La historia y la filosofía son la mejores guías para navegar el entorno tormentoso de hoy
En medio de la confusión producida por un entorno que cambia cada vez más rápido, la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad son las marca de nuestra época. Esta realidad la están aprovechando dirigentes políticos sin escrúpulos, para crear aún más agitación y desorden, en beneficio de sus agendas personales orientadas a perpetuarse en el poder.
Es en estos momentos de coyuntura, cuando es útil volver la mirada hacia la historia y la filosofía, para encontrar referencias y criterios que nos ayuden a no perder el norte, en medio de una tormenta donde es muy fácil desorientarse y claudicar. Pero también, para entender y descifrar mejor la complejidad del entorno actual.
El contexto que aporta la historia
La crisis de la pandemia, sumada a un cúmulo de problemas que no se han resuelto adecuadamente, es lo que llevó al poder al gobierno actual. Hoy, ya es muy clara su visión de extrema izquierda que quiere imponer para “refundar al país”. Es una mirada ideológica, que desconoce olímpicamente la historia de logros, que se han ido construyendo con mucho esfuerzo a lo largo de varias décadas.
El mejor ejemplo lo estamos viendo en el trámite de la reforma al sistema de salud. De una manera irresponsable, se quiere volver al pasado con el modelo del Seguro Social en manos del Estado, que fracasó estruendosamente, con un altísimo costo para la sociedad.
Para las nuevas generaciones, la historia no es una materia relevante. Por lo tanto, al no contar con los referentes del pasado, no tienen los criterios que les sirvan para evaluar críticamente los cambios que hoy se están forzando por parte del gobierno actual. Pero más grave aún, tampoco les permite defender los avances conseguidos que deben de ser las bases para mejorar y progresar.
Cambiar por cambiar con una agenda ideológica que nos devuelve al pasado, sin tener la historia como referente, tiene otro problema muy crítico relacionado con nuestra cultura e identidad nacional. Cuando no hay la conciencia de una historia compartida, es muy difícil construir una identidad y un propósito superior, que inspire y proyecte a la sociedad a unos niveles mayores de desarrollo.
El contexto que aporta la filosofía
Ahora veamos el ángulo que proviene de la filosofía. Esta disciplina gira alrededor de las ideas y el pensamiento sobre los cuales se construye el progreso .
Aristóteles y Sócrates, proponían que la filosofía tenía mucho mas que ver con las conversaciones con otros y el relacionamiento con los ciudadanos y no con el mundo interior, como lo planteaba Platón.
Hannah Arendt nació en Alemania y es considerada una de las filósofas contemporáneas más importantes del siglo XX. Recientemente tuve la oportunidad de escuchar un podcast sobre su trabajo, donde en su libro la Banalidad del Mal, llega a la misma conclusión que estos dos filosos griegos. Al comenzar la II Guerra Mundial, Arendt criticó a los filósofos, que de manera aislada, contemplaban la realidad mientras el mundo se destruía. Para ella, la posición de vivir el mundo real, de conectarse con otros, es la que permite vivir la dimensión política que nos hace ser humanos. Sus reflexiones son muy útiles para entender los peligros y las oportunidades de un momento como el actual en Colombia.
Para ésta filosofa, que le gustaba que la llamaran teórica política, el ser humano se divide en tres categorías: la mano de obra que se refiere a las actividades diarias biológicas para mantener la existencia como comer, beber, dormir, etc. El trabajo que define la producción de artefactos culturales que nos permiten existir dentro de una cultura donde vivir. Y la acción que nos hace ser políticos en el contexto de ser ciudadanos iguales que participan en la vida pública.
Esta filosofa rescata el valor de la dimensión política, cuando afirma que le permite al ser humano llevar una vida activa que le da significado cultural e identidad al mundo donde habitamos. A diferencia de otros pensadores como Lock, que la ven como un medio para lograr un fin económico, para Hannah lo político es un fin al que se subordina el elemento económico.
Algunos pensadores de la era de la Ilustración, consideraban que sí era posible lograr la colaboración basada solo en los beneficios económicos mutuos, y subestimaban los argumentos políticos. Pero Hannah no estaba de acuerdo, porque para ella, las discusiones alrededor de la participación política, son centrales a la existencia humana, y son fundamentales para establecer los valores de la identidad personal.
Hoy, la gente está experimentando una crisis de identidad, que los hace muy vulnerables a la manipulación de los populistas y demagogos, La era de la Ilustración ha convertido a los seres humanos en seres económicos. Cuando a una persona se le pregunta quien es , la respuesta se centra en la profesión que no tiene nada que ver con los valores y con lo que la persona es.
A los niños se les pregunta qué es lo que quieren hacer cuando sean mayores y no quiénes quieren ser. Según Arendt, el foco está en lo que hace la persona para ganarse la vida. Los temas para mantener su existencia biológica, se realizan en actividades que nos les ofrecen significado ni identidad.
De acuerdo con esta filosofa, otra marcas de identidad en la época actual, que construyen quién es la persona, se relaciona con lo que ésta posee. Las transacciones que hace, definen su sentido de identidad. Es una identidad fragmentada .
Los valores de la era de la Ilustración sembraron las bases de la época actual. La persona es una pieza en una máquina económica y no una persona activa en su comunidad. La política en la modernidad, se limita a prender la TV o conectarse a las redes sociales, para recibir pasivamente lo que se transmite, fragmentando la realidad y aislando al individuo.
Se ha perdido la participación activa de la gente en la comunidad, que si acaso se limita a twittear un comentario agresivo o a expresarse violentamente en las calles, como sucede en la actualidad.
Pero Hannah es igualmente crítica del marxismo que emergió de la era de la Ilustración. Es un sistema que usa a las personas para lograr un rol fundamentalmente económico, en lugar de verlas como unos actores políticos. Ojo, uno de los objetivos del marxismo es eliminar la participación política como instrumento, porque no se necesita en una sociedad sin clases y despolitizada.
Hannah piensa que el Capitalismo y el Marxismo, al reducir todo, al tema económico, priva a la gente de una pieza clave de su humanidad. Y se hace dos preguntas: ¿cómo llegan al poder los autócratas? y una vez en él, ¿ cómo se mantienen?.
Los autócratas llegan al poder a través de un proceso de exclusión automática de la actividad política. En estos regímenes , no es una coincidencia que no sea una prioridad el discurso libre y político, entre los ciudadanos. En este entorno, los medios de comunicación son un estorbo y los detractores políticos desaparecen con facilidad. Venezuela y Nicaragua son dos ejemplos vivos de estas dinámicas nefastas. Y lo que está sucediendo en Colombia con los medios de comunicación, son una señal en el mismo sentido.
El producto de la modernidad es la cultura de masas donde la infelicidad es el resultado del desbalance del trabajo, el consumo, y la búsqueda permanente para obtener la gratificación. Su desarrollo explica el nacimiento del totalitarismo en el siglo XX, que hoy lo estamos volviendo a ver con mucha fuerza gracias a que hay gente que vive en un estado de zozobra y de búsqueda de identidad.
Estas personas, conforman las masas que, los demagogos como Petro, llaman el pueblo, . Son presas fáciles de grupos que les ofrecen una identidad. Se vuelven en unas marionetas sin una voz política, que buscan moverse a favor de algo, sin distinguir si es un grupo político con intenciones malvadas. Esta transformación se dá cuando la gente decide dejar de pensar por si mismos, y tomar su identidad y valores de otro grupo .
Es el costo de no tener una vida política, que permita construir la identidad y valores propios, en un mundo donde la transformación hacia el totalitarismo es mucho más fácil. Es la historia del nazismo en Alemania, donde había un grupo de personas buscando su identidad, aceptando que alguien más le dijera quien deberían ser. Fueron personas que escogieron el camino de no pensar, lo que explica el porqué millones de alemanes voltearon la espalda para no ver, y dejar que se masacraran a millones de seres humanos en los campos de concentración.
Arendt nos recuerda que los nazis no llegaron mediante un golpe de estado al poder. Lo hicieron por la vía de las elecciones. Fue una masa de gente sin una vida política, sin valores, que compraron una identidad ofrecida por Hitler. Este es el ejemplo más patético de la banalidad del mal.
¿Cómo se mantiene en el poder el totalitarismo? Se requiere la exclusión de la persona de la vida política, y del uso de un mensaje simple y homogéneo . La meta del totalitarismo es agrupar a la población en una masa gigante de una sola voz- el pueblo- donde la diversidad no cabe. Es la razón por la que no se aceptan la disidencia ni la idea de ciudadanos iguales comprometidos en un discurso público.
El enemigo del totalitarismo es la polaridad de opiniones , que se logra en el ámbito donde se puedan oír diversas voces políticas. Al deshumanizar a la gente, quitándoles su expresión política , se logra presionarlas continuamente mediante la amenaza del uso de la violencia de parte de la gente en el poder (las Guardias Indígenas de Petro) .La gente queda reducida a un manojo de reflejos. Es el uso sistemático del terror.
En resumen, según la filósofa Arendt, es un craso error no estar comprometidos a participar en la vida activa en el ámbito de lo político. La filosofía y la política siempre van a estar conectadas. Negarlo es ser complaciente y buscar sentirse seguro, pero eso es una ilusión, como lo aprendieron muchos alemanes en la época de Hitler, y los venezolanos con Chaves y Maduro y los nicaragüenses con Ortega.
Para que aparezca el totalitarismo autoritario, y surja la banalidad diabólica, como, la llama Hannah, es porque hay una ausencia de ciudadanos iguales, activos y comprometidos en el campo de lo público.
La filósofa Arendt nos ilustra con especial contundencia el libreto que se está develando en Colombia. El totalitarismo, en cabeza de Petro, se nutre del miedo, de nuestra desesperanza, de nuestra decisión de no participar de lo público, de no elevar nuestra voz, de no ejercer nuestra individualidad, sin darnos cuenta que al hacerlo, la obra avanza y el tirano prepara su estocada final, perpetuarse, con el apoyo del pueblo, en el poder.
¿Es eso lo que queremos?
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