El aislamiento forzoso que ha producido esta pandemia, ha obligado al cierre de los colegios y a repensar la manera en cómo continuar el proceso educativo utilizando la virtualidad. Esto ha significado una aceleración al cambio de paradigma que ya se venía venir.
El proceso de adaptación ha sido más duro para los maestros y los padres de familia. Para los niños, que hoy son parte de la generación digital, ha sido un cambio que no los había afectado tanto, salvo para aquellos que no han tenido los medios para conectarse al internet. Pero a medida que se ha ido extendIendo el confinamiento, y hay un alto riesgo de nuevos brotes, los efectos del aislamiento social comienzan a tener varias consecuencias, unas positivas y otra no tanto.
Dado el confinamiento que está en proceso, los padres han podido estar mucho más cerca de sus hijos y observar lo que está sucediendo con la educación virtual, lo que les están enseñando y la forma de hacerlo. Un posible cambio que está emergiendo, va a girar alrededor de la pertinencia de lo que necesitan los hijos aprender para la situación actual, como para lo que viene. Y posiblemente se va a valorar más lo que significa el espacio escolar para los padres que tienen que trabajar.
A pesar de las dificultades que hoy viven los papás, la pandemia ha sido un llamado para hacerse cargo de manera más cercana del proceso educativo de sus hijos. Antes de la crisis, los colegios y las escuelas, eran los lugares donde muchos padres se descargaban de sus responsabilidades compartidas. Dejaban al niño en ellos y se desentendían del proceso educativo.
También, llegó el momento de hacerse las preguntas difíciles que el sector ha venido rehuyendo por mucho tiempo. La razón, porque hay que aceptar la necesidad de alinear los esfuerzos del proceso educativo, con las nuevas realidades que la crisis está evidenciado y acelerando.
Me comentaban unas fuentes consultadas, que a pesar de algunos avances conseguidos, esta época ha sido particularmente difícil en el caso de los niños entre 3 y 5 años, para quienes mantenerlos atentos durante periodos largos en frente de un computador, si los tienen, es todo un reto para la institución educativa. Y también para los padres de familia, que necesitan trabajar. Para ellos el problema es más grave, cuando tienen que quedarse en casa cuidando a sus hijos, y sin ayuda.
La gran pregunta que muchas instituciones se están haciendo hoy, ante la incertidumbre de cuánto más tiempo va a durar esta situación tan compleja, se relaciona con las secuelas que van a quedar. Las alertas están prendidas por el impacto psicológico que el aislamiento social está teniendo en muchos niños y adolescentes. Hacia adelante, enfrentamos potencialmente una pandemia más difícil. Estos factores han aumentado la preocupación de muchos padres de familia sobre el impacto de estas dinámicas en el proceso de aprendizaje de sus hijos.
Pero como le ha sucedido a muchas organizaciones en esta época tan compleja, los colegios se han visto forzados a innovar. Han tenido que experimentar nuevos métodos pedagógicos, usar plataformas tecnológicas más avanzadas, capacitar a los maestros, pero también innovar en la manera de relacionarse con los padres de familia y con sus estudiantes. El mundo de la virtualidad llegó para quedarse. ¿Que tanto? Nadie lo sabe, pero no hay duda que será parte del nuevo panorama educativo que está emergiendo.
Pero la pandemia también va atraer otras cosas positivas. Ha obligado a las entidades educativas a acelerar procesos innovadores en muchas otras dimensiones de su hacer educativo. Una de estas, es la escucha activa de las necesidades de los niños y niñas que se están formando. El reto es capitalizar los aprendizajes y sostenerlos. Y para los padres, que han tenido la oportunidad de estar tan cerca del proceso virtual de sus hijos, hoy deberían tener mejores elementos para entender a sus hijo, acercarse a ellos, y evaluar la calidad del proceso educativo que están recibiendo.
Otras de las cosas interesantes que están surgiendo en estos meses, es el espacio que se ha abierto para la personalización del proceso educativo. Estas dinámicas están siendo aprovechadas especialmente por los modelos no convencionales de educación como Kalapa, apoyados en tecnologías como Progenti y Khan Academy. Según la opinión de algunas personas del sector educativo que consulté para este blog, están surgiendo muchas innovaciones que promueven la solidaridad y la democratización de la educación,
La personalización como la virtualización que lo facilita, llegaron para quedarse. Esta conversación también la están teniendo muy seriamente las entidades de educación superior.
Después de las reflexiones anteriores, que apuntan a los cambios que se pueden esperar en la educación escolar, hay una afirmación que se puede hacer hoy con muy poca probabilidad de equivocación. Sin saber por cuánto tiempo más va a durar el confinamiento, que ha puesto patas arriba al sistema de educación escolar en este periodo, el coronavirus dejará una marca indeleble en todos los involucrados: los niños, los maestros, los padres y en general todo el sistema educativo.
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