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sábado, 9 de noviembre de 2024

El costo de desconocer la Historia

 




Tuve la oportunidad de conocer a María Margarita López hace unas semanas en un evento y le compartí lo que estaba haciendo. Me comentó que era historiadora y estaba encargada de organizar este año el Festival de Historia el 29 y 30 noviembre en el Museo del Chico. Este evento tradicionalmente se había realizado en Villa de Leyva , pero en esta oportunidad los organizadores tomaron la decisión de traerlo a Bogotá. Vale la pena asistir. 

Me encontré con una mujer maravillosa, muy interesada de explorar temas donde aportar su experiencia y sus conocimientos y fue cuando me comentó que le gustaba escribir. Hace unos días me compartió un artículo que publicó en la revista Alternativa. Al leerlo la primera vez, me impactó, porque le pone la luz a una falencia y una gran equivocación de la sociedad colombiana. Hoy quiero compartirlo con mis lectores. Al final haré algunas reflexiones sobre el tema.


La historia lleva 40 años fuera de los colegios. Esto quiere decir que llevamos dos generaciones sin conocimiento sobre la historia de Colombia. 40 años de niños, jóvenes y adultos —próximos a tomar el liderazgo del país— que no tienen ni idea del por qué, el cuándo, el cómo, ni quiénes son los protagonistas de nuestra historia. ¡40 años! ¡Cuarenta!

El presidente poeta, Belisario Betancur tomó la extraña decisión durante su mandato de dejar de impartir la historia como asignatura independiente a las ciencias sociales (influenciado por rusos de la Unesco) y una década después, en 1994, el presidente Gaviria, quién nos invitó al futuro, sepultó el pasado cuando remató la decisión reglamentando la enseñanza de la historia dentro de esa extraña mezcolanza de las ciencias sociales.

La Constitución de 1991, fue el resultado de un proceso de paz que planteó nuevos desafíos al país. Para llevar a cabo la promesa de la nueva Carta Magna, era indispensable pensar una hoja de ruta a este nuevo ciudadano pleno de derechos y subjetividades, que además de proyectarse para el futuro comprendiera el proceso histórico detrás de estas nuevas conquistas amparadas en un nuevo Estado social de derecho. Sin embargo, esta hoja de ruta, que es la historia, no se concretó por la pérdida de la cátedra. Esta decisión de Gaviria fue un error de cálculo inmenso, que hoy en día sigue teniendo trágicas consecuencias para el país. ¿Gaviria qué respondería al respecto?.

Recordemos que un pueblo que no conoce su historia no tiene cómo comprender el presente y carece de herramientas para construir el futuro. En el 2017, se sancionó la ley 1874 con la que se esperaba que volviera la cátedra de historia a los colegios. No obstante, la ley no sirvió para mucho. Según como lo explica mi mentor y gran amigo, el historiador Alonso Valencia (Phd), la ley sancionada no obligó a los colegios a enseñar historia, pues las instituciones educativas son autónomas en decidir sí asignar esa materia como independiente o abstenerse en cuyo caso consideren que las horas de estudio dedicada a la historia compite con otras áreas como matemáticas y ciencias. Es decir, la vuelta al bobo.

La historia es más que fechas de memoria. Es un conocimiento pragmático que forma ciudadanía. Sigo sin comprender cómo los colegios tanto públicos como privados siguen siendo tan irresponsables en no incorporar las clases de historia. Cómo es de penosa la situación que Alfonso Gómez Méndez dice que sus alumnos llegan tan pobremente preparados que confunden a Galán con Gaitán. ¡Qué dolor de tripas!

Retomando las palabras del historiador George Duby: “la historia es la escuela del ciudadano, que contribuye a formar ciudadanos cuyos juicios son más libres, capaces de someter las informaciones con que son bombardeados a un análisis lúcido, e incluso a actuar con conocimiento de causa, menos atrapados en las redes de una ideología. También enseña la complejidad de la realidad, a leer el presente de manera menos ingenua, a comprender por la experiencia de sociedades antiguas cómo actúan los diversos elementos de una cultura y de una formación social en relación unos con otros”.

En Colombia, poco o nada tenemos de esto y hoy en día, la situación es dramática. El llamado es a que todos reclamemos y exijamos el regreso de la cátedra de historia a los colegios. La ciudadanía agoniza si no conoce su historia. ¿Así o más alarmante la situación?

Maria Margarita toca un tema de profunda importancia para entender la desconexión de las nuevas generaciones con el pasado de su país o de su lugar de origen. Esa desconexión tiene una costos inmensos para nuestra sociedad. 


La historia a enseñar lecciones muy valiosas sobre los errores cometidos. El no conocerlos, ni tener conciencia de sus impacto, expone a la sociedad a repetirlos. Estamos “educando” a las nuevas generaciones sin un sentido de identidad cultural, nacional o local lo que impacta el sentido de pertenecía y orgullo de su herencia. 

Hay una ciudadanía menos informada y sin pensamiento crítico, para analizar y entender las dinámicas sociopolíticas en un entorno tan complejo como el actual. El resultado son personas sin criterio para tomar buenas decisiones informadas, para enfrentar el presente y ayudar corresponsablemente a construir el futuro. Y en un momento donde las noticias falsas , la invasión de las redes sociales, son personas muy vulnerable a la manipulación en los procesos de participación democráticos. 

Desde esta perspectiva del papel que debe de jugar la Historia en la formación de ciudadanía, su ausencia de las aulas es muy grave . Pero además hay que sumarle la decisión de acabar las clases de cívica . Dados los comentarios de la autora del artículo y mis reflexiones finales, no es de sorprender que las nuevas generaciones estén tan desorientadas y poco preparadas para enfrentar un momento tan complejo de nuestra historia.

domingo, 3 de noviembre de 2024

Los cambios exponenciales

 



En mi blog anterior, me refería a la necesidad de “pensar con claridad”, especialmente en momentos como los actuales, donde la desorientación es la marca de esta época. Estamos viendo en la actualidad, momentos caracterizados por unas inmensas disrupciones, producidas por la aceleración  de los cambios tecnológicos.


Leyendo el libro de Organizaciones Exponenciales,  recordaba  la historia del impacto de los cambios tecnológicos en dos empresas emblemáticas en los Estados Unidos. No fueron capaces de adaptarse a las nuevas realidades que ellas mismas habían creado en su laboratorios de investigación: Kodak y Xerox. 



La primera  fue por muchos años  la reina de la fotografía. En 1996 estaba en la cúspide de su poder: tenía más de 140.000 empleados y un valor en bolsa de US 28.000 millones. A mediados de los años 70, esta empresa inventó la cámara digital. El problema es que sus ejecutivos vieron ese invento como un juguete y no como una oportunidad.


Tampoco vieron que habían inventado el monstruo que acabaría con la empresa dos décadas después. El paradigma que filtraba su capacidad de entender lo que habían hecho era muy fuerte: “estamos en el negocio del los químicos y el papel”, donde no cabía el mundo digital que estaba emergiendo,  y que destruiría su modelo de negocio y la empresa. No pudieron pensar con claridad y superar los supuestos y las creencias que los habían llevado al pináculo del éxito empresarial.


En el 2012 Kodak se declaró en bancarrota, mientras que en el mismo año, Facebook compró una empresa de 15 empleados por US 1000 millones. Hoy esa compañía vale 100 veces más!!” Facebook, Google, y Apple, son ejemplos de empresas que abrazaron los cambios, e impulsaron con sus innovaciones, el desarrollo del mundo digital que Kodak despreció. 



En el caso de Xerox, la historia es increíble. Steve Jobs fundador de Apple, visitó sus laboratorios, cuando en ese entonces, esa compañía dominaba la industria de las fotocopiadoras. Lo que Jobs vio en esa visita, cambió el rumbo de su empresa. El resultado es que incorporó las ideas de Xerox para sacar al mercado  el computador Mackintosh, con el “mouse” y una pantalla totalmente distinta a la de los computadores personales de la época. Hoy, cuarenta años después, la Apple es la segunda empresa más valiosa en la bolsa y Xerox es una sombre de lo que fue.  


Hay una realidad: mientras  que Colombia nos entretenemos viendo a Petro destruir a nuestro país, en el mundo están sucediendo una cantidad de disrupciones impresionantes, que van a tener un impacto significativo en la vida de todos nosotros. La más reciente es la inteligencia artificial (IA), que nació hace apenas dos años. Su impacto va estar  detrás de los grandes cambios exponenciales que muy rápidamente ya están emergiendo, y que no se van a poder ignorar, como le sucedió a Kodak y a Xerox en el pasado. 



La IA va a tener un impacto aún más radical en muchos sectores o industrias que antes se sentían protegidas. Al finalizar esta década, no es difícil pronosticar que  van a haber dos tipos de compañías: las que están utilizando de manera plena la nueva tecnología IA, y  las que van a desaparecer, porque ignoraron o minimizaron su impacto en sus modelos de negocio y en sus operaciones. Asimilar esa afirmación no es nada fácil, pero es esencial y crítico, si se quiere sobrevivir y prosperar en un entorno de cambios exponenciales.


La transformación que está produciendo la IA, es un gran tsunami, dónde la decisión de quedarse inmóvil tiene el inmenso peligro: el  ser arrasado por la corriente. O la otra decisión, es aceptar rápidamente la nueva realidad  y prepararse para fluir con la ola y así aprovechar las oportunidades extraordinarias que esta nueva tecnología puede proporcionar.


Veamos la magnitud del impacto de la IA . En un estudio reciente de la firma consultora McKinsey, hacía una proyección de más de US 3 billones anuales en la economía. Para ponerlo en una escala que se entienda mejor, esta cifra es tres veces más grande que el impacto producido por el desarrollo del Internet entre 1995 y el año 2010



El señor Peter Diamandis, emprendedor serial y coautor del libro Organizaciones Exponenciales ExO 2.0 , mencionaba recientemente en una conferencia que le escuché, que su mayor preocupación del impacto de estos cambios tan acelerados, era la dificultad de cambiar los modelos de negocio de las 25 organizaciones en donde él ha invertido en estos últimos años. Esto implica descartar las estrategias anteriores para adoptar unas nuevas, si se quiere sobrevivir en este entorno de transformaciones radicales. 


Me imagino que tenía en su mente los casos de Kodak, Xerox y otros similares más recientes como es Airbnb que redefinió la industria hotelera, Uber el transporte en taxi, Zoom el concepto de viajes de negocios. 


Diamendis se atreve a predecir que los sistemas de educación y de salud, serán los próximos candidatos para una disrupción total de sus modelos de negocios . Ambos sectores están amarrados a unos paradigmas que se consideraban intocables. En el caso de la educación, el modelo de enseñar para después probar al estudiante. En el caso de la salud, un sistema orientado a curar y no a prevenir. 


Cierro este blog con una última reflexión. La manera como pensemos e interpretemos estos cambios exponenciales, definirá si los convertimos en un tsunami que nos arrastre o en unas inmensas oportunidades . La clave es aceptar la realidad y no quedar paralizados por ella.