Este es el blog más difícil que he publicado desde que inicié esta práctica hace diez años. Lo hago después de enfrentar muchas emociones muy fuertes y encontradas, de derramar muchas lágrimas, y al mismo tiempo, de tratar de pensar con alguna claridad para escribir algo que estuviera a la altura del reto que me había impuesto: hacerle un homenaje a la vida de mi esposa.
Hoy, escribo con el corazón arrugado por el dolor de haber perdido a mi compañera de cinco décadas. No es una tarea fácil sacar el valor para compartir las lindas memorias familiares y personales, pero que a la vez han sido muy dolorosas, del proceso que culminó con el fallecimiento de mi compañera de toda una vida. Rosita mi querida esposa, finalmente descanso en paz en la tercera semana de Diciembre, después de una larga y valiente lucha contra el cáncer que le duró más de dos años.
Después de meditarlo mucho, y a pesar del inmenso dolor que siento por su partida, decidí escribir estas líneas como un homenaje público a la vida de una persona excepcional, que dejó una profunda huella en todos los que tuvimos la fortuna de conocerla, admirarla y tenerla cerca. Son innumerables las lecciones que nos dejó a lo largo de su vida y durante su larga enfermedad, que bien vale la pena compartir fuera de nuestro círculo familiar.
Pienso que al usar el espacio de este blog, al que ella tanto contribuyó con sus correcciones y sugerencias, honro un deseo profundo de Rosita que me manifestó antes de morir. Quería compartir su experiencia, con otras personas en situaciones similares, con el ánimo de que su ejemplo les pudiera ser de alguna utilidad.
De hecho, antes de ponerse ya muy enferma, quiso dar algunas charlas sobre su vivencia a varios grupo de amigas y personas de mis empresas. Con su interés de dar y de servir a los demás, actitud que siempre la caracterizó, se había hecho un propósito en caso de salir con vida: ayudar a otros que estuvieran pasando por un proceso similar de cáncer, y que quisieran derrotar esta enfermedad.