Un amigo mío de mi generación, me comentaba el otro día, la dificultad que le había significado cambiar el frenético ritmo de trabajo que tenía, como cabeza de una importante compañía, porque había llegado a la edad de retiro mandatorio definido en los estatutos de esa organización. Y también me confesaba, que si bien era un tema que lo había conversado con su familia y sus amigos como algo eventual, el momento lo había cogido sin mayor preparación para enfrentar ese cambio.
Esta pequeña historia no es única ni es inusual. De hecho, las estadísticas demográficas están mostrando que esta realidad impacta cada vez a más gente, como es el caso de mi amigo. El envejecimiento de la población es un fenómeno mundial, del cual no nos escapamos en COLOMBIA, como lo demuestra los resultados del último censo del DANE.