En mi blog anterior, sobre las omisiones que se observan en la campaña política actual, me referí al profesor James A Robinson, autor del libro “Porqué fracasan las naciones”, y de otro más reciente publicado en el 2019: “El corredor estrecho”, en donde propone un modelo para profundizar en el análisis del papel que juega el estado y la sociedad, en el manejo de la libertad y el desarrollo de la prosperidad.
Al leer con mucho cuidado las dos obras del profesor Robinson, es más fácil entender las barreras que frenan el desarrollo de un país como el nuestro, pero a su vez, muestra una luz de oportunidad, que ilumina el camino para mejorar las condiciones actuales.
Además, el autor nos invita a reflexionar sobre lo que realmente está en juego hoy en día, cuando la democracia y las instituciones que la sustentan, están siendo atacadas por varios frentes. Nos propone una mirada distinta a la importancia que le debemos de dar al desarrollo balanceado del estado y la sociedad, para lograr un prosperidad colectiva, equilibrada e incluyente, pero en el marco del ejercicio responsable de libertad que debemos defender.
Para comenzar, en su segundo libro, Robinson introduce su propuesta haciendo referencia al papel y la importancia que juega el ejercicio de la libertad, la cual define así:
“La libertad comienza cuando la gente es libre de violencia, intimidación y otros actos amenazantes. Las personas deben de poder tomar sus decisiones de manera libre acerca de su vidas y la forma de lograr sus objetivos, pero sin la amenaza de una penalización irrazonable o de unas sanciones sociales draconianas”.
Y menciona algo muy importante. La libertad no solo significa el poder escoger opciones, sino de ejercerla sin que haya factores externos que la limiten por la utilización de la fuerza, el poder desequilibrado, la amenaza o el uso de otros medios. Lamentablemente estos factores siempre han estado presentes en la historia de la humanidad.
Para enfrentarlos y controlarlos, nació el concepto del estado democrático, cuyo desarrollo se ha venido consolidando desde finales del siglo XVIII, para que además preste otros servicios que mejoren la calidad de vida de la gente. Desde esta perspectiva, el estado juega una papel fundamental en la sociedad. Pero ese poder que tiene, puede ser utilizado de manera excluyente, en beneficio de unos pocos y en detrimento del ejercicio de la libertad de los demás.
Y yo añadiría lo siguiente.
Uno de los elementos fundamentales para que el estado cumpla su rol sin abusos, es el de contar con un diseño legal y normativo que sea respetado y acatado por la sociedad. Un marco que defina y acote muy bien los límites para el ejercicio de la libertad con responsabilidad, en defensa del bien común pero protegiendo los derechos individuales.
El lograr este equilibrio genera confianza y permite sentar unas bases sostenibles para la democracia, el desarrollo incluyente del país y de una versión del capitalismo más alineada con los cambios y necesidades de la sociedad actual.
Pero para que el estado juegue bien su papel, también se necesita una arquitectura institucional que establezca controles y balances para que no hayan excesos en la utilización de los poderes que la sociedad le confiere al estado. Por esta razón, este poder se ha divido al interior del estado en tres ramas : la ejecutiva, la legislativo y la judicial.
Pero hay algo muy importante que se olvida muy fácilmente. Estas tres ramas que representan al estado , requieren de una sociedad fuerte, que como lo señala Robinson, se pueda movilizar para exigir que cumplan con los aspectos positivos que debe de ofrecer el conjunto del estado. Así se evita que, por falta de esta capacidad de actuación y control social, surjan los factores negativos que se traducen en los abusos de poder que caracterizan los estados autoritarios y despóticos, y que además benefician a unos pocos, con unos altísimos costos de pérdida de libertad y de bienestar para los demás.
En el juego para desarrollar un estado y una sociedad fuertes, Robinson propone que existe “un corredor” en el cual hay unas dinámicas de interacción entre las dos partes, donde se controlan mutuamente, pero en un proceso dinámico de competencia y también de colaboración. La confianza es un elemento central para que esta dinámica funcione, genere mucho valor y permita manejar los conflictos de una manera más inteligente.
Por fuera de ese corredor, hay cuatro posibilidades. Un estado fuerte y una sociedad débil que abre el espacio al despotismo y el autoritarismo. Un estado débil y una sociedad ausente, que define un estado de papel. Un estado débil y una sociedad más fuerte que define a un estado ausente. Finalmente un estado fuerte y una sociedad que también lo es que se encuentran en el corredor, y el que crea al estado que es controlado y colaborando con la sociedad.
Para Robinson Colombia está en esta la categoría del estado de papel. Esta es la peor posición que explica el descuido de las regiones marginadas, el conflicto armado bajo diferentes ropajes a lo largo de siete décadas, la corrupción como un cancer, los muy mediocres resultados de crecimiento económico y el aumento de las brechas sociales, entre otros temas. El autor había sido muy crítico de nuestro país en su primer libro, y en su segundo lo vuelve a hacer pero muestra un marco para la acción.
En resumen, la tesis de Robinson en su libro “El corredor estrecho”, es que hay un espacio en donde el estado y la sociedad fuertes, se encuentran e interactúan para reforzar el ejercicio de la libertad responsable. Donde hay ausencia de un estado para hacer cumplir la ley, no hay libertad. Y donde no hay una sociedad fuerte, hay un estado ausente o despótico y unas élites sin control que lo manejan. y que solo defienden los intereses particulares de unos pocos, y no el bienestar incluyente de todos.
Pero el tema no solo es el control mutuo. La colaboración entre las partes es esencial, si está basada en la confianza y en el respeto de los roles, definidos dentro del marco legal vigente . Esto significa, que la sociedad y el estado, desde los niveles locales, regionales y nacionales, deben contar con personas con la capacidad de ejercer el liderazgo, para movilizar a otros y conseguir su contribución.
Un objetivo de todo lo anterior, es la formación de una ciudadanía responsable y actuante que se interese y defienda el bien colectivo y público. Pero para que el planteamiento propuesto funcione, es fundamental la vinculación de las instituciones del estado. Con su aporte, el objetivo es lograr una participación colectiva y responsable, en la formulación y ejecución de iniciativas y proyectos que beneficien a la comunidad.
Sin una sociedad con ciudadanos dolientes que les importe su entorno y su comunidad, es imposible construir una nacionalidad que haga sentir orgullosos a los habitantes de un país y defender las instituciones que hacen posible su bienestar. Esta es la lamentable situación que vemos hoy en Colombia y que se ve reflejada en la calidad de la campaña actual por la Presidencia.
Si se lograra estructurar la dinámica de una ciudadanía mas responsable y activa, soportada por una mayor capacidad de liderazgo colectivo a nivel territorial en todo el país, se estaría generando las bases de una red de nodos de desarrollo local, que al estar conectados entre sí, se convertirían en un vehículo poderosísimo de participación para el ejercicio de la libertad y el fortalecimiento de una cultura que aprecie y defienda la democracia.
El equilibrio que propone Robinson, que se debe de dar “en el corredor” , entre una mayor capacidad del estado para cumplir con sus funciones, y una mayor capacidad de la sociedad para controlarlo pero también participando activamente, permite que el componente colaborativo e incluyente, se pueda desarrollar y tener una mirada complementaria.
Me refiero al desarrollo de agendas equilibradas, para el desarrollo territorial desde lo local, que impacten de manera incluyente los aspectos sociales, económicos y políticos de un territorio. Solo así se logra que haya apropiación social porque hay un beneficio colectivo que le da credibilidad y sostenibilidad en el tiempo a las iniciativas.
Como lo afirma Robinson, esto toma tiempo y mucho esfuerzo, así como el aprendizaje de las limitaciones que la sociedad les establece a los diferentes actores. También requiere aprender a trabajar juntos. Y yo reiteraría, que se necesita de un liderazgo colectivo a todos los niveles de la sociedad y en el mismo estado, porque implica un profundo cambio de mentalidad y de valores para lograrlo.
El marco conceptual del profesor Robinson le da mucho más solidez y urgencia a que hayan propuestas innovadoras en el país que permitan incrementar las capacidades del estado y de la sociedad para responder a las crecientes expectativas y necesidades de la gente. En la campaña actual estas brillan por su ausencia.
Se proponen soluciones técnicas a los problemas adaptativos que se enfrentan desde el estado, muchos de los cuales no tienen una solución o una respuesta. Hay un inmenso vacío programático para abordar el aumento de sus capacidades de desempeño institucional y normativo. Hoy estas están desbordadas por la velocidad de los cambios y el incremento exponencial de las insatisfacciones de la sociedad.
Pero el otro gran vacío programático, es que no se aborda la necesidad de aumentar la capacidad de la sociedad desde lo local, dentro del marco propuesto por Robinson. Y mucho menos se toca el papel del ejercicio del liderazgo colectivo para cambiar nuestra realidad.
Sin que estos temas sean parte de una agenda nacional para orientar la conversación de futuro que requiere Colombia con urgencia, no es posible que podamos esperar nada distinto hacia adelante. Y como lo mencionaba en mi blog anterior, lo único cierto será el aumento de las protestas sociales y la ingobernabilidad del país.
Sin embargo, no quiero terminar con un mensaje pesimista porque si hay propuestas innovadoras que están apareciendo en diferentes regiones. En Bogota están en marcha Diálogos de Futuro y Motores de Esperanza, a los cuales me he referido en otros blogs.
Con estas iniciativas de largo plazo, se busca fortalecer el liderazgo colectivo que movilice las capacidades de la sociedad para intervenir en la formulación de políticas, planes e iniciativas, para que de la mano del estado, aporten a la construcción y ejecución de unas agendas para desarrollo local y regional. El corazón de estas propuestas es la movilización de los actores claves en un territorio, agrupados en nodos de desarrollo cubriendo los frentes sociales, económicos y políticos.
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