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sábado, 1 de marzo de 2025

Las relaciones humanas están en crisis

 


En mi último blog hice una defensa del Metro y del impacto transformador que va a tener en una urbe como Bogotá. Mencioné que la infraestructura física de esta Mega obra, necesita una infraestructura mental que la acompañe. Y en el corazón de esta última , está tener la capacidad de lograr un tejido social basado en el desarrollo de una red  relacionamientos productivos que permitan ser las bases de una cultura de confianza, corresponsabilidad y apropiación colectiva. En este blog voy a bordar el tema de las relaciones humanas, que como la cultura, en el entorno convulsionado también es invisible. 


Es muy paradójico que, en un mundo cada vez más interconectado, donde la complejidad de los retos sistémicos que nos afectan es cada vez mayor, y nuestra capacidad individual de enfrentarlos es cada vez menor, es muy difícil construir relaciones productivas a diferentes niveles de la sociedad. Hacerlo es un arte que hay que cultivar. Las relaciones humanas están en crisis

Las consecuencias alarmantes de este problema , se están viendo reflejadas en una fragmentación social, en la acumulación de problemas sin resolver, y en unas decisiones incomprensibles que están impactando profundamente  la política nacional e internacional y la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo. 

Veamos algunas de sus manifestaciones recientes más preocupantes.


    • El mundo ve desconcertado como Trump, está demoliendo deliberadamente décadas de construcción colectiva a nivel internacional promovida por su país: su intención de debilitar alianzas como NATO y de ceder ante Pantin en Ucrania; su decisión de salirse de organizaciones como OMS y otras instituciones construidas alrededor de las Naciones Unidas. Y esto ocurre después del COVID-19 y los efectos acelerados del calentamiento global, y la invasión de Rusia a Ucrania,  cuyos causas y rectos son negados o distorsionados por individuos extremistas como el mismo Trump.
    • Los altísimos niveles de desconfianza que hoy miden las encuestas en relación a las instituciones y los principales actores que hoy afectan a la comunidad.

    • La incapacidad de liderazgo individual y colectivo es cada vez mayor: el caso de Petro y su garbilla en Colombia es emblemático, y la pasividad o cobardía de nuestra sociedad que ve desde la barrera la demolición institucional de nuestro país y no se moviliza .
    • La creciente dificultad de las personas para generar consensos y resolver sus conflictos, sin recurrir a la fuerza. En Colombia llevamos décadas de violencia a todos los niveles en nuestra sociedad y hoy las bandas criminales tienen acorralado al país como hace 25 años.

    • El aumento de los divorcios que muestran unas relaciones frágiles que se fracturan fácilmente ante la primera dificultad. Esto se está traduciendo en familias disfuncionales, en las caídas dramáticas en la natalidad , entre otras manifestaciones muy preocupantes.
    • La falta de cohesión en las comunidades que demuestran muchísimas dificultades para generar acuerdos colectivos . Las dinámicas de confrontación en las asambleas de las copropiedades, la intolerancia y la descalificación de quienes opinan diferente, son algunas de las manifestaciones que hoy se ven cada vez más.

    • El aumento significativo de suicidios y de enfermedades mentales en personas deprimidas y afectadas profundamente por su soledad. Esta realidad acelerada por la pandemia, ha crecido alarmantemente. Es hoy uno de los grandes problemas ocultos de nuestra sociedad.

Todas estas dinámicas no son casuales. Hay que sumarle la transformación digital  que ha cambiado radicalmente la manera en que nos relacionamos, favoreciendo interacciones superficiales en redes sociales sobre la construcción de vínculos profundos y duraderos.

 A estas realidades, se suman factores como el individualismo exacerbado, la polarización ideológica y la desconfianza hacia las instituciones, lo que debilita los lazos de cooperación. En muchas sociedades, la falta de contacto directo entre personas ha reducido la capacidad de comprensión mutua, lo que agrava las tensiones y dificulta la construcción de consensos.

Pero profundizando un poco más allá de las manifestaciones evidentes de un mundo con incapacidad de construir y mantener relaciones productivas, hay otros factores a considerar. 


Desde una perspectiva sociológica, la cohesión social se fundamenta en la confianza, la reciprocidad y la interdependencia. Sin embargo, vivimos en un entorno donde prima la competencia sobre la colaboración, y donde la percepción del otro como una amenaza, impide la construcción de puentes y relaciones duraderas

A todo lo anterior, se añade una crisis en la transmisión de valores fundamentales, pues muchas familias y sistemas educativos han dejado de priorizar la enseñanza de habilidades sociales claves. En términos antropológicos, las sociedades han evolucionado mediante redes de apoyo mutuo, pero hoy en día, muchas de estas estructuras han sido debilitadas por dinámicas económicas y culturales que priorizan la autonomía sobre la interdependencia.

Todas estas manifestaciones reflejan una sociedad enferma que enfrenta serios desafíos en la construcción de relaciones productivas sostenibles.


Qué hacer? Esa debe ser la gran pregunta de nuestra época . Veamos algunas de las cosas que se deben de priorizar.

  1. Educación para la convivencia: Incluir y reforzar con urgencia en los currículos escolares, universitarios y de formación en las empresas, el desarrollo  de las habilidades de resolución de conflictos, comunicación efectiva y empatía, permitiendo que desde la infancia y a lo largo de la vida, se internalicen los valores de la cooperación y el respeto mutuo. Necesitamos desarrollar una cultura ciudadana que hoy no tenemos, basada en unas capacidades de relacionamiento que hoy son muy débiles o inexistentes.
  2. Fortalecimiento de espacios comunitarios: Crear foros, redes de apoyo y programas de voluntariado que refuercen los vínculos entre los ciudadanos. Espacios públicos diseñados para la interacción social, como parques y centros comunitarios, pueden jugar un papel clave de encuentro con el otro.
  3. Liderazgo basado en la colaboración: Impulsar modelos de liderazgo colectivo que prioricen el diálogo y la construcción de consensos, donde las decisiones sean el resultado de procesos participativos que incluyan diversas voces y perspectivas, y donde se aprenda a mirar las ideas distintas con curiosidad, respeto y apertura.
  4. Uso responsable de la tecnología: Fomentar interacciones digitales que promuevan el respeto y la cooperación en lugar de la confrontación y el anonimato destructivo. Las plataformas digitales pueden ser utilizadas como herramientas para la unión y el debate constructivo en lugar de la polarización.
  5. Revalorización del compromiso en las relaciones interpersonales: Promover valores como la lealtad, el respeto y la construcción de relaciones a largo plazo tanto en la esfera personal como en la profesional. Se debe resaltar la importancia del trabajo en equipo y la responsabilidad compartida para alcanzar objetivos comunes.

Además, es crucial que se creen políticas públicas que incentiven la colaboración y el fortalecimiento de redes de apoyo en diversos sectores de la sociedad. Los gobiernos pueden jugar un papel clave al generar incentivos para proyectos comunitarios y empresas que promuevan la integración social.


El mundo contemporáneo enfrenta desafíos cada vez más complejos que requieren soluciones colectivas. Para superar esta crisis relacional, es urgente reconstruir la confianza y fomentar la interdependencia positiva en todos los ámbitos de la vida social. La clave está en reconocer que el verdadero progreso no se logra en aislamiento, sino en comunidad, donde cada individuo aporta y se beneficia del bienestar común. Solo a través de un esfuerzo conjunto, podremos revertir esta tendencia y crear sociedades más cohesionadas y resilientes.

Por la importancia de este tema , lo voy a profundizar en el siguiente blog.



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