Año Nuevo, vida nueva, dice el dicho popular. Con esta recomendación en mente, Claudia López ya se ha posesionado oficialmente desde el primero de enero, como la nueva alcaldesa de Bogotá. Y en el camino de llegar al segundo cargo de gobierno más importante del país, rompió varios récords: la primera burgomaestre mujer con la votación más alta registrada desde que hay la elección popular de alcaldes, y la primera mujer gay en este cargo, con un doctorado.
Para alguien que lleva apenas seis años en la actividad política activa, su llegada a Bogotá, ha generado muchas expectativas, positivas y negativas. La razón: porque viene precedida de varios logros muy importantes, así como también, de muchas controversias, y muy fuertes. En un tiempo muy corto ha pisado muchos cayos. Y hoy es una buena exponente de una nueva ola de dirigentes que quieren romperle el espinazo a las viejas formas de hacer política en Colombia.
El primero de sus logros que vale la subrayar: siendo mujer, haberse forjado a pulso, contando solo con el apoyo de su inteligencia, su perseverancia y el respaldo incondicional de su mamá,que ella reconoce. Su condición humilde nunca fue una barrera para lograr lo que se propuso. Sacó una carrera, una maestría y un doctorado, y utilizó su capacidad y formación, para labrarse una fulgurante trayectoria como investigadora, comentarista y política.
En un país que carece de modelos de rol positivos, el ejemplo de Claudia López, demuestra que la cuna no condiciona lo que una persona puede lograr en su vida, ni qué tan lejos puede llegar. Ese logro, es un mensaje de esperanza importantísimo en momentos en que hay tantos colombianos desorientados, y especialmente jóvenes frustrados o perdidos.
Su ejemplo, es una base muy sólida, desde donde esta dirigente política de nuevo cuño podría ejercer un liderazgo transformador muy importante, si aprovecha bien su oportunidad. Esa es mi expectativa, que seguramente también la tiene mucha gente, porque el vacío de liderazgo en este campo es uno de los principales problemas que hoy afectan a nuestra sociedad.
En el curso de su carrera profesional como investigadora y analista, López asumió siempre una posición beligerante contra la parapolitica, y después contra la corrupción. Gracias a su postura muy firme contra estos fenómenos, que tanto daño le han hecho al país, logró labrar una imagen de una mujer de carácter fuerte, posiciones claras y firmes, y sin ningún temor de enfrentar con valentía los peligros que le generaban sus investigaciones y fuertes críticas a intocables de este país. No sobra recordar en este punto, el altísimo costo en vidas humanas, que pagaron muchas personas, que como López , vencieron el miedo y enfrentaron al paramilitarismo.
En el 2014, Claudia López obtiene otro logro muy importante, cuando se lanza por primera vez al Senado y saca la más alta votación de su partido, el Verde, para este cargo. Y desde esa tribuna, se enfrenta duramente con el ex presidente Uribe y sus seguidores en el Congreso, por temas muy espinosos relacionados con la trayectoria política de este controvertido dirigente nacional.
Sus debates y pronunciamientos públicos refuerzan la imagen de López de ser una mujer de armas tomar, conflictiva, y sin pelos en la lengua. Sus detractores, que los tiene, y muchos, la critican por su temperamento pendenciero, por sus exageraciones, y por su incoherencia como crítica de su antecesor Enrique Peñalosa. Ella lo acompañó en su primera administración, y posteriormente, en varias campañas políticas cuando se fundó el Partido Verde con Mockus y Fajardo.
Otro logro muy notable, fue obtener en el 2018 una votación de 11 millones de personas en respaldo de su postura muy dura contra la corrupción en las costumbres políticas en Colombia. Su propuesta, que fue muy controvertida, buscaba cambios en las reglas de juego para castigar este fenómeno. Sin embargo, su iniciativa no pasó por unos pocos votos que le hicieron falta para lograr el altísimo umbral requerido por la ley.
La votación anticorrupción superó la obtenida por Duque para llegar a la Presidencia de Colombia en el 2018 y que también había sido la más alta de la historia, lo cual demostró que López supo interpretar el profundo malestar de la gente contra el cáncer de la corrupción que está destruyendo la democracia colombiana. Sin embargo, tuvo muchas críticas porque acusaron a López de utilizar la campaña para posicionarse y avanzar en su carrera política, acosta de los recursos de la Nación utilizados en este proceso.
Y ahora le llego a Claudia López el momento de la verdad. Ya no es la investigadora, ni la analista, ni tampoco la fogosa política que demuele a sus adversarios desde las tribunas del Senado. Ahora es la Alcaldesa que le corresponde administrar una ciudad muy compleja y liderar un proceso que termine con la división y la confrontación que caracterizaron las últimas administraciones locales de Petro y Peñalosa.
Y dados sus antecedentes, especialmente en el Senado y durante la campaña para la Alcaldía, las apuestas están bien divididas.
Algunos creen que López ha demostrado ser lo suficientemente inteligente, como para seguir por el mismo camino que tanto le criticó a los políticos tradicionales. Le apuestan a que es capaz de interpretar muy bien el nivel de hastío del ciudadano con estas dinámicas destructivas, así como lo hizo con el tema de la corrupción. Para estas personas, su temperamento fuerte lo pondrá al servicio del bien común, para tomar decisiones difíciles, pero de una manera incluyente, que nos haga sentirnos corresponsables del desarrollo de la ciudad.
En cambio, para sus detractores, el temperamento agresivo de López generará más división y confrontación como le sucedió a sus dos antecesores. Ven muy difícil que su carácter frentero y muchas veces imprudente, le permita crear el clima necesario para construir una visión común. Y si esto sucede, su capacidad de liderazgo se verá seriamente comprometida. El resultado sería muy dañino para Bogotá: otros cuatro años de confrontaciones y de odios, sin un propósito colectivo, que una a todos los ciudadanos.
Yo tuve la oportunidad de estar con la alcaldesa durante la campaña, escuchándola exponer su propuesta para Bogotá. No la conocía y tenía una alta prevención por los antecedentes negativos descritos en este blog. Nada sabía de sus logros personales ni mucho menos de su visión sobre la ciudad que aspiraba a manejar. Tengo que reconocer, que después de dos horas de conversación muy amena, me impresionó positivamente su preparación y la forma tranquila como expuso sus ideas.
En esa reunión, tuve la oportunidad de preguntarle sobre tres temas que para mí son esenciales para quien aspire a manejar con éxito la Alcaldía de Bogotá.
El primero de ellos: la conciencia del tiempo tan escaso que son cuatro años, para lograr cambios profundos en una ciudad tan compleja. El segundo: la importancia del liderazgo para sanar las divisiones y confrontaciones promovidas por sus antecesores, y hacer corresponsables a los ciudadanos de su ciudad. Y, por último: el papel de la ciencia, la tecnología, la innovación y el emprendimiento, así como la atracción de empresas e inversión, para generar riqueza y valor agregado, que proyecte a Bogotá como ciudad global.
La realidad es que, de los cuatro años de gobierno, se va el primero en aprender, entender
y organizar el Plan de Desarrollo. Y el último año, dependiendo de la gestión intermedia, se puede también perder. Conclusión: el reloj juega siempre en contra, porque no hay tiempo, ni hay reelección.
En el ejercicio de escenarios hecho para la región hace cinco años, apoyado por la CCB, fue muy claro el papel que pueden jugar el liderazgo colectivo y la innovación, para definir unlmejor futuro para nuestra ciudad. Es muy importante que estos dos temas sean parte muy relevante del plan de desarrollo del nuevo gobierno, para sentar las bases que sostengan un proceso de desarrollo en el largo plazo, apropiado por la sociedad.
No solo es necesario que la ciencia y la tecnología, junto con el emprendimiento, jueguen un papel crítico en la gestión de una ciudad tan compleja como es Bogotá. Es necesario que se arropen bajo el concepto de ciudades inteligentes, que se está imponiendo cada vez más en el mundo, para lograr el desarrollo de las grandes urbes como es el caso de Bogotá. Ver blogs que he escrito sobre estos temas.
También es fundamental, promover un ambiente muy atractivo que seduzca talento y capital internacional. Esto es lo que están haciendo muchas ciudades que buscan proyectarse como sitios ideales para desarrollar nuevos negocios de valor agregado mundial.
Si no generamos riqueza, atrayendo nueva inversión y creando nuevas empresas, difícilmente podrá ser sostenible el desarrollo económico de la ciudad en el largo plazo. Por esta razón, la Secretaria de Desarrollo Económico deberá de dejar de ser vista como la cenicienta y pasar a tener un papel muchísimo más protagónico para apoyar estas ideas.
Pero tiene otros retos mayúsculos por delante. Peñalosa le dejó un portafolio de grandes proyectos que tendrá que ejecutar muy bien y aprovechar para mover a la ciudad. Espero que no se equivoque en el nombramiento del director del Instituto de Desarrollo Urbano, que será la entidad responsable de llevar a feliz término el presupuesto de inversión más grande de la historia de la ciudad.
Es esperanzador, que el tema de las ciudades inteligentes y el emprendimiento estén en sus propuestas de campaña. Los otros temas mencionados no lo están. En especial, el tema de hacer atractiva a Bogotá como sitio para invertir y atraer talento. Lo bueno, es que en la reunión que sostuvimos, manifestó su disposición a revaluar su posición en relación con estos temas. así como el rol del liderazgo colectivo.
Parece que los primeros pasos dados por la nueva alcaldesa, apuntan en la dirección correcta. Ha nombrado un equipo muy bien escogido, para que la acompañe. Ha dejado a personas claves de la anterior administración en temas muy sensibles como el del Metro. Y le ha respondido recientemente, de manera dura a Petro por sus críticas infundadas de corrupción.Finalmente ha nombrado a una persona muy conocedora de los temas de emprendimiento, en la Secretaría de Desarrollo.
Y para enfrentar a los violentos en las marchas que han continuado, ha decidido utilizar elementos de cultura ciudadana para abrir nuevos caminos, distintos al uso de la fuerza bruta.
En dos semanas escasas ha enviado señales esperanzadoras. Sin embargo, todavía es muy temprano para ver quienes tenían razón. Si quienes la apoyan y defienden, o quienes temen lo peor. Lo que sí está claro, es que Claudia López va a dar mucho que hablar en los siguientes cuatro años como alcaldesa de la ciudad capital. Yo le deseo que tenga mucho éxito en su gestión, BOGOTÁ lo necesita.
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