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sábado, 28 de noviembre de 2020

¿Podemos cambiar nuestra mentalidad?


¿Qué es lo que hace a una persona más exitosa a lo largo de la vida?. Y por exitosa me refiero a lograr desarrollar sus sueños y obtener los resultados que buscaba, e impactar positivamente con sus realizaciones a los demás. ¿Qué es lo que distingue a unas culturas que han logrado avanzar mucho más que otras en su estado de desarrollo? Y al avanzar, me refiero a alinear los esfuerzos colectivos de una manera más efectiva para lograr un bien comun. ¿Fue la suerte la que jugó un papel fundamental, o hay algo más?

Pues bien, a lo largo de estos meses de pandemia, me ha parecido muy interesante el entender el rol de la cultura y los modelos mentales como determinantes de la mentalidad que define los resultados de una sociedad o de un individuo (hombre o mujer). Pienso que si logramos entender su impacto, podremos mejorar las intervenciones que se hagan, para cambiar nuestra realidad personal y/o colectiva, cuando tenemos que enfrentar un mundo tan volátil, incierto, cambiante y ambiguo ( VICA) como el de ahora.


En relación con la cultura, ya he escrito en otros blogs. En lo que se refiere a los modelos mentales, quiero dar algunos elementos.  Y en cuanto a la mentalidad quiero mostrar su importancia a la luz de los dos temas anteriores.


Comparto la afirmación de algunos expertos en temas psicológicos y sociales que he leído, que etos conceptos son unos factores a los que les paramos muy poca atención, pero que son críticos para entender mejor el porqué, a unas personas a nivel individual o colectivo, se les facilita o se les dificulta, el tener mejores resultados en sus vidas y mostrar índices de desarrollo más avanzados.


Me acuerdo que fue en 1996, cuando le escuché a la firma Monitor contratada para desarrollar el estudio de Competitividad para Bogotá, mencionar los conceptos de la mentalidad y los modelos mentales. En esa ocasión, trajeron unos expertos de la firma, para capacitar al grupo que se había integrado para hacerle el seguimiento al estudio, en el cual participé.


 


Revisando notas de esa época, me encontré con la definición que nos dieran de mentalidad los de Monitor: es el conjunto de creencias, supuestos y costumbres que definen el modo de pensar, enjuiciar la realidad y actuar de un individuo o de una colectividad.


Recuerdo que, durante el trabajo que desarrollaron los consultores, se hizo una encuesta para determinar cuál era la mentalidad imperante y  los modelos mentales que la sustentaban, de un grupo de 200 personas entrevistadas y que tenían posiciones de poder e influencia en la ciudad, provenientes de los sectores público y privado. 


Lo que se quiso analizar en ese entonces, era su impacto en las malas decisiones o indecisiones que se reflejaban en los pobrísimos resultados de desempeño de la ciudad, como por ejemplo, el de procastinar por más de cinco décadas en construir el Metro. Hoy, estamos viendo algo similar con la renovación del corredor de la emblemática Carrera 7a en Bogotá. 


Lo que aprendí en resumen fue lo siguiente: la mentalidad y los modelos mentales en los seres humanos, son como las gafas a través de las cuales interpretamos la realidad. Son unos filtros que nos permiten ver ciertas cosas y otras no. Y como consecuencia, condicionan de una manera muy marcada, la forma como actuamos, los resultados que obtenemos, la forma como nos comportamos, así como también, las decisiones que tomamos o dejamos de tomar. Todo lo anterior  condiciona nuestra mentalidad.


Es importante entender que los filtros a los que hago referencia, están definidos por dos fuerzas muy poderosas e invisibles que actúan sobre las personas a medida que avanzan en su desarrollo. Me refiero primero, a las creencias y los supuestos que han incorporado de su entorno, por las experiencias que han tenido, y las influencias de otros. Y también, a los valores que han ido adaptando, y que se van moldeando y reafirmando como criterios de actuación, durante el proceso de formación desde el inicio de su existencia.


Un pequeño ejemplo puede servir para ilustrar mejor al lector sobre estos temas. Una persona que desde pequeño, le inculcaron en su familia el valor del trabajo duro y la honestidad. Como resultado de esta formación, adquiere una creencia que suele ser invisible: quienes no hacen su mejor fuerzo en la vida y actúa correctamente, no podrán lograr avanzar en ella y obtener mejores resultados. El supuesto: obrar así siempre paga.


Estos valores y la creencia que los acompaña, son parte de los modelos mentales  de la persona, que le dan sustento al marco ético que orientará las decisiones que tome  y a los comportamientos que tenga, cuando enfrente situaciones difíciles en su vida personal y de trabajo. Pero también, influenciarán significativamente sus relaciones personales con su pareja y con los demás, la manera de educar a sus hijos, sus logros personales y la forma de conseguirlos.


El tema más importante es que es muy poco usual que la gente se cuestione sus creencias, supuestos y valores. De hecho, muchas personas se molestan si alguien intenta hacerlas reflexionar. El resultado es muy grave: los correctivos a los problemas se centran en los aspectos visibles , mientras que la mentalidad que es la causante del problema, pasa de agache y es invisible. Cuando esta dinámica es colectiva,  define aspectos fundamentales de la cultura de una sociedad.


Pero el lector se podrá preguntar si la mentalidad y los modelos mentales se pueden cambiar. La respuesta es un SI en mayúsculas, siempre y cuando seamos conscientes de su existencia y aceptemos qué hay que cuestionarlos periódicamente. Lo que tenía sentido en una época puede dejar de ser útil cuando hay cambios grandes como ahora.  Es necesario confrontando contra los resultados que estamos obteniendo, para ir cambiando o fortaleciendo nuestra mentalidad.


En nuestro medio es muy típico que, para un problema que afecta a la sociedad, el correctivo se busca con nuevas leyes y normas. Pero nunca se aborda el papel de la mentalidad nuestra, que impide que estas soluciones funciones, porque se omite el papel que juega la mentalidad dominante y el inmenso impacto que tienen  en la cultura , lo que nos impiden avanzar como sociedad. 


En un artículo reciente y muy interesante  sobre estos temas, Peter Diamandis, fundador de Singularity University, mencionaba que le hacen frecuentemente una pregunta sobre si la mentalidad de la abundancia y la del crecimiento exponencial, que son los fundamentos de  su institución, la tuvo desde que nació. Su respuesta siempre es un contundente NO. Es una mentalidad que la ha venido cultivando a lo largo de los años, revisando sus creencias y supuestos para irlos ajustando. Hoy busca divulgar los beneficios de esa mentalidad en sus clases, conferencias y escritos.


Para Diamendis, la abundancia le permite ver al mundo lleno de oportunidades que se pueden desarrollar. El crecimiento exponencial, lo puso a reflexionar sobre la importancia que tiene identificar aquellas que puedan escalar aceleradamente porque generan mucho mayor valor e impacto . 


Para Diamendis, la forma de alimentar esta mentalidad es  cambiando los modelos mentales, que están conformados por las creencias y los valores. Y esto se logra de la misma forma como se entrena a una red neural en los sistemas de Inteligencia Artificial. Finalmente  el cerebro también lo es. Es necesario estarlo alimentando permanentemente de perspectivas positivas que vayan moldeando una mentalidad más abierta. Esto normalmente sucede de manera invisible y es necesario volverlo un proceso consiente y permanente.


Y como lo menciona Diamendis, hay tres formas de lograrlo: siendo cuidadoso en seleccionar la gente con la que interactuemos, las fuentes de noticias que utilicemos y el uso que le demos a las famosas redes sociales. 


Veamos una experiencia personal. A finales de los 90, la economía colombiana tuvo la peor crisis de su historía en 70 años. En ese entorno, tuve la fortuna de pertenecer a un grupo conformado por personas con una mentalidad muy positiva, a pesar de la situación que se vivía en esa época. 


Para mi y mis compañeros, el poder contar con este espacio, nos ayudó a apreciar muchísimo más, los valores de la solidaridad y la colaboración, y a fortalecer la creencia de que si podríamos superar los problemas que teníamos como empresarios en esa época. También, nos permitió cuestionar el supuesto imperante de que no era posible colaborar con un competidor. Más adelante, nos permitió identificar oportunidades basadas en alianzas, que nos pusieron en un periodo de crecimiento ininterrumpido como fue el caso de mi empresa . 


Rodearse de personas que se atreven a pensar en grande, que en lugar de ver problemas ven oportunidades, pero a su vez lo hacen con realismo, es otra de las lecciones que aprendí hace muchos años. Hoy, en momentos tan críticos como los que ha producido el Covid-19,  la creencia que fortalecí hace dos décadas, me ha permitido conservar una mentalidad abierta para seguir proponiendo iniciativas que pongan un granito de arena para cambiar positivamente nuestra realidad con persona que tienen una mentalidad similar.


Si se practica lo anterior, también es vital cuidar el menú de ideas e información que consumimos todos los días y los medios para tener acceso a ellas. Como lo enfatiza Diamendis, es  la manera de cambiar los modelos mentales que nublan nuestra percepción. 


Las películas, los libros, las noticias, etc. pueden ser unos grandes contaminantes que impidan alimentarnos de ideas positivas e inspiradoras, especialmente cuando son fuentes que solo refuerzan nuestra mentalidad y dejan por fuera opiniones diferentes. Y estas son críticas cuando la desesperanza y la confusión, atizada por oportunistas políticos, está en el orden del día. Si nos cuidamos, es posible tener una narrativa futura mucho más inspiradora “que nos podamos creer”. Y si lo hacemos, ese si es el contagio que deberíamos multiplicar para contrarrestar la mentalidad pesimista que nos está dejando el COVID 19. 

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