educar sin imponer, escuchar sin claudicar, transformar sin destruir.

Peligros del ejercicio en el rol de Presidente

  1. Aislamiento en la Casa de Nariño: rodearse de burócratas o aduladores.
  2. La tentación del control autoritario ante la crítica o el desorden.
  3. Ceder al cortoplacismo electoral en vez de apostar por cambios sostenibles.
  4. El desgaste emocional de sostener la incertidumbre.

Muchos dirigentes políticos en posiciones de poder, caen no por falta de inteligencia, sino por no soportar la presión emocional del cargo. La resiliencia, la contención, y la humildad para reconocer su vulnerabilidad, se vuelven competencias presidenciales esenciales.



Algunos criterios para elegir bien

Competencias técnicas necesarias

  • Capacidad de gestión pública.
  • Formación económica y jurídica.
  • Experiencia en dirección de equipos de alto desempeño.

Competencias adaptativas indispensables

  • Escucha empática.
  • Tolerancia a la ambigüedad.
  • Manejo ético del poder.
  • Capacidad de articular propósitos colectivos que unan y no dividan.
  • Fortaleza emocional para sostener la tensión.

Estos atributos no siempre son visibles en las campañas. Por eso, es tarea de los medios, la academia, la sociedad civil y la ciudadanía, buscar hacerlos visibles . Pero hay otras  capacidades que  Heifetz las resume así:

Una de las tareas del liderazgo es encender una chispa de compromiso en la gente para que se hagan responsables de sus propios desafíos.” . Pero también, hay que entender que:  “un buen líder, no es quien pretende tener todas las respuestas, sino quien sabe cómo hacer las preguntas correctas y sostener la presión que se produzca” .


En mi próximo blog voy a hacer unas propuestas coherentes con las reflexiones anteriores que espero sirvan para sacar del marasmo y la parálisis que hoy muestra la oposición en Colombia.


sábado, 26 de abril de 2025

Tierras raras: el nuevo campo de batalla geopolítico y tecnológico.


 


Tierras raras: el nuevo campo de batalla geopolítico y tecnológico. 

Una riqueza invisible, pero vital

La guerra de los aranceles de Trump, está poniendo en evidencia una serie de aspectos que antes no ameritaba la atención pública, a pesar de ser vitales para la economía digital y fueran inclusive estratégicos para la seguridad nacional. Esta realidad es la que enfrentan los Estados Unidos al quedar cortados los suministros de las tierras raras explotadas y refinadas en la China, y sus consecuencias apenas comienzan a calar la opinión pública. En este blog voy a compartir algunas de las cosas que pude investigar sobre el tema.

En la era digital y de la transición energética, pocos recursos han adquirido tanta relevancia estratégica como las tierras raras. Este grupo de 17 elementos químicos —desde el escandio hasta el lutecio— tiene propiedades únicas que los hacen esenciales para la fabricación de dispositivos electrónicos, turbinas eólicas, vehículos eléctricos, armamento avanzado, y una larga lista de tecnologías que configuran el siglo XXI.

A pesar de no ser particularmente escasos, su extracción es compleja y su refinamiento requiere procesos altamente contaminantes y costosos. Durante las últimas décadas, China logró consolidar un dominio casi total de esta cadena de valor, convirtiendo las tierras raras en un activo geopolítico de enorme poder e impacto.



El dominio chino: más que minería, hegemonía estratégica

China produce alrededor del 60-70% de las tierras raras del mundo, pero más importante aún, refina más del 85% de estos materiales. Esta supremacía no fue un accidente: desde los años 80, el gobierno chino desarrolló una política agresiva de subsidios, inversiones públicas, alianzas tecnológicas y manejo ambiental para convertir esta industria en una ventaja estratégica. Como ya lo señalaba Deng Xiaoping en 1992: “Oriente Medio tiene petróleo; China tiene tierras raras”.

En 2010, en medio de un conflicto diplomático con Japón, China restringió las exportaciones de tierras raras, provocando una crisis global en los mercados de tecnología. Desde entonces, países como Estados Unidos, Australia, India y la Unión Europea han intentado diversificar sus fuentes de suministro. Sin embargo, los avances han sido limitados y lentos.


¿Por qué es tan difícil competir con China?

Desarrollar una cadena completa de tierras raras (exploración, extracción, procesamiento, refinamiento y reciclaje) implica enfrentar múltiples desafíos:

  1. Infraestructura especializada: No basta con tener yacimientos. Se requiere una infraestructura sofisticada de refinación química, laboratorios metalúrgicos, y plantas de separación, muchas de las cuales tardan años en diseñarse y construirse.
  2. Alta inversión y riesgo ambiental: El procesamiento de tierras raras libera residuos tóxicos y radiactivos. En China, esto se ha hecho a menudo con escasa regulación ambiental, lo que ha reducido sus costos operativos pero con graves consecuencias ecológicas. En contraste, en países con estándares ambientales más estrictos, los costos se disparan y los permisos pueden tardar años.
  3. Escasez de conocimiento técnico: China no solo domina la producción, también ha acumulado conocimiento técnico e industrial en el refinamiento y fabricación de componentes que usan tierras raras (por ejemplo, imanes de neodimio). Este “know-how” no se transfiere fácilmente.
  4. Economía de escala: La magnitud de la industria china permite que sus empresas operen con costos mucho más bajos, haciendo inviable la competencia para nuevos actores sin subsidios estatales fuertes.

¿Qué países están intentando responder?

Algunas naciones están avanzando, pero el camino es largo:

  • Estados Unidos: Posee la mina Mountain Pass en California, que fue reactivada en 2018. Sin embargo, gran parte del material extraído todavía se envía a China para su refinamiento. El Pentágono ha financiado proyectos para desarrollar capacidad nacional de procesamiento, pero aún están en fase incipiente.
  • Australia: A través de la empresa Lynas Rare Earths, es el único productor significativo fuera de China con capacidad de procesamiento parcial. Ha firmado alianzas con EE. UU. y Japón para expandir su producción y refinamiento.
  • Canadá, India, Vietnam, Brasil: Tienen potencial geológico, pero enfrentan desafíos en cuanto a inversión, gobernanza, conflictividad social y capacidades técnicas.
  • Europa: Aunque sin grandes reservas conocidas, la Unión Europea ha lanzado programas para asegurar acceso estratégico a materias primas críticas, promover el reciclaje de tierras raras y establecer alianzas con países productores.


¿Cuánto tiempo tomará desarrollar una cadena alternativa?

Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), establecer una cadena autosuficiente para tierras raras puede tomar entre 10 y 15 años, suponiendo inversiones sostenidas, voluntad política y cooperación internacional. En algunos casos, el refinamiento es más complejo que la minería, y requiere una red integrada de proveedores, laboratorios, fábricas y clientes.

En este sentido, las tierras raras son un ejemplo claro de cómo las cadenas de suministro globales no se reconfiguran fácilmente. Más allá de la “soberanía de recursos”, lo que está en juego es la soberanía tecnológica, este es el pequeño detalle que olvidó Trump en su pelea con los chinos. 

América Latina: ¿potencial dormido?

América Latina, y particularmente países como Brasil y Bolivia, tienen reservas de tierras raras. Sin embargo, la región aún no ha definido una estrategia clara para integrarse a esta nueva economía. Existen oportunidades para:

  • Desarrollar minería responsable: con altos estándares sociales y ambientales.
  • Formar alianzas estratégicas: con países que buscan diversificar su suministro, como Japón, Alemania o Corea del Sur.
  • Impulsar cadenas de valor locales: que integren exploración, procesamiento y manufactura de productos con valor agregado.

Colombia, aunque no figura hoy como un actor relevante, podría explorar este campo en sus regiones con potencial geológico. Pero más allá de la minería, el país podría también enfocarse en tecnologías de reciclaje, investigación de materiales sustitutos y políticas de economía circular.

Reflexión final

Las tierras raras se han convertido en el punto de convergencia entre tecnología, soberanía y geopolítica. China entendió hace décadas que controlar estos materiales era controlar el futuro, y lo hizo con visión de largo plazo. El resto del mundo apenas empieza a despertar ante estae hecho. Enfrentarlos la guerra de aranceles sin tener en cuenta el impacto de esta realidad, demuestra que los chinos estaban más preparados para enfrentar a Trump.

La carrera por independizarse del dominio chino no será rápida ni sencilla, pero es estratégica. América Latina, si actúa con inteligencia y visión regional, podría jugar un papel importante. El desafío no es solo extraer, sino transformar. No es solo competir, sino cooperar para construir un nuevo equilibrio tecnológico global más justo y sostenible.

PD; mi blog anterior sobre el liderazgo y la gestión pública ha sido el más leído de los últimos cinco años, lo que demuestra que he tocado un tópico muy sensible y de gran interés para mucha gente. 




sábado, 19 de abril de 2025

La complejidad del liderazgo en el ejercicio del poder

 


En la primera semana de abril, estuvo en Cali  Ronald Heifetz , profesor de liderazgo en la U de Harvard, en un taller con el Alcalde Alejandro Éder, miembros de su administración y empresarios de la región, quienes promovieron esta reunión. El propósito de  la invitación, “ Convergencia por Cali, la ciudad en nuestras manos” ,  terminó siendo un espacio muy valioso  para entender la naturaleza de los problemas que enfrenta esta ciudad. Con este evento, Cali nos sigue dando ejemplo, del interés del sector privado por ayudar a la ciudad y a su Administración.


Estamos viviendo una época donde hay  retos que están desbordando nuestras capacidades individuales y colectivas . Para algunos de - ( retos técnicos ) - existe el conocimiento, la experiencia para enfrentarlos y se requiere una buena gerencia. Pero hay otros - (retos adaptativos) - para los cuales no hay respuestas conocidas, existen muchas preguntas, y se necesita del ejercicio del liderazgo. El gran riesgo está en equivocarse en identificar la naturaleza de los retos, y por lo tanto, del cómo enfrentarlos. 

La capacidad de diagnosticar correctamente el tipo del reto que se enfrenta, es fundamental poder enfrentar de manera más efectiva el problema y no frustrar las expectativas de la gente. Como le sucede a los médicos, un diagnóstico equivocado puede matar al paciente.

En momentos cuando todo es urgente, la convocatoria a este taller fue muy pertinente. Como preparación a la reunión se realizó una encuesta a los participantes con el fin de ver su percepción sobre los retos más importantes de liderazgo colectivo para  Cali, su impacto ,  dificultad para enfrentarlos y potenciales colaboradores. Con base a esta información, se ayudó a la selección , por parte de la Administración Municipal, de los tres retos más importantes entre una lista de más de noventa levantados . 


Con la orientación del profesor Heifetz, se promovieron diversas conversaciones donde se pusieron en evidencia varias cosas: 

  1. La diversidad es un elemento fundamental para el ejercicio del liderazgo.  Todos fuimos testigos de la riqueza que se tiene cuando se escuchan opiniones diferentes y de actores disímiles.
  2. También se demostró la importancia de construir confianza, a partir de conocerse y escucharse los diversos actores participantes en procesos de liderazgo colectivo, y que tienen retos de alta complejidad, como los evidenciados en el taller que enfrenta a la ciudad de Cali.
  3. Los participantes descubrieron la diferencia que hay entre los componentes técnicos de los de los retos identificados,  y los retos adaptativos. También entendieron que se requieren competencias y habilidades distintas en cada caso.

Para complementar este blog, voy a compartir con mis lectores, algunas de las reflexiones más importantes que nos aportó el profesor Heifetz en el taller .


El diagnóstico del tipo de reto que enfrenta una comunidad

Como ya lo mencioné al inicio de este blog, Heifetz distingue entre retos técnicos —para los que existen soluciones conocidas— y retos adaptativos, que no tienen soluciones preestablecidas y exigen cambios profundos en valores, hábitos y comportamientos. Este último es el ámbito donde se requiere liderazgo.

Identificar correctamente el tipo de reto es fundamental, pues un diagnóstico equivocado puede generar más problemas. Por ejemplo, la construcción del Metro de Bogotá conlleva desafíos técnicos, pero también un impacto profundo en la vida de comunidades vecinas. Por tanto, exige un diagnóstico social cuidadoso, aunque esto demande tiempo. El problema es que el tiempo suele jugar en contra del gobernante de turno, y eso puede llevar a soluciones superficiales que dejan heridas para la siguiente administración y comprometen la sostenibilidad del proyecto en el largo plazo.

Cuando se enfrentan retos adaptativos, desde la gestión pública, hay tres desafíos. El primero es educar a la ciudadanía para que comprenda que no todos los problemas tienen respuestas claras y se resuelven con expertos. El segundo, mostrar que requieren corresponsabilidad colectiva. El tercero es gestionar la impaciencia y las expectativas dentro de mandatos de duración limitada, especialmente en procesos que requieren más de un período de gobierno.

A diferencia de los retos técnicos, que permiten planes detallados, los retos adaptativos no siguen rutas lineales. Por eso, Heifetz propone “subirse al balcón” para observar lo que ocurre en la pista de baile, diagnosticar, innovar  y luego volver a la acción, en un ciclo continuo de reflexión y adaptación.

Confusiones relacionadas con el ejercicio de liderazgo

Existe una confusión generalizada respecto al concepto de liderazgo. Este término se utiliza frecuentemente sin una comprensión clara de su significado. Se asume que quien es considerado líder necesariamente posee talento y habilidades adecuadas. Sin embargo, al estudiar múltiples casos, se evidencia que no existe un único conjunto de características que definan el liderazgo.

Otra confusión común es pensar que el liderazgo es patrimonio de unas pocas personas dotadas de ciertas cualidades. Esta visión resulta peligrosa para la sociedad, pues fomenta culturas de dependencia y de caudillismo.

Una tercera confusión, es asignar el calificativo de “lider” a quien es un dirigente o tiene un rol de autoridad. Sobre este tema específico voy a compartir más adelante una distinción muy importante que hace Heifetz.

No es posible construir una sociedad vibrante si no existe una responsabilidad colectiva por su bienestar. Tampoco es viable una economía dinámica sin personas dispuestas a emprender, asumir riesgos y responder a los desafíos de la comunidad. Se requiere una diversidad de talentos comprometidos con asumir riesgos y responder al llamado del contexto.

La historia demuestra que muchas veces, quienes ejercen liderazgo emergen de lugares impredecibles, no exclusivamente de escuelas prestigiosas o familias de élite.


Concepto de autoridad y su relación con el liderazgo

La autoridad surge de una transacción en la que una persona otorga poder a otra para actuar en su nombre, a cambio de un servicio que espera recibir. Esto implica confianza, integridad, capacidad y competencia por parte de quien recibe dicha autoridad.

Las estructuras de autoridad son recursos esenciales para las sociedades humanas. No podemos prescindir de ellas. No obstante, su base fundamental es la confianza. Los seres humanos estamos naturalmente predispuestos a confiar. Desde la infancia, aprendemos a confiar en nuestros mayores. La confianza es la palabra clave detrás del acto de autorizar a otro.

Existe un legado infantil: el deseo de encontrar a alguien en quien confiar, una figura paterna salvadora que nos proteja de las amenazas, alguien con todas las respuestas. Lamentablemente, la mayoría de los adultos han experimentado abusos de confianza por parte de personas con autoridad, y ello deja heridas profundas.

Crecimos desarrollando reacciones alérgicas a la autoridad. Por un lado, anhelamos confiar en los demás; por otro, acumulamos razones para no hacerlo. Esta ambivalencia ha deteriorado la noción de “autoridad”, debido a las cicatrices provocadas por abusos tanto en el ámbito familiar como en nuestras propias vidas.

Desde esta perspectiva, el desafío del liderazgo consiste en rehabilitar la capacidad de las personas para volver a confiar en la autoridad. Pero también es un reto para entender que hay personas que no tienen autoridad y pueden ejercer un gran liderazgo. Para quienes enseñan liderazgo a personas en roles de autoridad, la tarea es mostrar la importancia de convertirse en dirigentes confiables que no abusen de su poder.

Sin embargo, existe una paradoja. Muchas personas desconfían profundamente de la autoridad, y a la vez, son vulnerables a caer en manos de charlatanes que ofrecen certezas y falsas promesas. Trágicamente, la realidad se impone, y estas personas terminan frustradas, aprendiendo por las malas.

En contextos de vacío de liderazgo y manipulación por parte de dirigentes sin escrúpulos, se agudizan las tensiones sociales. Crece el sentimiento de abandono en sectores de la población cuya ira busca salidas en promesas incumplibles emitidas por demagogos.

En América Latina, donde surgió el término “caudillo”, la palabra autoridad tiene una carga cultural significativa. Existe un anhelo histórico por la figura de un mesías que nos rescate de nuestras complejidades y heridas.

Se necesitan líderes con el coraje de confrontar a la ciudadanía y decirles que no existen respuestas fáciles en un entorno complejo y volátil. El riesgo, incluso, puede ser la vida de quien se atreve a plantear tales verdades.

Según  Heifetz, ejercer liderazgo desde una posición de autoridad, requiere paciencia y compasión. En contextos donde las personas desconfían —y tienen razones para hacerlo— es necesario diagnosticar sus causas y ofrecer acompañamiento.

Pero surge una pregunta crucial: ¿Qué sucede cuando la figura de autoridad no sabe qué hacer? Aunque se le ha confiado un rol para aliviar el dolor colectivo, puede no tener la respuesta. Para mantenerse en el poder, puede mentir, fingir competencia o distraer la atención. Hoy en día, las figuras de autoridad enfrentan una presión enorme por cumplir con expectativas que muchas veces son inalcanzables. Si no son honestas, terminarán engañando a la ciudadanía.

Reflexión final

Los comentarios anteriores son especialmente importantes para los alcaldes que hoy gobiernan los destinos de las ciudades grandes, medianas y pequeñas en Colombia. Estas personas fueron elegidas con la expectativa  de que tenían la capacidad de resolver “todos los problemas” que afectan la calidad de vida de su gente , pero la realidad es muy diferente. Y lo preocupante, es ver que muchos de ellos están con sus agendas desbordadas, apagando incendios  con un costo personal muy alto, sin el tiempo para abocar los grandes retos adaptativos que enfrentan. Más grave aún, si los tratan como si fueran “retos técnicos “ y se sorprenden porque  los resultados no son buenos, como lo demuestran la caída de la popularidad en las encuestas. 

Hay  dos preguntas importantes que me hago al finalizar este blog. ¿ Las  reflexiones propuestas por Heifetz, y los aprendizajes construidos colectivamente en el taller, le permitirán al alcalde de Cali y a su equipo, corregir el rumbo y vincular de una manera más decidida la participación del liderazgo colectivo de los diferentes grupos de interés que puede aportar en la ciudad?. ¿ También serían pertinentes para los alcaldes de Bogotá, Medellín y otras ciudades, donde  estén ejerciendo el poder en beneficio de sus comunidades?




































Confusiones relacionadas con el ejercicio de liderazgo

Existe una confusión generalizada respecto al concepto de liderazgo. El término se utiliza frecuentemente sin una comprensión clara de su significado. Se asume que quien es considerado líder necesariamente posee talento y habilidades adecuadas. Sin embargo, al estudiar múltiples casos, se evidencia que no existe un único conjunto de características que definan el liderazgo.

Otra confusión común es pensar que el liderazgo es patrimonio de unas pocas personas dotadas de ciertas cualidades. Esta visión resulta peligrosa para la sociedad, pues fomenta culturas de dependencia y de caudillismo.

No es posible construir una sociedad vibrante si no existe una responsabilidad colectiva por su bienestar. Tampoco es viable una economía dinámica sin personas dispuestas a emprender, asumir riesgos y responder a los desafíos de la comunidad. Se requiere una diversidad de talentos comprometidos con asumir riesgos y responder al llamado del contexto.

La historia demuestra que muchas veces, quienes ejercen liderazgo emergen de lugares impredecibles, no exclusivamente de escuelas prestigiosas o familias de élite.

Concepto de autoridad y su relación con el liderazgo

La autoridad surge de una transacción en la que una persona otorga poder a otra para actuar en su nombre, a cambio de un servicio que espera recibir. Esto implica confianza, integridad, capacidad y competencia por parte de quien recibe dicha autoridad.

Las estructuras de autoridad son recursos esenciales para las sociedades humanas. No podemos prescindir de ellas. No obstante, su base fundamental es la confianza. Los seres humanos estamos naturalmente predispuestos a confiar. Desde la infancia, aprendemos a confiar en nuestros mayores. La confianza es la palabra clave detrás del acto de autorizar a otro.

Existe un legado infantil: el deseo de encontrar a alguien en quien confiar, una figura paterna salvadora que nos proteja de las amenazas, alguien con todas las respuestas. Lamentablemente, la mayoría de los adultos han experimentado abusos de confianza por parte de personas con autoridad, y ello deja heridas profundas.

Crecimos desarrollando reacciones alérgicas a la autoridad. Por un lado, anhelamos confiar en los demás; por otro, acumulamos razones para no hacerlo. Esta ambivalencia ha deteriorado la noción de “autoridad”, debido a las cicatrices provocadas por abusos tanto en el ámbito familiar como en nuestras propias vidas.

Desde esta perspectiva, el desafío del liderazgo consiste en rehabilitar la capacidad de las personas para volver a confiar en la autoridad. Para quienes enseñan liderazgo a personas en roles de autoridad, la tarea es mostrar la importancia de convertirse en dirigentes confiables que no abusen de su poder.

Sin embargo, existe una paradoja. Muchas personas desconfían profundamente de la autoridad, y a la vez, son vulnerables a caer en manos de charlatanes que ofrecen certezas y falsas promesas. Trágicamente, la realidad se impone, y estas personas terminan frustradas, aprendiendo por las malas.

En contextos de vacío de liderazgo y manipulación por parte de dirigentes sin escrúpulos, se agudizan las tensiones sociales. Crece el sentimiento de abandono en sectores de la población cuya ira busca salidas en promesas incumplibles emitidas por demagogos.

En América Latina, donde surgió el término “caudillo”, la palabra autoridad tiene una carga cultural significativa. Existe un anhelo histórico por la figura de un mesías que nos rescate de nuestras complejidades y heridas.

Se necesitan líderes con el coraje de confrontar a la ciudadanía y decirles que no existen respuestas fáciles en un entorno complejo y volátil. El riesgo, incluso, puede ser la vida de quien se atreve a plantear tales verdades.

Según  Heifetz, ejercer liderazgo desde una posición de autoridad, requiere paciencia y compasión. En contextos donde las personas desconfían —y tienen razones para hacerlo— es necesario diagnosticar sus causas y ofrecer acompañamiento.

Pero surge una pregunta crucial: ¿Qué sucede cuando la figura de autoridad no sabe qué hacer? Aunque se le ha confiado un rol para aliviar el dolor colectivo, puede no tener la respuesta. Para mantenerse en el poder, puede mentir, fingir competencia o distraer la atención. Hoy en día, las figuras de autoridad enfrentan una presión enorme por cumplir con expectativas que muchas veces son inalcanzables. Si no son honestas, terminarán engañando a la ciudadanía.

Competencias para ejercer la autoridad

Frente a desafíos adaptativos, las personas en posiciones de autoridad requieren un nuevo conjunto de habilidades para movilizar procesos de cambio y desafiar a sus propios ciudadanos.

Además, se necesita valentía para decir: “Yo resolví parte de tu problema, pero tú también eres parte de él, y por tanto, parte de la solución”. El problema es que, cuando la ciudadanía vota por un gobernante, espera que le resuelva todo. Dirán: “Para eso lo elegimos”.

Complejidad y capacidad de adaptación individual y colectiva

Vivimos en un mundo caracterizado por la incertidumbre, el cambio acelerado y la volatilidad. Esto genera inestabilidad y requiere una creciente capacidad de adaptación cultural. Los desafíos adaptativos producen desequilibrios permanentes, afectando el comportamiento y la capacidad de respuesta, tanto individual como colectiva.

Desde la perspectiva de Heifetz, el mayor reto del liderazgo es crear condiciones para una cultura capaz de adaptarse permanentemente. Esto implica corresponsabilidad colectiva para monitorear el entorno.

Uno de los grandes desafíos es contener el desequilibrio que estos retos provocan, manteniéndolo dentro de un rango productivo de tensión. Esto exige fortalecer los espacios de contención social, como si se tratara de una olla a presión, en la que el tejido social funcione como el pegamento que permite afrontar tensiones sin ruptura.

Cuanto más cohesionado sea ese tejido, mayor será la capacidad colectiva para gestionar conflictos, incertidumbre y tensiones. Las dinámicas de inestabilidad generan fuerzas centrífugas que afectan el sentido de comunidad, provocando desorientación y conflictos, con múltiples interpretaciones sobre cómo enfrentar la situación.

Por ello, es necesario construir un tejido social cohesionado, basado en una cultura que promueva adaptabilidad y resiliencia. Se necesitan espacios para conversaciones difíciles que propicien innovación, en lugar de polarización y confrontación.

El diagnóstico del tipo de reto que enfrenta una comunidad

Como ya lo mencioné al inicio de este blog, Heifetz distingue entre retos técnicos —para los que existen soluciones conocidas— y retos adaptativos, que no tienen soluciones preestablecidas y exigen cambios profundos en hábitos y comportamientos. Este último es el ámbito donde se requiere liderazgo.

Identificar correctamente el tipo de reto es fundamental, pues un diagnóstico equivocado puede generar más problemas. Por ejemplo, la construcción del Metro de Bogotá conlleva desafíos técnicos, pero también un impacto profundo en la vida de comunidades vecinas. Por tanto, exige un diagnóstico social cuidadoso, aunque esto demande tiempo. El problema es que el tiempo suele jugar en contra del gobernante de turno, y eso puede llevar a soluciones superficiales que dejan heridas para la siguiente administración.

Desde la gestión pública, hay varios retos. El primero es educar a la ciudadanía para que comprenda que no todos los problemas se resuelven con expertos, y que muchos requieren corresponsabilidad colectiva.

El segundo reto es gestionar la impaciencia y las expectativas dentro de mandatos de duración limitada, especialmente en procesos que requieren más de un período de gobierno.

A diferencia de los retos técnicos, que permiten planes detallados, los retos adaptativos no siguen rutas lineales. Por eso, Heifetz propone “subirse al balcón” para observar lo que ocurre en la pista de baile, diagnosticar, y luego volver a la acción, en un ciclo continuo de reflexión y adaptación.

El ejercicio del liderazgo para el cambio y el aprendizaje social

Cualquier proceso de cambio en contextos de incertidumbre exige que las personas desaprendan para adquirir nuevos conocimientos y comportamientos. Este proceso toma tiempo y requiere paciencia.

El ritmo del cambio depende de la velocidad del aprendizaje colectivo. Por ello, se deben moderar las expectativas y prestar atención al ritmo y la secuencia del trabajo adaptativo. Dado el historial de desconfianza, ayudar a las personas a superarlo requiere tiempo y esfuerzo.

Los retos adaptativos necesitan movilizar un proceso de aprendizaje social en el ecosistema que rodea el problema. Pero esto no es lo que normalmente se espera de una figura de autoridad, y ahí radica el peligro.

Otro riesgo es el vacío de liderazgo público, que explica la desorientación y resistencia al cambio. No contamos con líderes políticos capaces de ejercer el liderazgo que requieren los enormes desafíos adaptativos de nuestra sociedad. Las figuras de autoridad no movilizan a las personas a asumir la corresponsabilidad que les corresponde para lograr una mejor calidad de vida y ciudadanía.

Hemos creado una cultura de dependencia. Cuanto más desesperada está la gente, más vulnerable es a caer en manos de demagogos que prometen milagros.

Restricciones al ejercicio del liderazgo en posiciones de poder

Aunque se percibe que quien tiene autoridad no tiene restricciones, en realidad sí las tiene, empezando por su credibilidad, que está ligada a su legitimidad. Muchas expectativas no se pueden cumplir sin una mayor capacidad adaptativa, un sentido de corresponsabilidad compartida y una comprensión de cómo cada quien contribuye al problema.

El abuso del poder mina esa legitimidad. Las sociedades han construido sistemas legales y constitucionales para formalizar la autoridad y dotarla de legitimidad.

La gente busca respuestas fáciles a problemas complejos. Pero, en realidad, el liderazgo requiere ir más allá de la autoridad, haciendo preguntas incómodas. En algunos casos, el liderazgo implica incluso desobedecer ciertas leyes injustas para promover el cambio.

El movimiento por los derechos civiles en EE. UU. rompió normas para mostrar su injusticia, como las leyes que impedían a los afroamericanos votar. Incluso contó con el respaldo tácito del presidente Johnson. Las protestas evidenciaron la violencia de los racistas, y despertaron la conciencia nacional.

Este ejemplo muestra que debemos analizar las demandas adaptativas y los tipos de responsabilidad colectiva que nuestras estructuras de autoridad aún no están preparadas para asumir.

En resumen, debemos moderar nuestras nociones tradicionales de legitimidad para estar a la altura de las exigencias del trabajo adaptativo, lo que implica, en ocasiones, cruzar los límites.