Bogotá, Septiembre 12 del 2025
En esta semana se inicia el evento internacional organizado por el Gobierno de Colombia, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en el cual se expone la experiencia colombiana en el manejo del post conflicto, como un ejemplo internacional. Porque a pesar de las dificultades que aún subsisten, hay un gran interés por parte de las delegaciones de más de 80 países que se han reunido en Bogotá, para ver las lecciones aprendidas en el proceso.
Por este motivo, The Economist ha considerado oportuno hacer un informe especial sobre Colombia, que hoy muestra avances extraordinarios, que son un ejemplo para el mundo.
Antecedentes
En 1999, Colombia se consideraba como un país fallido. Después de una transformación iniciada por los presidentes Pastrana y Uribe al comenzar el siglo XXI, las cosas comenzaron a cambiar en relación a un largo conflicto que había dejado miles de muertos y millones de desplazados.
Hace 13 años, el presidente de la época, Juan Manuel Santos, con el convencimiento de que sería imposible acabar con la guerra por la vía de las armas, tomó la decisión de emprender conversaciones de paz, con el grupo guerrillero más antiguo de Colombia. Su antecesor, Alvaro Uribe, lo había intentando durante ocho años, reduciendo su capacidad de daño, pero sin lograr su rendición.
Durante cuatro largos años se adelantaron conversaciones en la Habana Cuba. Finalmente, después de un proceso jurídico y político bastante complejo, se logró llegar a una serie de acuerdos para la desmovilización de las FARC. Han pasado nueve años desde que se firmó la paz, y la transición no ha sido fácil.
Como se había previsto, fenómenos de violencia como los experimentados en Centro América se reprodujeron en Colombia, pero a una escala mucho mayor. Sin embargo, gracias a la movilización, cada vez más dinámica, de diferentes grupos de la sociedad colombiana, hoy este país suramericano puede mostrar con orgullo, cómo aprovechó el proceso de paz y su manera de manejar creativamente esta oportunidad histórica, que se ha convertido en un referente para el mundo.
Construyendo el cambio
¿Pero cuáles fueron las decisiones que se tomaron y que fue lo que sucedió para que se diera esta transformación?
Durante la última parte del proceso en el 2015, fue calando la idea de que el siguiente paso debería ser proponerle a los colombianos una visión de futuro, que le diera sentido al proceso vivido, y generará una tensión creativa liberadora de energía, cosa que efectivamente sucedió. Era imperativo invitar a la sociedad alrededor de un norte compartido, que les permitiera ver lo que era posible lograr, y crear un futuro que cuidar.
Un grupo pequeño de líderes del sector empresarial y educativo, provenientes de diferentes regiones del país, impulsó la importancia de contar con una visión inspiradora y retante que sirviera para construir una nueva narrativa para la sociedad. Estas personas estaban convencidas, que sin un norte común, iba a ser muy difícil inspirar a los colombianos para que aceptaran ser parte activa de los cambios requeridos. Se abrió una nueva emocionalidad y lenguaje para entender los cambios que se pusieron en marcha para abrir las puertas a la esperanza del futuro generando un mayor compromiso ciudadano.
Para la construcción de esta visión de futuro inspiradora se promovió, en todas las regiones del País, un ejercicio basado en la construcción de historias maravillosas de futuro desde los colegios; a su vez los niños debían repetir el ejercicio en sus casas, con toda la familia y así se fueron recogiendo sueños de futuro que empezaron a entusiasmar y movilizar a los ciudadanos para construir una nueva sociedad. La tarea de los medios fue recoger y visibilizar estas historias y la tarea de la academia, con el apoyo de estudiantes universitarios, fue identificar puntos en común en estos sueños que sin duda generaron un ambiente propicio para el cambio.
Recurriendo a su red de contactos, invitaron a otras personas a nivel internacional para conceptualizar las bases, que sirvieron para iniciar un movimiento nacional alrededor de la innovación, la educación, el desarrollo y la paz. Así nació la ecuación Ix E = D + P que se convirtió en la gran sombrilla de un movimiento para construir una gran conversación sobre el futuro de Colombia.
En ciudades como Bogotá, que había concluido un ejercicio de escenarios para la región, se adoptaron muchas de las iniciativas que surgieron de este movimiento, y que le permitieron a los líderes locales impulsar unos cambios significativos. Instituciones como la Cámara de Comercio, CONNECT Bogotá Región, y Probogotá, con el concurso de universidades, empresarios y gremios, fueron vitales para que la capital del país fuera un ejemplo para el resto en ese momento histórico de transición hacia la paz. Los niños y los jóvenes de la ciudad fueron invitados a participar también a contar historias maravillosas de la ciudad y como habían participado en su realización.
El grupo se formó a finales del año 2012 cuando las negociaciones de paz con las FARC apenas empezaban. Y fue en ese momento cuando vieron con claridad que lo que sucedía en La Habana, era la oportunidad para confrontar a la sociedad colombiana con su papel en esa historia, de muchas décadas de violencia y muerte. En esa época surgió la idea de escribir entre todos una nueva narrativa para Colombia y más adelante la importancia de contar con un nuevo colombiano que la pudiera soportar.
También, fue la oportunidad de poner a andar los cambios que se habían pospuesto por muchos años. Sin embargo, no era una tarea fácil por la polarización que mostraba la sociedad en ese momento.
La visión de futuro que se comenzó a construir, y que tuvo sus inicios en los escenarios para Bogotá, proponía la vinculación de los niños y los jóvenes para promover activamente su liderazgo. También, buscaba darle más sentido a las reformas del sistema educativo, que se habían iniciado hace una década. Se quiso hacer mucho más énfasis en el papel que debería jugar la formación pertinente del talento humano de las nuevas generaciones, para sustentar el desarrollo del país en el largo plazo.
Era imperativo que la visión del cambio, le permitiera a la sociedad hacer la transición de una cultura violenta e intolerante, a una mas abierta al manejo de sus diferencias de manera productiva. El sistema educativo tenía en este campo una tremenda responsabilidad. Era necesario su vinculación para desarrollar una cultura que aceptara el riesgo de los cambios y promoviera el emprendimiento; incentivara la colaboración y los nuevos liderazgos; apreciara la diversidad e incorporara las nuevas tecnologías que ofrece el siglo XXI.
En cualquier caso, el reto de introducir cambios culturales, era una tarea monumental. Era necesario experimentar para lograr innovar en el sistema educativo, y así iniciar el cambio hacia un desarrollo sostenible, basado en la convivencia y el uso del conocimiento. Era vital que la visión de futuro incorporara el papel que deberían jugar los jóvenes, para promover su liderazgo. El énfasis debería estar centrado en las nuevas generaciones: los niños y los jóvenes.
Para un país como Colombia, hablar del futuro no era una cosa que fluyera con facilidad. De hecho, la propuesta tuvo mucha resistencia e incomprensión. Tradicionalmente en este país, las conversaciones habían sido circulares amarradas siempre al pasado.
Es interesante anotar el ejemplo de Bogotá, ya que fue fundamental para impulsar la iniciativa de una visión de futuro para el país. De hecho, el trabajo de los escenarios, replicado en todas las regiones de la geografía colombiana, fue una chispa muy afortunada. El ejemplo, había logrado introducir en el imaginario colectivo, la necesidad de contar con un norte hacia el cual focalizar los esfuerzos y darles sentido. Esto adquirió todavía más importancia en un entorno de post acuerdo con las FARC. Los medios de comunicación locales le dieron mucho apoyo pedagógico para la construcción de un nuevo lenguaje y espacios de conversación de futuro entre los ciudadanos y las instituciones, proceso que más adelante fue nacional.
El proceso de cambio que se comenzó a dar en Bogotá, y más adelante en el resto del país, tuvo como contexto un entorno económico muy complejo. La destorcida de los precios de los commodities, de los cuales Colombia había generado una gran dependencia, significaba un gran reto para ajustar el modelo económico del país. De nuevo Bogotá, había tomado la decisión de hacer unas apuestas de especialización inteligentes para acomodarse a una nueva realidad. Medellin lo había hecho hacía varios años, y esto le había permitido tener un reconocimiento internacional por su capacidad innovadora.
Papel de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación en el cambio de la sociedad colombiana
Pero aún más importante, Colombia necesitaba montarse en un modelo mucho más sostenible, de desarrollo para su sociedad. Esa era la oportunidad que había abierto el proceso en la Habana, que fue una buena disculpa histórica, para que la sociedad colombiana mirara con otros ojos su futuro y dejara de verse en el espejo del pasado.
En el primer mandato de Santos, entre el 2010 y el 2014, por primera vez se había propuesto una política de ciencia, tecnología e innovación (CTI). Era el reconocimiento de que estos tres temas estaban en el corazón de los procesos de desarrollo, de los paises más avanzados del mundo.
Tuvieron que pasar más de seis años, para que la caída de la economía y los nuevos acuerdos de paz, forzaran al Gobierno y a la sociedad, a enfrentar su realidad. Si Colombia no utilizaba el talento de su gente para aprovechar en serio una nueva política de CTI, habían dejado pasar una oportunidad de oro para cambiar la trayectoria histórica del país.
Uno de los entrevistados para este informe especial del Economist, recordaba la experiencia de un grupo de empresarios y rectores colombianos, reunidos en Harvard en mayo del 2010, cuando estaban explorando el camino de CTI para su país, donde un profesor de esta universidad les dejó el siguiente mensaje: " el mundo se está moviendo como un tren bala, si ustedes no se suben a él, así sea en el último vagón, los habrá dejado el tren de la historia".
Otro mensaje poderoso de esa época que comentaba un participante: "trabajar con el conocimiento no puede consistir en encapsularlo; al contrario, es necesario compartirlo, enseñarlo y abrir la mente para escuchar otras realidades".
Ya en el 2016, y en función de la visión de futuro que estaba en marcha, se había entendido que CTI era un impulsor muy poderoso, para lograr hacer el gran cambio que la sociedad requería. Se entendió que estos tres temas no eran solo una locomotora, como se les denominó en el primer mandato de Santos. Eran los rieles sobre los cuales se debería hacer la transformación del país, para resolver transversalmente muchos de sus problemas, y para que, como nación, ocupara una posición de relevancia mundial.
Aprovechando los vientos de cambio, se había generado un nuevo contexto para ver el horizonte y poder focalizar las apuestas necesarias para convocar el talento nacional e internacional y así poder avanzar. Dada la reflexión anterior, había llegado el momento de utilizar CTI al servicio de la paz y de la transformación del país. Esta decisión es hoy uno de los elementos que despiertan la admiración y la curiosidad internacional, porque atrajo el apoyo de muchas redes de expertos de diferentes partes del mundo, que se ofrecieron a hacer partícipes de este cambio histórico en Colombia.
Colombia ha hecho poco a poco la transición, de una historia de violencia e intolerancia, hacia una nueva narrativa más alineada con sus realidades, y con los retos de un país que se propuso ser un ejemplo internacional. Resolvió utilizar el conocimiento y el talento de su gente, promoviendo a las nuevas generaciones. También, recurrió al uso de redes internacionales, para atraer gente muy preparada, buscar ideas y tecnologías, que le han permitido moverse más rápidamente en la curva del desarrollo.
Ciudades como Bogotá y Medellín asumieron un liderazgo decidido para utilizar CTI y la Educación como motores para su transformación. La capital antioqueña había recibido una distinción internacional en el 2013. Bogotá, que había partido con retraso en esta carrera por el desarrollo, logró obtener un reconocimiento similar seis años después. Esto jugó un papel muy importante en esta ciudad para consolidar el proceso de apuestas inteligentes que se habían iniciado en el 2016.
Interesante los cambios en las zonas rurales de las dos regiones donde están las ciudades más importantes del país. CTI ha servido para tender los puentes entre esas dos realidades colombianas. La experiencia lograda, se está llevando a zonas marginadas donde el conflicto armado tuvo su mayor desarrollo por muchas décadas. El campo adquirió mucho protagonismo en la nueva narrativa que ha venido emergiendo.
El ejemplo de las dos principales urbes colombianas, ha movilizado a sus pares en otras regiones del país. Una nueva base industrial y de servicios ha venido surgiendo, con propuestas muy innovadoras y con una capacidad muy interesante de oferta de valor en el mercado mundial. En el campo social, también Colombia ofrece hoy proyectos muy innovadores y de alto impacto en la sociedad, que hoy se ofrecen como servicios a otras regiones en el mundo.
La innovación social, que ha surgido en este ambiente tan propicio, ha permitido que aparezcan numerosas iniciativas emprendedoras que han aportado para ayudar a cerrar la brecha de la desigualdad. El gobierno local se ha apalancado en CTI y las propuestas de innovación social, para invitar la participación activa de mucha gente en la solución de los problemas de la ciudad y la región. Hoy Bogotá con Cundinamarca, son un ejemplo internacional en este campo, a la altura de Londres y Nueva York.
Estos últimos diez años han sido muy afortunados para los colombianos. Un sociedad que había estado anclada en su pasado, se ha permitido abrir nuevas conversaciones de futuro, mucho más pertinente a las necesidades del país y la realidad de la velocidad de los cambios globales. Habían resuelto hacerle caso a Mandela, quien en 1995 había dicho, "el pasado es el pasado, y ya nos llegó la hora para construir nuestro futuro".
Papel de la innovación del sistema educativo en la transformación del país.
Contar con CTI como telón de fondo, y como un marco para tener conversaciones poderosas, hacia finales del 2016, le permitió a los gobiernos durante esta década, y a un grupo creciente de líderes colombianos, lograr que la transformación del sistema educativo fuera una política de estado. Esto le ha permitido a Colombia tener más foco para tomar mejores decisiones estratégicas y convocar a la población alrededor de un tema que los unía a todos. Se había entendido finalmente que la Educación debía jugar un papel fundamental en la transformación del país.
Se vio la importancia de que Colombia innovara su sistema educativo para contar con el capital humano, que le permitiera avanzar con fuerza en un entorno cada vez más globalizado e interconectado. Era evidente la importancia estratégica que tenía la calidad de la formación del talento del país. La sostenibilidad de su desarrollo dependía del éxito que se tuviera en ese esfuerzo.
Impactar el sistema educativo era ya un gran reto, porque había que hacerlo de manera integral a lo largo de toda la cadena de valor desde el preescolar hasta la universidad. No era posible dejar un solo eslabón suelto porque se comprometía el futuro de la transformación del país.
Para acompañar este gran esfuerzo, se decidió abordarlo junto con otras tres grandes tareas: Preparar desde la niñez; identificar y formar a jóvenes líderes y emprendedores; visibilizarlos y luego conectarlos, de manera que pudieran convertirse en los nuevos modelos de rol, que personificaran la narrativa que se quería construir. Se necesitaba contar rápidamente con una nueva generación que navegaba sin problema en el mundo digital, para que pudieran convertir esos sueños en una realidad.
Es interesante anotar que los colombianos entendieron la necesidad de desarrollar nuevas capacidades, mucho más pertinentes y alineadas con los retos de transformación social, política y económica , que se dispararon desde el 2016. Era necesario que estas capacidades estuvieran sustentadas en modelos mentales diferentes y en unos elementos culturales que le dieran vía libre a la transformación del país.
Por lo anterior, llama mucho la atención, que la transformación de Colombia se diera en un tiempo muy corto, y que permitiera la adopción de prácticas culturales de los paises más avanzados. Se entendió que los cambios en la cultura eran vitales para avanzar, a pesar de la dificultad que esto implicaba.
De nuevo Bogotá y Medellín dieron el ejemplo. En el primer caso, el contexto de los proyectos que surgieron en el Programa 2025 de escenarios, la CCB, CONNECT Bogotá, y Empresarios por la Educación, con el concurso de muchas otras instituciones, lograron ambientar el proceso en colegios y universidades, públicos y privados, para unirse decididamente . Medellin y Antioquia habían abierto el camino que permitió los avances que hoy se ven en este campo.
Nace una nueva arquitectura social de colaboración
Poco a poco se llegó al convencimiento que los esfuerzos individuales, por mejor intencionados, eran insuficientes para lograr el cambio. Se reconoció que la colaboración era uno de los valores críticos a desarrollar, ya que está cada vez más en el centro de los procesos innovadores. Era necesario generar mecanismos para tener una sociedad civil organizada para enfrentar los grandes retos del cambio de esta
El mensaje era contundente. Se necesitaba dejar los egos y los afanes de protagonismo a un lado. Por esta razón, se adoptó el modelo de Impacto Colectivo, que permitió alinear a cientos de organizaciones públicas y privadas, para generar el cambio en temas tan importantes como la educación. Era una respuesta que aportaba a uno de los escenarios identificados para Bogotá: el Panal de Abejas donde el liderazgo institucional se logró con " una visión estable , sostenible de largo plazo".
Doce años después, hay muchos proyectos y emprendedores que han surgido a lo largo de esta historia. Pero tal vez la innovación más importante que han logrado es la arquitectura que se armó para crear acciones colaborativas, entre una gran cantidad de actores. Hoy, en diferentes partes del país, estos grupos tienen una visión compartida y un propósito bien definido, que les ha permitido avanzar.
Llama mucho la atención el surgimiento de redes locales muy fuertes que hoy sustentan el cambio que muestra la sociedad colombiana. En Bogotá, hoy se aglutina a más de 300 organizaciones, que colectivamente están contribuyendo a generar cambios significativos en el sistema educativo, y en otros campos estratégicos. Su impacto se comienza a notar en los resultados internacionales en Educación. Muchos de los proyectos que se han generado como respuesta al ejercicio de escenarios, recibieron el apoyo decidido de esta red de organizaciones.
También es evidente la influencia de estas redes en el surgimiento de cientos de proyectos innovadores, y en la participación de más de 5.000 líderes locales identificados a lo largo de estos años. La mayoría son jóvenes que trabajan también con personas de otras generaciones, combinando el entusiasmo con la experiencia.
Bogotá es líder en América Latina en la construcción de una nueva institucionalidad colaborativa, que le ha permitido a esta ciudad, contar con el capital social requerido para impulsar los cambios que la han transformado en un modelo para el mundo. Se ha consolidado un elemento central del tercer escenario planteado hace una década.
Estos ejemplos colaborativos están comenzando a permear otros sectores de la sociedad colombiana, que ven en ellos unos excelentes modelos para imitar. Sectores como el de la Salud y la Justicia comienzan a capitalizar las lecciones de colaboración, aprendidas para la Educación.
Uno de los entrevistados para este artículo comentaba al referirse a los resultados obtenidos:" a pesar del escepticismo inicial, hoy podemos demostrar que la colaboración si paga y que el liderazgo es fundamental para lograrlo".
Lo que se evidencia, es que un país individualista como había sido tradicionalmente Colombia, pudo transitar hacia uno, donde la sumatoria de los esfuerzos individuales, jalonados por una visión de futuro poderosa, apoyados en un sistema educativo alineado, pueden multiplicar los resultados colectivos. Para este informe especial del ejemplo colombiano, The Economist pudo evidenciar que los cambios culturales, si bien son difíciles , se pueden lograr con un buen liderazgo.
El liderazgo de los jóvenes como agentes de cambio en la sociedad
Como se ve en el curso de este informe especial, se entendió que todo proceso de cambio necesita de una masa crítica de personas que puedan ejercer un liderazgo colectivo. En este nuevo entorno, que Colombia comenzó a construir a partir del 2016, se volvió un tema prioritario la formación de nuevas generaciones de líderes muy bien capacitados, para que a nivel nacional y regional, pudieran ayudar a mover a la sociedad, hacia la visión de futuro.
Esta nueva forma de pensar, ha permitido la formación de un movimiento de gente joven, que es cada vez más fuerte, conectado y visible, el cual se atrevió a liderar la experimentación de nuevas ideas de cambio, a través de la innovación, la tecnología, el emprendimiento y la creatividad. Bogotá tomó la delantera ya que este tema fue el más relevante en el ejercicio de escenarios 2025. Instituciones como la CCB, CONNECT y, fundaciones como Origen, impulsaron decididamente este proceso.
Hoy estos jóvenes son agentes de cambio en sus entornos y han logrado un impacto muy significativo, no sólo a través de sus ideas innovadoras y sus emprendimientos, sino al trabajar en redes de colaboración con sus pares de todos los rincones del país, pero también a nivel internacional. Recientemente en Bogotá, se celebró el Congreso Internacional de líderes jóvenes con la participación de 2000 personas provenientes de 70 países. La ciudad se ganó el ser la sede del evento, porque tenía ejemplos espectaculares de liderazgo juvenil transformando la ciudad.
Es interesante que, todos los entrevistados para este informe, coinciden en reconocer el impacto que ha tenido esta nueva generación de jóvenes que han terminado por cambiar el sistema educativo de manera importante. Sus acciones y resultados, han venido generando una conciencia cada vez mayor respecto a la orientación, que debe de tener la educación, para fomentar el liderazgo, la creatividad y el emprendimiento innovador en los alumnos.
Los jóvenes de más de 110 centros de educación superior se han venido uniendo a las redes de liderazgo locales. Hoy son el semillero más importante con el que cuenta la ciudad de personas con una visión distinta de su responsabilidad como agentes de cambio en la Región. Zonas como Soacha, municipio vecino a Bogotá, ha sido un campo experimental en la generación de redes locales poderosas lideradas por jóvenes universitarios de la zona.
Las oportunidades que hoy ofrece el campo colombiano se han vuelto un magneto para muchos. Los jóvenes vieron esta oportunidad y muchos de ellos están regresando a sus regiones de origen para ayudar a la transformación y aprovechar las nuevas oportunidades. Se ha creado una red de innovadores jóvenes en el agro colombiano.
La tecnología, a través de diversas herramientas y plataformas, les permite a los jóvenes compartir experiencias y aprendizajes. Y el resultado más palpable es que en Colombia está emergiendo un grupo numeroso de nuevos líderes, que han venido desplazando del imaginario colectivo, a los “Pablos Escobares”, que durante décadas fueron los modelos de rol, de la juventud de este país.
Están surgiendo unas nuevas camadas de líderes jóvenes, algunos de los cuales han entrado al ejercicio de la política, con gran fuerza. Su impacto está generando un cambio en el imaginario de desprestigio de esta actividad vital para la sociedad. Pero además con una visión diferente, marcada por la idea suprema de trabajar por el bien común. Se está capitalizando una tendencia mundial que mueve a las nuevas generaciones en estas dos ultimas décadas: la de sentirse que quieren ser actores de la transformación social de su entorno. Es una generación que reconoce que los sueños son esperanzas de vida.
El liderazgo de los jóvenes, que apenas eran unos niños cuando se inició el movimiento, facilitó abrir nuevas conversaciones sobre el futuro, que permitieron vincular a la comunidad generando propuestas creativas e innovadoras para la solución de problemas propios de cada Región.
Otros hallazgos
El movimiento de ExI que ha surgido desde el 2012 ha incorporado una serie de iniciativas, programas y proyectos que se fueron adhiriendo. Diferentes temas unidos por una misma visión. Ha sido la manera más exitosa de darle vida al proceso que se inició. En la elaboración de este informe especial, hemos querido resaltar algunos de ellos por su impacto ya reconocido nacional e internacionalmente en el cambio que hoy muestra Colombia ante el mundo. En el siguiente artículo, se va mostrar una historia real que evidencia cómo han tenido impacto las diferentes iniciativas y la participación que han tenido las nuevas tecnologías.
Al hablar con diversos actores que han participado de este proceso de cambio, principalmente con jóvenes que hoy son ejemplo en varias regiones del país, vale la pena resaltar la pasión que transmiten, el sentido de propósito superior compartido que hay, y el hecho de que se sienten parte de una gran comunidad, que hoy opera en red en muchos municipios colombianos. Bogotá le debe una buena parte de su transformación, a estos jóvenes, que han sido apoyados por una nueva arquitectura de colaboración institucional y por las administraciones que ha tenido la ciudad en estos años.
La diversidad de las regiones se ha aprovechado como un gran activo del país y se evidencia en los liderazgos que han emergido.
La participación de las universidades en este proceso ha sido muy relevante porque han ayudado a la documentación del proceso, que ha servido como base de investigación con la participación de varias disciplinas. Un ejemplo muy interesante es el de El Laboratorio de Innovación Social de Uniminuto, que se sumó muy temprano a la iniciativa del grupo promotor. Hoy contribuye con muchas iniciativas con cubrimiento nacional.
Bogotá acaba de elegir al alcalde más joven de su historia, precisamente una persona que tuvo la oportunidad de formarse en los espacios de liderazgo, que se abrieron en estos años. Curiosamente, esta era una posibilidad que se dibujó en los escenarios que se hicieron para la ciudad hace una década. Y este es apenas un ejemplo de los miles de jóvenes que han comenzado carreras exitosas de emprendimiento empresarial y social que trabajan en sus redes locales.
De las políticas de Gobierno a unas políticas de Estado
Desde que Colombia llegó a un acuerdo para desmontar el aparato armado de las FARC, las administraciones nacionales y regionales han entendido la importancia de apoyar sus planes de desarrollo reforzando la visión de futuro que ha venido emergiendo durante estos años. Muchas de las políticas que la soportan, propuestas hace una década, hoy son políticas de Estado defendidas por toda la sociedad. Todas estas iniciativas y los nuevos líderes que han surgido en este país, están dejando una profunda huella en la sociedad.
La inversión en CTI que Colombia ha hecho para soportar los cambios producidos por la innovación en el campo social y económico, hoy está por encima de la del Brasil en la Region. Con 1.7% del PIB y una participación del 70% del sector empresarial, Colombia que había ingresado a la OECD , ya se acerca a los niveles de sus pares más desarrollados en el mundo. La formación de talento, la coherencia de las políticas, la seriedad y estabilidad del país, lo han convertido en el más atractivo para la inversión extranjera de largo plazo. Atrás quedaron las épocas de una sobre dependencia del petróleo y otros comodities.
Las expresiones de Innovacion x Educación = Desarrollo +Paz, y Experiencia x Entusiasmo= Cambio, son las ecuaciones que soportan la nueva narrativa colombiana y son parte fundamental de su visión de futuro. Se podría decir que es una manera diferente de darle sentido a las matemáticas, para apostar al desarrollo sostenible de un país.
Es emocionante poder ver de primera mano los cambios que se han producido en este país suramericano en un tiempo tan corto. Hay que recordar que en 1999, The New York Times lo declaraba como un país fallido. Hoy Colombia es un ejemplo de cambio. Un país con nueva narrativa donde cada vez hay más gente joven, que se atreve a soñar, a experimentar, y están convencidos que juntos pueden hacer la diferencia.
Este informe especial escrito desde el futuro, puede verse como una utopía o como un llamado a la acción. Y siguiendo con la frase de Mandela, si Colombia no es capaz de declarar el quiebre de su pasado, y acepta abrazar el futuro, habrá perdido una oportunidad histórica para hacerlo. No es un camino fácil ya que requiere de mucha paciencia y perseverancia, pero fundamentalmente de nuevos liderazgos alrededor de formas diferentes de pensar y observar nuestra realidad.
Una reflexión final:
Una visión de futuro sin acción es simplemente un sueño, una acción sin visión de futuro carece de sentido, una visión de futuro puesta en práctica puede cambiar el mundo. Por lo tanto, la pregunta fundamental es muy sencilla: ¿Qué país queremos comenzara construir el 24 de marzo del 2016 a partir del cierre del capítulo más violento de la historia con las FARC?. ¿Será que seguimos con la misma trayectoria y nos dejará el tren de la historia? O ¿Seremos capaces de cambiar el rumbo y crear el contexto para una nueva sociedad en paz?
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