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sábado, 6 de mayo de 2023

Un llamado urgente a la acción.

 


El discurso de Petro, el pasado primero de mayo, es un hecho muy grave que representa un quiebre en la historia política  de Colombia de los últimos sesenta años. Quien hoy debería ser  el presidente de todos los colombianos, ha declarado enemigos del pueblo  al sector privado y a todos los que no están de acuerdo con su visión del país que quiere refundar. Esta realidad debe de invitar al despertar de quienes esperaban ver una versión moderada de este individuo  en el poder. 



Pero también, es una alerta roja que invita a hacer una profunda reflexión y a sentirnos indignados,  por el rumbo que está tomando nuestro país en manos de quien representa la máxima figura de autoridad en nuestra sociedad. El pasado lunes, Petro se quitó la piel de oveja y dejó ver el verdadero lobo, que se escondió tácticamente para  llegar al poder.  



Parado en el balcón, que da sobre la Plaza de Armas a espaldas de la Casa de Nariño,  el Día del Trabajo,  invitó descaradamente a la confrontación de clases, a la descalificación de sus retractores y a promover con sus palabras irresponsables e incendiarias,  al uso de la violencia.  Sin pudor nos amenazó  con una revolución  si no se  aprueba su agenda de cambios y de poderes especiales. 


A esta actitud, se le sumó su ataque frontal contra el Fiscal General de la Nación, quien anunció  que deberá sacar   su familia del país temiendo por su vida. 



Los eventos de esta semana no me sorprenden.  De hecho, yo   anticipé hace más de dos meses, que el lobo finalmente se iba a quitar su piel de oveja.  Su perorata incendiaria del lunes, junto con la retirada de su gabinete de siete ministros y el ataque al Fiscal General, muestra que se sentía muy incómodo con su nuevo disfraz. 


Claramente esta piel no correspondía con su verdadera naturaleza de disociador y agitador profesional. Como guerrillero trató de destruir el sistema,  y hoy   ya en el poder, quiere usar  los mecanismos de la democracia, que claramente le incomodan, para hacer su sueño una realidad. 


Los eventos de esta semana, son un anticipo de lo que nos espera hacia adelante, en lo que queda de su mandato, si no se perpetúa en su cargo. Pero también, nuestras peores miedos se volverán una realidad, si no hacemos nada y nos quedamos impávidos viendo como Petro demuele nuestra precaria democracia para quedarse en el poder. Hay que entender que Petro está siguiendo la partitura de otros autócratas latinoamericanos que hoy están atornillados y han destrozado a sus países. 


Para actuar, debemos  comprender   el problema al que nos estamos enfrentando, quienes no comulgamos con la forma y el fondo de lo que propone hacer Petro con Colombia.   El  lobo, que hoy ocupa la más alta posición del Estado,  es un individuo que se cree un iluminado, convencido que su misión en la vida, es refundar a cualquier costo a Colombia. 


Petro quiere que se le aprueben sus reformas,  ignorando  los avances y los esfuerzos realizados  como sociedad. En sus discursos incendiarios, demuestra que no le interesa  construir los cambios que propone sobre ellos. Pero también se equivoca,    al asumir que  su victoria  le permite imponer sus ideas sin escuchar ni conciliar con quienes pensamos diferente. 


Petro  actúa deliberadamente , propiciando semanalmente varios incendios que están generando  un clima de incertidumbre inmenso para el país. Se ha venido creando un clima que  paraliza las inversiones,  agudiza el desempleo y aumenta exponencialmente la inseguridad en el país.


Tampoco le importa mucho, si el  costo de imponer sus caprichos,  significa  destruir la democracia que le permitió llegar a la Casa de Nariño como el presidente de todos los colombianos  y no solo de quienes votaron por él .  No quiere aceptar que su victoria, por un escaso margen, no le da la patente de corzo para imponer su visión de cambio para toda  la sociedad colombiana



Estamos viendo un momento histórico donde polarización se está promoviendo deliberadamente desde la Casa de Nariño , a pesar de  que en  su discurso de posesión. Petro ofreció gobernar para   todos los colombianos. Pero esa oferta, como muchas otras que hizo durante su vida política, no podía ser verdad porque su forma de ser,  se lo impide.


A pesar de las horas obscuras que estamos viviendo en Colombia, gracias al pésimo ejemplo que estamos viendo por parte de quien detenta la más alta dignidad del estado, veo como muy positivo que el despertar ya comenzó. Son cada vez más los llamados a formar parte de grupos de personas y organizaciones, que se están reuniendo para proponer acciones concretas para enfrentar inteligentemente esta nueva realidad. 


No es el momento de dejarse paralizar por el miedo ni asumir una actitud indiferente. Este llamado es especialmente relevante para el sector privado que se ha convertido en el trompo de poner de Petro para justificar su incapacidad y propuestas dañinas para el pais.


PD: en blogs anteriores, me he referido a la iniciativa de Motores de Esperanza, que muestra un camino donde el sector privado puede participar vinculándose de manera activa con las comunidades donde actúa.. 

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