Tierras raras: el nuevo campo de batalla geopolítico y tecnológico.
Una riqueza invisible, pero vital
La guerra de los aranceles de Trump, está poniendo en evidencia una serie de aspectos que antes no ameritaba la atención pública, a pesar de ser vitales para la economía digital y fueran inclusive estratégicos para la seguridad nacional. Esta realidad es la que enfrentan los Estados Unidos al quedar cortados los suministros de las tierras raras explotadas y refinadas en la China, y sus consecuencias apenas comienzan a calar la opinión pública. En este blog voy a compartir algunas de las cosas que pude investigar sobre el tema.
En la era digital y de la transición energética, pocos recursos han adquirido tanta relevancia estratégica como las tierras raras. Este grupo de 17 elementos químicos —desde el escandio hasta el lutecio— tiene propiedades únicas que los hacen esenciales para la fabricación de dispositivos electrónicos, turbinas eólicas, vehículos eléctricos, armamento avanzado, y una larga lista de tecnologías que configuran el siglo XXI.
A pesar de no ser particularmente escasos, su extracción es compleja y su refinamiento requiere procesos altamente contaminantes y costosos. Durante las últimas décadas, China logró consolidar un dominio casi total de esta cadena de valor, convirtiendo las tierras raras en un activo geopolítico de enorme poder e impacto.
El dominio chino: más que minería, hegemonía estratégica
China produce alrededor del 60-70% de las tierras raras del mundo, pero más importante aún, refina más del 85% de estos materiales. Esta supremacía no fue un accidente: desde los años 80, el gobierno chino desarrolló una política agresiva de subsidios, inversiones públicas, alianzas tecnológicas y manejo ambiental para convertir esta industria en una ventaja estratégica. Como ya lo señalaba Deng Xiaoping en 1992: “Oriente Medio tiene petróleo; China tiene tierras raras”.
En 2010, en medio de un conflicto diplomático con Japón, China restringió las exportaciones de tierras raras, provocando una crisis global en los mercados de tecnología. Desde entonces, países como Estados Unidos, Australia, India y la Unión Europea han intentado diversificar sus fuentes de suministro. Sin embargo, los avances han sido limitados y lentos.
¿Por qué es tan difícil competir con China?
Desarrollar una cadena completa de tierras raras (exploración, extracción, procesamiento, refinamiento y reciclaje) implica enfrentar múltiples desafíos:
- Infraestructura especializada: No basta con tener yacimientos. Se requiere una infraestructura sofisticada de refinación química, laboratorios metalúrgicos, y plantas de separación, muchas de las cuales tardan años en diseñarse y construirse.
- Alta inversión y riesgo ambiental: El procesamiento de tierras raras libera residuos tóxicos y radiactivos. En China, esto se ha hecho a menudo con escasa regulación ambiental, lo que ha reducido sus costos operativos pero con graves consecuencias ecológicas. En contraste, en países con estándares ambientales más estrictos, los costos se disparan y los permisos pueden tardar años.
- Escasez de conocimiento técnico: China no solo domina la producción, también ha acumulado conocimiento técnico e industrial en el refinamiento y fabricación de componentes que usan tierras raras (por ejemplo, imanes de neodimio). Este “know-how” no se transfiere fácilmente.
- Economía de escala: La magnitud de la industria china permite que sus empresas operen con costos mucho más bajos, haciendo inviable la competencia para nuevos actores sin subsidios estatales fuertes.
¿Qué países están intentando responder?
Algunas naciones están avanzando, pero el camino es largo:
- Estados Unidos: Posee la mina Mountain Pass en California, que fue reactivada en 2018. Sin embargo, gran parte del material extraído todavía se envía a China para su refinamiento. El Pentágono ha financiado proyectos para desarrollar capacidad nacional de procesamiento, pero aún están en fase incipiente.
- Australia: A través de la empresa Lynas Rare Earths, es el único productor significativo fuera de China con capacidad de procesamiento parcial. Ha firmado alianzas con EE. UU. y Japón para expandir su producción y refinamiento.
- Canadá, India, Vietnam, Brasil: Tienen potencial geológico, pero enfrentan desafíos en cuanto a inversión, gobernanza, conflictividad social y capacidades técnicas.
- Europa: Aunque sin grandes reservas conocidas, la Unión Europea ha lanzado programas para asegurar acceso estratégico a materias primas críticas, promover el reciclaje de tierras raras y establecer alianzas con países productores.
¿Cuánto tiempo tomará desarrollar una cadena alternativa?
Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), establecer una cadena autosuficiente para tierras raras puede tomar entre 10 y 15 años, suponiendo inversiones sostenidas, voluntad política y cooperación internacional. En algunos casos, el refinamiento es más complejo que la minería, y requiere una red integrada de proveedores, laboratorios, fábricas y clientes.
En este sentido, las tierras raras son un ejemplo claro de cómo las cadenas de suministro globales no se reconfiguran fácilmente. Más allá de la “soberanía de recursos”, lo que está en juego es la soberanía tecnológica, este es el pequeño detalle que olvidó Trump en su pelea con los chinos.
América Latina: ¿potencial dormido?
América Latina, y particularmente países como Brasil y Bolivia, tienen reservas de tierras raras. Sin embargo, la región aún no ha definido una estrategia clara para integrarse a esta nueva economía. Existen oportunidades para:
- Desarrollar minería responsable: con altos estándares sociales y ambientales.
- Formar alianzas estratégicas: con países que buscan diversificar su suministro, como Japón, Alemania o Corea del Sur.
- Impulsar cadenas de valor locales: que integren exploración, procesamiento y manufactura de productos con valor agregado.
Colombia, aunque no figura hoy como un actor relevante, podría explorar este campo en sus regiones con potencial geológico. Pero más allá de la minería, el país podría también enfocarse en tecnologías de reciclaje, investigación de materiales sustitutos y políticas de economía circular.
Reflexión final
Las tierras raras se han convertido en el punto de convergencia entre tecnología, soberanía y geopolítica. China entendió hace décadas que controlar estos materiales era controlar el futuro, y lo hizo con visión de largo plazo. El resto del mundo apenas empieza a despertar ante estae hecho. Enfrentarlos la guerra de aranceles sin tener en cuenta el impacto de esta realidad, demuestra que los chinos estaban más preparados para enfrentar a Trump.
La carrera por independizarse del dominio chino no será rápida ni sencilla, pero es estratégica. América Latina, si actúa con inteligencia y visión regional, podría jugar un papel importante. El desafío no es solo extraer, sino transformar. No es solo competir, sino cooperar para construir un nuevo equilibrio tecnológico global más justo y sostenible.
PD; mi blog anterior sobre el liderazgo y la gestión pública ha sido el más leído de los últimos cinco años, lo que demuestra que he tocado un tópico muy sensible y de gran interés para mucha gente.
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