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sábado, 11 de abril de 2015
La crisis institucional y de confianza
Con bastante curiosidad, me puse a hacer un recuento de las noticias más recientes de las últimas semanas, con el fin de ver cuál es el panorama nacional que tenemos ante nuestro ojos. A pesar de los avances que muestra la sociedad en las últimas décadas, es necesario reconocer que todavía tenemos que superar obstáculos muy importantes para seguir progresando y ser un país cada día mas relevante en el contexto internacional.
Hay que aceptar que los colombianos tenemos la tendencia de ver mas el vaso medio vacío, desconociendo muchas veces los avances conseguidos en las últimas décadas. Esto es muy evidente para los extranjeros que hoy invierten en nuestro país, y que con su billetera, están dando un voto de confianza al futuro que le ven a Colombia, en el contexto latinoamericano.
El comentario anterior no implica ser ciegos ni pecar por exceso de optimismo. Es necesario hacer un esfuerzo consiente para identificar donde están los obstáculos que se atraviesan en la vía de nuestro desarrollo, para poder sortearlos con inteligencia. Por esta razón, es necesario mirar las noticias con esta perspectiva, ya que es muy diferente hacerlo de manera individual y aislada, a analizarlas con una visión sistémica y de conjunto. La lectura que se logra sirve para descifrar mejor lo que está sucediendo y las tendencias hacia adelante. Veamos algunos ejemplos.
"Desecan la Ciénaga Grande de Santa Marta a las espaldas de las autoridades locales y nacionales"; "El asesino de cuatro niños se fuga de una cárcel administrada por el INPEC, sin que se sepa como lo logró"; "Se adueñan de predios adquiridos para la construcción de la ALO en las narices de las autoridades de Bogotá"; "la catástrofe de la nueva coca desbasta ambientalmente muchas zonas del país"; "la Corte Constitucional envuelta en el más grande escándalo de su historia", y un largo etc., etc., etc.
¿Que tienen en común este rosario de noticias muy preocupantes? En el fondo de todas ellas hay una alarmante incapacidad institucional que hoy se percibe, cada vez más, en los diferentes ámbitos de la vida nacional. Las autoridades ambientales, carcelarias, distritales, y judiciales, entre otras, brillan por su ausencia, negligencia, incapacidad, o por la corrupción que las carcome como un cáncer.
Es evidente que nuestra situación institucional está siendo desborda por los hechos y por una sociedad cada vez más ingobernable. Este es un gran obstáculo para enfrentar exitosamente los retos históricos que posiblemente se van a materializar muy rápidamente, no solo por las negociaciones de la Habana, sino por la realidad mundial que enfrenta nuestra sociedad colombiana.
Esta debilidad de gobernabilidad se está traduciendo en una tendencia cada vez más alarmante de desconfianza, hacia todas las instituciones que son los pilares de nuestra vida democrática. Los semáforos están en rojo hace rato y la pregunta es si los queremos ver para cambiarlos, antes de que sea muy tarde.
Al final del año pasado, Gallup Colombia presentó una encuesta sobre el nivel de confianza que tienen los colombianos en sus instituciones. No se que es más desconcertante, si los resultados presentados, o el nivel de indiferencia y la nula discusión que se dio al respecto. Lo más impactante, es que son los más bajos resultados desde que se publican este tipo de encuestas.
Los colombianos han perdido la confianza definitivamente en el Congreso y los partidos políticos. La noticia es que la desconfianza en el Congreso (67 %) es la mas baja desde el 2000, y la de los partidos políticos (74 %), es la peor de los últimos 7 años. Estos son unos malos indicadores que han empeorado aun mas.
La percepción del Poder Judicial es aún más grave. Hace cinco meses, la calificación sobre el sistema judicial colombiano era negativa en un 74 %, la peor en 14 años. La imagen de la Corte Suprema de Justicia tenia un 53 % desfavorable. La "joya del sistema judicial, la Corte Constitucional", tenía la peor imagen desde el 2000 (47 %), y lo mismo sucede con la Fiscalía (51 %). Estoy seguro que después del Preteltgate, escándalo de corrupción que ha explotado al interior de la Corte Constitucional, en la actualidad todas estas cifras pueden haber llegado a niveles mucho más elevados de desfavorabilidad, lo cual en mi concepto es una tragedia.
Pero la situación para los organismos de control es igualmente desastrosa: la desfavorabilidad de la Procuraduría (68 %) y la de la Contraloría (69 %) son las peores indicadores en lo que va del siglo. Es muy impresionante que esta percepción de desconfianza cobije hasta la Junta Directiva del Banco de la República, organismo autónomo y extraño para el ciudadano corriente, que vive su peor momento de las últimas dos décadas con un nivel del 35 %.
En el caso del Gobierno Nacional, solo el 31% de los encuestados por la firma Ipsos confiaba en que estaba haciendo una buena labor. Las Fuerzas Armadas, de acuerdo a la misma encuesta, muestran una confianza del 56%, cifra que viene cayendo desde las últimas encuestas.
Como se puede observar en los resultados del 2014, es muy claro que la sociedad colombiana enfrenta en simultánea dos graves problemas hacia el futuro inmediato: la crisis institucional y la pérdida de la confianza de la gente.
Si no se toman en serio estos dos problemas conectados entre si, es muy improbable la sostenibilidad de un proceso de desarrollo, que hoy enfrenta un eventual negociación de paz, y que a su vez está amenazado por una caída dramática de los precios de los productos básicos, como el petróleo, el oro, y el carbón, y que hoy representan más del 50% de las exportaciones colombianas.
Dada la inmensa insatisfacción que muestran las encuestas, el restablecimiento de la confianza y el fortalecimiento de las instituciones del Estado, deberían convertirse en el foco prioritario de la agenda nacional. Lamentablemente no soy muy optimista. Estos temas no son parte de una gran conversación nacional que vaya más allá del morbo de los escándalos mediáticos, y que nos asaltan todos los días. No hay un consenso nacional alrededor de su importancia para nuestro futuro democrático y su inmenso impacto en la sociedad.
Es evidente que falta mucho liderazgo y pedagogía ciudadana alrededor de aspectos tan críticos para una sociedad que aspire a ser viable y relevante en el siglo XXI. Como lo manifesté en mi blog anterior, este es un aspecto vital que tan bien brilla por su ausencia en los análisis que hoy se hacen de los obstáculos que enfrentamos para nuestro desarrollo. Por lo tanto, no es de extrañar que las encuestas reflejen una inmensa desconfianza, ante la falta de sintonía que muestran nuestros políticos ante estas realidades.
En un próximo blog, voy a bordar más de fondo un tópico vital para las sociedades contemporáneas: el papel de la confianza en la construcción del capital social y su impacto para el desarrollo. Hace un tiempo lo traté cuando publicaba mi blog en semana.com, y ahora lo volveré a hacer, porque creo que el tema es más urgente que nunca.
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