En el Espectador del pasado jueves, salió publicada la noticia que Colombia había sido aceptada en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos -OECD-, por sus avances en Educación. No sé si es cierta esta noticia, ya que traté de verificarla en ese diario, y vi que la habían bajado de su página web. Sin embargo, de ser cierta, muestra la importancia que el tema tiene para ser admitido en este selecto grupo de los Paises, más desarrollados del mundo.
El punto anterior, también explica el incremento del Presupuesto Nacional destinado a la Educación, que busca respaldar que sea un pilar del Plan de Gobierno de Santos hasta el 2018. Este esfuerzo debe de permitir que, para el 2024, Colombia sea la más educada. Para alcanzar este objetivo, se quiere que nuestro país suba 47 puntos en la prueba PISA (Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes) Con esta premisa, se podría superar a Chile, que hoy es el puntero en AL, mientras que nosotros estamos de penúltimos por encima del Perú.
A la luz de lo anterior, parecería que finalmente se está entendiendo, que sin un capital humano bien preparado, es imposible pretender ser una sociedad relevante en el siglo XXI. Ahora bien, ¿podemos estar tranquilos al respecto?
En este blog, pretendo compartir con mis lectores, la cara oculta de la verdadera realidad del estado de la educación en nuestro país. He tenido acceso a información muy alarmante, que muestra una cara muy distinta, que la que busca pintar la Ministra del ramo, y las afirmaciones recientes del Presidente. Veamos.
En un blog anterior, comenté el fascinante proceso de transformación del sistema educativo de Cincinnati. Y una lección que me quedó de este viaje, es que se comenzó por tener unos indicadores claros, para entender la línea base de donde partían, y así poder medir los avances de una manera objetiva. Esto les permitió poder tomar decisiones informadas, para hacer mejoras significativas en un tiempo récord.
Para comenzar este blog, es importante anotar que en el 2015, se definió el Índice Sintético de la Calidad Educativa -ISCE-, como marco común que permite discutir el progreso de todos los colegios colombianos, en relación a su desempeño, eficiencia y ambiente escolar en las instituciones educativas. Se pretende que sirva de índice para las acciones de mejoramiento durante el año escolar.
A principios de abril, el ISCE reveló que el país mejoró los niveles de educación primaria, secundaria y media. De acuerdo con el presidente Santos, los resultados evidencian que Colombia comenzó “la trayectoria ascendente en materia de calidad de educación”. La medición realizada por primera vez en el 2015, muestra un resultado en primaria de 5.07, en secundaria 4.93 y en media de 5.57, sobre 10. Para el 2016 , las metas son: primaria en 5.24, secundaria 5.12, y media de 5.8. Y hasta aquí todos contentos y satisfechos.
Una primera reflexión elemental. Sobre 10 puntos, nuestro sistema educativo está rajado ya que está en el 50% de un nivel de excelencia. Pero más grave aún: el mejoramiento que se espera lograr para el 2016 es del 2% para primaria, 3% para secundaria y 4% para media. Y el incremento en PISA, supone que los demás países, tanto de AL, como del resto del mundo, van a permanecer estáticos mientras nosotros nos movemos a unos ritmos muy modestos dados los inmensos retos que tenemos por delante.
Para la OCDE, pasar tiempo en el sistema educativo es una cosa, pero aprender es otra. La evaluación de PISA revela que, cantidades significativas de jóvenes de 15 años de edad en los países latinoamericanos, incluyendo Colombia, no adquieren siquiera un nivel mínimo de competencias básicas durante la escolaridad obligatoria.
Las competencias básicas tienen una relación directa con el comportamiento del individuo en la sociedad y su aporte al trabajo. Pero también afectan su salud y capacidad de participar en los grupos y organizaciones de la comunidad. En el mundo corporativo, esta situación se evidencia en el comportamiento pasivo que tienen en reuniones de trabajo, donde no se atreven a dar su opinión por falta de seguridad en si mismos. Mientras que los adultos, con altos niveles de competencias básicas, tienen una mayor probabilidad de sentir que tienen una voz que puede hacer la diferencia en la vida social y política.
Veamos en cifras cuál es la situación comparativa de Colombia medida por las pruebas PISA en el 2012. A finales de este año saldrán los nuevos resultados de la última evaluación.
El 74% de los estudiantes de 15 años de Colombia NO cuentan con habilidades matemáticas básicas.
Figura 2. ICFES – Informe Resultados – PISA 2012
El 51% de los estudiantes de 15 años de Colombia NO alcanzan las competencias básicas de lectura.
Figura 3. ICFES – Informe Resultados – PISA 2012
Comparación Puntajes Promedio
Figura 4. ICFES – Informe Resultados PISA 2012
Como se puede observar en las cifras anteriores, los países latinoamericanos están muy atrasados cuando se les compara, con los más avanzados del mundo. Y Colombia, vrs. sus pares de la Region, está de penúltima. Las pruebas SABER hechas por el Ministerio de Educación, muestran resultados similares.
Ahora bien, como si lo anterior no fuera tremendamente preocupante, hay otra dimensión que se le suma al problema: el analfabetismo funcional. Según el investigador Juan Jiménez del Castillo (Jimenez del Castillo, 2005): “hoy en día la alfabetización, como capacidad de leer y escribir, constituye una condición necesaria pero no suficiente; para ser considerado alfabetizado funcional, en esta sociedad de la información, se requiere de otras nuevas formas de alfabetización. Se debe adicionar:
- Además de la capacidad para entender palabras, la capacidad para entender imágenes, dado que la sociedad en general se está convirtiendo en una sociedad de la imagen.
- Además de la capacidad para leer y calcular, se asocia a la capacidad de entender y de manejar las nuevas tecnologías de la información.
- Además de superar carencias, es un factor positivo de capacitación humana que posibilita asumir responsabilidades cívicas
- Además, facilita y promueve el intercambio de ideas y la inter- conexión social, en tanto que el lenguaje escrito es un instrumento fundamental, para la rápida circulación de la información.
- Además de una nueva conciencia critica que permita hacer una lectura adecuada de la realidad circundante.”
Ahora veamos cuál es la situación cuando se miden estas nuevas dimensiones a la medición general. A nivel de América Latina, el 56.3% de los adultos latinoamericanos, son considerados analfabetos funcionales (OCDE, 2012), mientras que en Colombia es del 86% (Vargas, 2010).
Otros datos que no se hacen visibles pero que son muy alarmantes. El número de semanas de estudio en Colombia es de 40. Dada la intensidad horaria reglamentaria vigente, el nivel de transición estudia 100 días al año, la primaria básica 125 días, y la secundaria 130. Estas cifras muestran que nuestros estudiantes están en clase el 50% del tiempo que registran los líderes como Corea, Taiwán o la China. Bueno, dirán algunos, es que el tiempo en una aula no es el mejor indicador de lo que se aprende en ella. Y es cierto, como nos lo recuerda la OECD. Pero no hay duda, que más horas de una educación de buena calidad, puede mover más rápidamente al sistema hacia estándares de excelencia.
Pero a lo anterior hay que sumarle otros factores que agravan nuestra situación. Estudios de la Universidad de Columbia, muestran que el estudiante está atento solo el 40% del tiempo en el aula. Y en el sector público de la educación en Colombia, estudios realizados por el Ministerio, muestran que se pierde el 40% de los días disponibles por paros, jornadas pedagógicas, y el intercambio de maestros cuando se termina una clase y comienza la siguiente. Si le aplicamos estos factores al máximo de las 1.200 horas por año de secundaria, el resultado es aterrador: 192 horas efectivas (16%) de aprendizaje al año !!!!.
Ahora bien, de acuerdo a una investigación realizada por el Banco Mundial para Colombia y otros siete países, un estudiante promedio, en sus 11 años de escolaridad básica y media, recibe un 65% de tiempo de instrucción efectiva en cada año electivo, lo que permite abarcar sólo un 60% del currículo. Estos datos, sumados a todos los anteriores comienzan a pintar el verdadero panorama del estado de nuestro sistema educativo ¿Porqué nos sorprendemos de los resultados que tenemos al final?
Pero la radiografía que desnuda el verdadero problemas que tenemos, y la brecha que hay que superar, no queda completa sin las diferencias de los datos entre la población urbana y rural. En marzo de este año se hizo un estudio que muestra los siguientes datos para hombres y mujeres entre 18 a 24 años. A nivel urbano el 30% de la población se queda y no llega a a terminar estudios. En las áreas rurales esta cifra es del 60% !!!.
Pero otro dato crítico es el de la tasa de retención en la media. A nivel urbano esta es del 43%, y a nivel rural solo del 25%. La media es el tapón que deja a un porcentaje muy alto sin competencias básicas. A nivel de la educación terciaria (técnica, tecnológica y profesional), el 50% de los estudiantes matriculados no concluyen su programa inicial, lo cual genera importantes pérdidas de eficiencia para el Estado y las Instituciones de Educación Terciaria. Esto genera una gran frustración en los estudiantes y en sus familias, quienes han hecho una gran esfuerzo económico.
Un tema identificado por el trabajo realizado por Fedesarrollo y la Fundación Compartir hace dos años, mostró que un factor fundamental para cambiar significativamente la situación de la calidad en la educación, son los maestros. Y aquí nos encontramos de nuevo con un gran problema que tiene diferentes aristas.
En la actualidad los maestros tienen dos regímenes vigentes. Uno que está desde 1979, y que quedó terminado en el 2001. Sin embargo, faltan 21 años para sacar a las personas que faltan y que estaban cubierta por esta reglamentación. Esto explica la razón del promedio de edad de estos profesores, que es de 58 años, y cuya población asciende a 160.000 personas en todo el país. Estas personas se pensionan a los 56 años y pueden seguir trabajando hasta los 65 años, devengando un sueldo, la pensión legal y una pensión gracia. Estos derechos adquiridos los hace muy impermeables al cambio, y peor aún, muy alejados de la generación de jóvenes que supuestamente tienen que formar.
En los pueblos rurales de nuestro país, estos maestros se dedican a otras actividades, como el ser prestamistas ya que cuentan con buenos ingresos. Me contaba la fuente que consulte para este blog, conocedora a profundidad de la problemática, que muchos maestros por su edad, se duermen en la clase, no se mantienen actualizados, ni llevan el plan de aula.
En el régimen que hoy se tiene, los maestros entran por concurso. El promedio de edad es de 40 años para los 160.000 maestros cubiertos por la versión de Estatuto Docente actual. Son personas formadas en las Normales que siguen las pautas tradicionales. En otras palabras, el sistema imperante se perpetúa de esta forma, lo que hace muy difícil lograr su cambio a la escala que se necesita para modificar la realidad.
A lo anterior se le suma que la profesión de maestro no es valorada en nuestra sociedad, y que a ella no llegan las personas mejor preparadas. Esto se ve reflejado en el costo de una matrícula para la licenciatura, que es la mitad de lo que vale en otras carreras. También, se ve en los salarios que se les pagan, y que pueden ser la mitad de lo que reciben otros profesionales de años de experiencia similares, en otras áreas de la economía. Conclusión: a la carrera de maestro no llegan los mejores ni los más cualificados.
Para cambiar esta situación, en el 2014 se hizo una propuesta, que solo hasta el 2021, podrá traducirse en maestros reformateados: bilingües, con prácticas pedagógicas desde el segundo semestre, con un dominio de nuevas tecnologías. Sobra decir que FECODE, que es el Sindicato de maestros, se opone al cambio
En el próximo blog, continuaré exponiendo la cruda realidad de la Educación en Colombia
Qué lástima! Cuánto tiempo perdido! Y pensar q Colombia ha tenido (y perdido durante 20 años) la oportunidad de que en un promedio de solo 120 hrs, se aprenda lecto-escritura, matemáticas y pensamiento crítico. Otros países sí lo han aprovechado, entre ellos la India. Método -para adultos, niños, jóvenes- creado por el Profesor Javier González Quintero: abcdespañol. Y ni siquiera se necesitan aulas para practicarlo!!!
ResponderEliminarMaría Lucía Roa
Directora Corporación PHD -Podemos Hacer la Diferencia-
Francisco Esta todo por hacer. ¿Pero y quien lo va a hacer...?
ResponderEliminarComencemos a hacer propuestas! Es un deber moral!
ResponderEliminarUn país pluri-cultural, con 102 pueblos indígenas, 69 lenguas nativas y una riqueza en biodiversidad tan grande como Colombia, no necesita, merece una EDUCACIÓN DIGNA. Los pueblos indígenas avanzamos en la consolidación de estrategias de EDUCACIÓN PROPIA, MULTI-LINGÜE E INTERCULTURAL. Gracias Dr. Manrique.
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