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sábado, 5 de marzo de 2022

Tiembla Ucrania, tiembla el mundo


En mi blog de hace dos semanas, mencioné la importancia de conseguir un crecimiento balanceado del poder del   Estado y de la Sociedad, para lograr enfrentar de la mejor manera, los grandes desafíos que hoy están poniendo en peligro la democracia en el mundo. En ese momento Rusia todavía no había invadido a Ucrania. Rusia es el mejor ejemplo de lo que sucede, cuando hay un estado poderoso y corrupto, sin ningún control de la sociedad. Recomiendo al lector darle una lectura a mi blog para tener un mejor contexto para lo que viene.


Hoy, cuando la invasión violenta contra Ucrania ya es una realidad, y finalmente las democracias occidentales parecen haber comenzado a despertarse de un prolongado letargo, me ha parecido fascinante leer algunos comentarios alrededor de lo que está realmente en juego, por parte de formadores de opinión en Europa y Estados Unidos. En este blog voy a tratar de recoger estas diferentes visiones, y que pueden ayudar a entender mejor la magnitud de lo que significa el ataque de Putin y sus consecuencias futuras a nivel mundial.


El profesor James Robinson en sus dos libros a los que hago mención en un blog anterior, plantea que cuando hay un desbalance entre un estado fuerte y una sociedad débil, el resultado es el despotismo donde el poder absoluto corrompe las bases de una nación. Pero lo más importante es lo que está en juego: la libertad. 



Lo anterior es fundamental entenderlo para ver otro ángulo del problema. Jhon Stuart Mills se refería al liberalismo como una forma de vida construida sobre el respeto de la dignidad de la persona. Es un orden donde cada individuo “es libre” de experimentar en vivir, lo que le da a la sociedad una variedad de caracteres, permitiendo celebrar la libertad que facilita el crecimiento personal y la diversidad. Esa es la verdadera importancia del liberalismo y la preocupación que se esté desdibujado en el mundo entero.


Pero el ejercicio de la libertad, dentro de una democracia, tiene que enfrentar la realidad de la fragilidad de la naturaleza humana. Para Samuel Adams , uno de los padres de la Constitución Norteamericana, le preocupaba que, la codicia por el poder, era una pasión inherente a la condición humana que debía ser tenida en el diseño de la constitución. 


Desde esa época, quienes le dieron fundamentos al sistema democrático en los Estados Unidos, les preocupó mucho de que las mayorías puedan ser dirigidas por demagogos ávidos de poder. Como lo expresa el columnista David Brooks del NY Times, “el diseño constitucional debería  respetará la opinión popular y la ley de las mayorías,  pero al mismo tiempo, tener mecanismos para controlar la pasión popular y los prejuicios”. 


El genio de este trabajo constitucional,  fue buscar balancear la democracia con una sociedad empoderada, y un estado donde no se hiciera un abuso del poder respetando la libertad. En ese contexto, el reto era manejar la tensión entre dos creencias contrapuestas: la prevalencia de las mayorías y la tendencia a buscar ventajas personales por encima del bien común y de los derechos de las minorías. Para ello, se desarrollaron mecanismos de pesos y contrapesos para impedir que los demagogos y populistas se apoderaran de la nación.



Esa falta de pesos y contrapesos, es una parte de la explicación de la conducta de Putin, quien busca por todos los medios desestabilizar a la democracia occidental. Junto con su colega chino Xi Jingpin , ven que es un sistema en decadencia y qué hay una oportunidad de retomar lo que siempre ha sido la historia de la humanidad: el más fuerte se come al más débil.


Además de la libertad, lo que está en juego hoy en Ucrania y para las democracias, es muy importante: la aparente contradicción entre nacionalismo y liberalismo, entre la derecha y la izquierda. Pero en la práctica, no deberían de ser enemigo porque se encuentran alrededor del valor de la libertad, como lo afirma el historiador israelí Yuval Harari.  Claro el nacionalismo llevado a los extremos como en la Alemania Nazi o en Rusia, o la izquierda recalcitrante como en Cuba, acaban con la libertad.


Y por esta razón, es muy interesante el artículo que escribió  este historiador, cuando plantea que el corazón de la crisis en Ucrania gira al rededor de la pregunta fundamental sobre la naturaleza de la historia y la de la humanidad. ¿ Pueden los humanos cambiar la forma que se comportan y evitar que  la historia se repita de manera indefinida? ¿Estaremos los humanos condenados a recrear las tragedias pasadas sin cambiar ninguna cosa?


Hay quienes piensan que no es posible y que la ley de la selva es una ley natural. Pero la única constante en la historia de la humanidad es el cambio. De hecho, la tecnología, la cultura y la economía siguen cambiando y esto afecta las guerras. Y la mayoría de estos cambios son el resultado de las decisiones humanas. La decisión de un solo individuo en invadir a otro país, puede generar cambios profundos con repercusiones globales, tiembla el mundo.


Después del horror de la II Guerra en 1945, Harari señala que no había habido un solo caso, de una invasión de una super potencia, para borrar del mapa a una nación vecina. Los presupuestos de defensa se han venido disminuyendo, hasta que en la semana pasada, Alemania duplicó su presupuesto como respuesta a la agresión rusa. La paz de las ultimas siete décadas había sido uno de los logros más importantes de la humanidad. El ataque a Ucrania puede reversar esta tendencia.



Sin embargo, hay otra visión. La primera ministra de Lituania, también invitada por el Economist , mencionaba que la invasión a Ucrania estaba cantada pero no escuchada en Europa y los Estados Unidos. En ese país, Trump durante su presidencia, no ocultó su admiración por Putin a pesar de sus  actos de agresión. . 


Veamos algunos: el asalto cibernético a Estonia en el 2007, la guerra en Georgia en el 2008, la anexión de Crimea y de una parte de Ucrania en el 2014, el asesinato de sus rivales en las calles de Londres, de periodistas y opositores en su país. Habían sido las señales. lo suficientemente contundentes, como para haber despertado a los dirigentes europeos y norteamericanos, pero las dejaron pasar. 


Ahora, la realidad de la invasión a Ucrania, vuelve a hacer recordar la historia de Hitler en 1939 y el apaciguamiento de Chamberlain, primer ministro británico de la época. Con Putin se buscó una salida diplomática, pero esto es imposible de lograr “con un mentiroso patológico que ofrece promesas que nunca cumple”. Para este dictador, la vida humana es un medio para un fin: recuperar la grandeza de la Rusia de los Zares a cualquier precio. 


Para la Primer Ministra, los dictadores solo entienden el lenguaje de la fuerza y ojalá si es una acción militar. Cualquier otra cosa la ven como una señal de debilidad. De hecho, para los  dirigentes rusos y chinos, la democracia occidental está mostrando su debilidad qué hay que aprovechar.  No les preocupa una confrontación y le apuestan a la incapacidad de unión. Por la respuesta rapidísima de los países miembros de la OTAN y las manifestaciones mundiales, parece que Putin con su invasión se equivocó. 


Esta visión de la Primera Ministra parecería darles la razón a quienes opinan, que lo que está pasando, tenía que suceder, porque así ha sido a lo largo de la historia de la humanidad. Esta postura estaría en contravía a la propuesta por Harari.


Quiero terminar este blog volviendo al periodista Brooks. Dado que lo que está en el corazón es la libertad que es el fundamento de una aproximación liberal de la democracia contemporánea, está requiere ser cultivada y cuidada con mucho trabajo para que funcione, porque no es un tema natural al ser humano. 


La guerra, el autoritarismo, la explotación y abuso del más débil, han sido las condiciones imperantes a los largo de la historia. La invasión de Rusia a Ucrania, y lo que suceda hacia el futuro, nos dirán si en efecto la historia se repite, o si este ataque de Putin pudo ser controlado. Si es así, la historia hacia adelante, pueda terminar fortaleciendo a las democracias y cambiando la tendencia hacia el autoritarismo sin control de la sociedad, que es el mayor riesgo que hoy se ve en el mundo. 





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