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sábado, 13 de diciembre de 2025

La política convertida en un circo

   La política convertida en un circo: el continente seducido por los acróbatas del poder I PARTE  (publicado)

Algo se rompió en la política latinoamericana pero también en otro as latitudes . No es solo desconfianza ni cansancio. Es una mutación más profunda: la política dejó de serlo y se volvió espectáculo, un circo permanente donde los líderes compiten por quién provoca más, quién insulta mejor, quién encarna el resentimiento popular con mayor teatralidad. La reacción a mi blog anterior sobre Bukele me demuestra la relevancia de esta realidad  para Colombia estos momentos. 

Para millones de personas en la región los viejos liderazgos fracasaron, pero tampoco confían en lo que los está reemplazando. America Latina está atrapada en un vacío donde la democracia liberal se percibe  lenta y aburrida, mientras que los histriónicos —los performers del poder— parecen tener todas las respuestas rápidas que ansían las sociedades agotadas.

¿Qué está pasando en el mundo para que fenómenos como Bukele se hayan vuelto tan atractivos? La pregunta es pertinente hacerla. Su  caso no es un episodio aislado, ni de una moda política pasajera. Lo que está ocurriendo es parte de una transformación más profunda, que afecta no solo a la política sino a la cultura, las identidades, la manera como entendemos la autoridad y hasta la forma en que imaginamos el futuro.

Carlos Granés, escritor y antropólogo colombiano muy reconocido, en su ensayo reciente: “El rugido de nuestro tiempo”, ofrece un mapa preciso y muy valioso de esta distorsión. Su lectura del mesianismo y la carnavalización en que se ha convertido la política, revela algo más grave que la simple “polarización”: hemos entrado en una era donde las emociones sustituyen al razonamiento, las identidades sustituyen a las instituciones y los dirigentes mesiánicos sustituyen al Estado. Y como resultado, la región lo está pagando. Nos invita a mirar la situación de Argentina, Chile, México, El Salvador y Colombia.

Pero estas dinámicas están acompañadas por otros elementos: 

  • Narcisismo y reformadores que “crean desde cero” . 
  • El síndrome del pueblo joven, países que actúan, como si empezarán cada cuatro años, con una necesidad de refundación constante, lo que es un terreno fértil para el mesianismo
  • Izquierda y derecho atrapadas en narrativas simbólicas: la izquierda opresores versus oprimidos. La derecha patriotas versus antipatriotas. Ambas crean identidades enemigas, no proyectos de país.
  • El histrionismo, que mueve las emociones como herramienta de poder. La política ya no se hace con un argumento, sino con performances. Los dirigentes políticos adoptan tácticas de transición. Y la ciudadanía reacciona emocionalmente y no racionalmente, porque la necesidad de que haya alguien con las respuestas simples a problemas complejos y lo quieren con  urgencia.

Pero además Granés describe otro fenómeno inquietante: en las últimas décadas, la cultura —entendida como gustos, identidades, emociones grupales, relatos parciales— ha colonizado por completo la política. En lugar de partidos con programas, tenemos tribus con resentimientos. En lugar de debates racionales, duelos morales. En lugar de instituciones, performances emocionales.

En este ambiente, como señala Granés, lo que prima no es el desacuerdo democrático sino la necesidad de convertir al adversario en enemigo moral. Se trata de una lógica premoderna que en América Latina se expresa con particular intensidad: países fragmentados, instituciones débiles, desigualdades que se viven como ofensas, élites desconectadas, ciudadanos cansados de promesas incumplidas.

En la lógica que describe Granés, Bukele no gobierna solo con políticas; gobierna con símbolos. Es un presidente que narra, actúa, encarna. Su poder radica menos en lo que hace que en lo que representa: la idea de un orden restaurado, de una justicia intransigente, de una verticalidad que desaparece la incertidumbre. En sociedades exhaustas, esa imagen se vuelve terapéutica.

Pero tiene un costo inmenso: la renuncia paulatina a las garantías democráticas, la normalización del abuso estatal y la aceptación del poder sin límites. La derecha y la izquierda extremas compiten buscando producir emociones de alivio, venganza y esperanza instantánea. Afuera las ideas y los programas

Uno de los aportes más provocadores de Granés es afirmar que en épocas de confusión cultural, la gente prefiere órdenes simples antes que libertades complejas. La democracia exige paciencia, negociación, pluralidad, renuncias. El autoritarismo, en cambio, ofrece claridad inmediata: un mando, un enemigo, una promesa. Bukele le da forma política a ese deseo de simplicidad. 

Pero cuando la política se simplifica demasiado, pierde su capacidad de resolver lo que realmente importa: violencia social de fondo, instituciones incapaces de regular el conflicto, informalidad económica, etc. El riesgo es que la ciudadanía, seducida por el orden fácil, renuncie a su responsabilidad democrática. Esto ya está ocurriendo en varios países. La confusión de la época no solo produce debilidad política, sino nuevas certezas autoritarias.

Granés muestra que esta época se caracteriza por dos emociones dominantes: la furia de quienes sienten que el sistema los abandonó, el miedo de quienes temen que la sociedad se desmorone. Ambas emociones buscan salvadores. Ambas son terreno fértil para el populismo punitivo.Y ambas están presentes hoy en Colombia. (Ver mis blogs anteriores sobre las emociones negativas) 

En este blog pretendo seguir prendiendo las alarmas y hacer una advertencia: si seguimos aplaudiendo a los acróbatas del poder en el circo de la política actual, terminaremos viviendo en democracias que solo existen en el papel.

En mi siguiente blog seguiré profundizando en las alertas que nos ofrece Granés en su ensayo , que llega en un momento crítico que requiere reflexiones y una mejor compresión de los peligros que estamos afrontando en la actualidad. 


sábado, 6 de diciembre de 2025

El señor de los sueños

 El Señor de los Sueños: la nueva religión  autoritaria que seduce a la derecha americana (publicado)

En estos días estuve escuchando un podcast en siete capítulos sobre el fenómeno de “ el señor de los sueños”,  en El Salvador . Este es el nombre con el que se conoce a Bukele el actual presidente de El Salvador. Me impresionó mucho este trabajo periodístico tan profesional, y me tomé el trabajo de tomar notas sobre los principales temas que allí se presentan para entender mejor cómo se configuró este fenómeno político y por qué resulta tan atractivo para sectores de la derecha latinoamericana. Esto es especialmente relevante de cara a las elecciones en Colombia, donde ha surgido un candidato que busca seguir un camino similar. 

A continuación, presento algunos de los temas más relevantes para que el lector pueda formarse su propia opinión sobre el camino seguido por este pequeño país centroamericano y la conveniencia de que haya alguien que quiera seguir una ruta similar para Colombia..

  • La serie reconstruye los orígenes de Bukele: su formación, su familia, su tránsito de empresario/familia acomodada a alcalde, y luego su salto al poder nacional.  
  • Muestra cómo desde su campaña y discurso inicial, Bukele apeló a la idea de “romper el status quo”, presentarse como “alternativa”, como “movimiento ciudadano”, bajo la bandera de renovación y “nuevas ideas”.  
  • Pero también advierte que ese marketing — de “pueblo vs élites”, de “movimiento horizontal”, de “nosotros contra ellos” — vino acompañado de prácticas autoritarias y una concentración del poder.  
  • Finalmente, la serie mira más allá de su país: analiza lo que significa que su estilo de liderazgo, sus tácticas, su narrativa, estén siendo admiradas, imitadas o invocadas por aspirantes de derecha en otros países latinoamericanos.  

En otras palabras: el “modelo Bukele” no es solo un caso nacional, sino un laboratorio político — un experimento cuyos efectos e implicaciones están irradiando más allá de El Salvador.  Desde la serie se identifican varios factores que explican por qué el modelo de Bukele resulta atractivo para muchos países latinoamericanos:

  • Eficacia simbólica y comunicacional: Bukele se presenta como “el hombre nuevo”, como alguien joven, carismático, disruptivo — distinto a los políticos tradicionales. Eso resuena especialmente con poblaciones hartas de corrupción, de promesas incumplidas, de inestabilidad.  
  • Promesa de orden y seguridad: Ante problemas de violencia, pandillas, inseguridad — realidades comunes en muchos países de la región — su discurso de mano dura y ofensiva contra el crimen ofrece una “solución rápida”. Esto apela a la impaciencia colectiva: muchos están dispuestos a sacrificar libertades a cambio de seguridad. Esa promesa, aunque problemática y difícil de sostener , tiene gran poder electoral.  
  • Renovación institucional y ruptura con élites tradicionales: La idea de “romper con lo viejo”, de renovar la política, seduce a ciudadanos desilusionados de los partidos tradicionales (izquierda o derecha). Bukele lo capitalizó con un discurso de pueblo vs élites, de “nuevas ideas”, de “movimiento ciudadano” — lo que le dio  un aura de legitimidad popular.  
  • Impulso de símbolos modernos / pospolíticos: Su estilo combina redes sociales, marketing, caudal simbólico — algo distinto al estilo clásico de los partidos latinoamericanos — lo que lo volvió atractivo para generaciones jóvenes o sectores urbanos con desafección por lo tradicional.   Hay que señalar que antes de lanzarse a la política manejaba la agencia de publicidad de su familia con una amplia experiencia en marketing político que la sigue utilizando a profundidad .

En el podcast muestran cómo estos elementos explican el por qué muchos candidatos de derecha en otras latitudes podrían mirar hacia Bukele: les ofrece una receta que parece dar resultados rápidos — o al menos aparentes — de transformación, orden y “limpieza” del sistema.

Riesgos, sombras y críticas del modelo — lo que suele omitirse o minimizarse al analizar el caso del “señor de los sueños”

El podcast se advierten también múltiples peligros y consecuencias negativas de seguir el modelo Bukele:

Concentración de poder y debilitamiento democrático

  • Aunque en campaña se habla de “movimiento ciudadano horizontal”, la práctica ha sido muy vertical y autoritaria — con concentración total de poder. Su partido hoy domina la Asamblea Legislativa, con la cual se tomó el sistema judicial, lo que debilitó los mecanismos de contrapeso y en la práctica acabó con la democracia en su país.  
  • En 2022 se saltó la Constitución con el apoyo de la Asamblea, la que  autorizó su reelección indefinida — que le permite la perpetuación del poder a Bukele, eliminar la alternancia  y abrir la puerta al autoritarismo en su país.  
  • Violencia institucional y erosión de derechos civiles

Durante la ejecución del Plan Control Territorial — la estrategia central de seguridad de Bukele — se han documentado miles  de detenciones arbitrarias, muertes bajo custodia estatal, desapariciones forzadas, sobre todo entre jóvenes.  Se calculan más de 70.000 personas detenidas en mega cárceles, muchos que no han sido juzgadas y sobre los cuales no se sabe su paradero.

  • Las organizaciones de derechos humanos han advertido que, aunque las estadísticas oficiales muestran una fuerte reducción de homicidios, esa “seguridad” está basada en represión brutal, en pactos oscuros con pandillas Maras como lo ha hecho Petro en Colombia , y un uso desproporcionado de la fuerza del aparato estatal.  
  • A su vez, se ha debilitado tonalmente la rendición de cuentas: instituciones de control, justicia independiente, mecanismos de supervisión han quedado comprometidos y bajo absoluto el control del gobierno .  

Incumplimiento de promesas — legitimidad basada en propaganda, no en resultados sostenibles

  • Según la serie, en su primer mandato el gobierno incumplió una mayoría abrumadora de sus promesas de campaña: alrededor del 78 % del plan original quedó sin cumplirse; de lo restante, solo una parte mínima se ejecutó completamente.  
  • Muchas de las promesas de transformación estructural (economía, desarrollo social, institucionalidad) quedaron vacías o fueron sustituidas por medidas simbólicas como el Biticoin, centradas en mostrar resultados inmediatos — sobre todo en seguridad.  
  • Eso genera una legitimidad frágil: efectiva mientras hay consenso social basado en miedo, enojo, urgencia — pero débil cuando se acumulan los cuestionamientos éticos, sociales, institucionales.

Inspiración para populismos punitivos y derechas autoritarias en otros países

  • El episodio séptimo : “Después de Bukele”,  argumenta que muchos partidos de derecha en América Latina adoptan su discurso de mano dura, promesas de orden, populismo punitivo — como si existiera una fórmula mágica para el éxito electoral basada en represión.  
  • Esa adopción puede traducirse en degradación irreversible de la democracia: concentración de poder, erosión de libertades, debilidad institucional — todo en nombre de “seguridad”, “orden” y “eficiencia”.  
  • El riesgo: que en varios países se repita un patrón similar, bajo distintos nombres, dando lugar a lo que se podría  llamar “autoritarismos blandos” o “populismos de derecha” con máscara democrática.

 Reflexiones para América Latina — ¿Qué significa replicar el modelo Bukele en contextos distintos?

  • Replicar un modelo de mano dura puede dar resultados rápidos en seguridad, pero puede socavar las instituciones democráticas a mediano y largo plazo: sin contrapesos fuertes, la concentración de poder habilita arbitrariedades. El ejemplo del Salvador desde la derecha, o el de Venezuela desde la izquierda,  son dos ejemplos contundentes. 
  • La narrativa de “pueblo vs élites”, de “movimiento ciudadano”, funciona como coalición emocional transversal — puede unir en el corto plazo, pero dividir socialmente, estigmatizar opositores, legitimar exclusiones, violencia, represión.
  • Las promesas de renovación tienen un límite: sin estrategias de desarrollo estructural — educativas, económicas, sociales — la estabilidad será frágil, y los cambios superficiales acabarán siendo meros parches.
  • En contextos con desigualdades profundas, polarización social, debilidad institucional — como en muchos países de América Latina — el “modelo Bukele” podría exacerbar tensiones, generar más injusticia, más exclusión y en el caso colombiano mucho más violencia.
  • Si candidatos de derecha imitan ese modelo, no basta hablar de mano dura: es fundamental exigir claridad en la institucionalidad, rendición de cuentas, garantías de derechos humanos, mecanismos de participación ciudadana real — no solo marketing político.

El dilema final: ¿queremos un país seguro o un país libre?

Bukele plantea este dilema con astucia. Pero es un dilema falso. La verdadera seguridad —la que dura, la que transforma— requiere instituciones fuertes, justicia confiable, inversión social, protección de derechos, oportunidades para los jóvenes, libertad de empresa.

Lo que el modelo Bukele ofrece es otra cosa: seguridad inmediata, pero a través del miedo, la obediencia y la concentración del poder. Latinoamérica debe preguntarse: ¿queremos gobiernos que maten el crimen… o gobiernos que maten la democracia?

La respuesta no es obvia. Y ese es precisamente el peligro. Especialmente para Colombia, donde el candidato Aspriella ( el Bukele nacional),  ha ofrecido “destripar a la izquierda” si llegara al poder . No creo mucho que la seguridad se logre regresando al pasado donde parece que nuestra sociedad le cuesta mucho trabajo salir. 

Y unas últimas reflexiones : 

Una democracia que no resuelve los problemas pierde legitimidad, y una vez la pierde, cualquier autoritarismo maquillado , de derecha o izquierda, puede ocupar su lugar. Y el aplauso masivo es más peligroso que la ambición del líder ya que es el aplauso el que habilita la deriva autoritaria como lo muestra el caso de Bukele en El Salvador..

El modelo Bukele es jugar con fuego. representa una forma nueva de populismo punitivo: más moderno, más eficaz, más emocional, más publicitario. Pero su esencia es vieja: la idea de que un hombre fuerte puede salvar al país.

Cuando la derecha lo adopta sin cuestionarlo, la región entra en un ciclo perverso: Crisis de seguridad populista punitivo. debilitamiento institucional. más crisis. líder más autoritario. Y así sucesivamente, hasta que el país queda irreconocible y la reconstrucción tarda décadas. Esto es lo que está en juego en las próximas elecciones en Colombia.