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viernes, 10 de mayo de 2019

El miedo y su impacto en la sociedad

El miedo es una de las emociones más fuertes que puede sentir el ser humano. El sentir miedo no es algo que uno controle ante una situación de peligro o desconocida. Tiene aspectos positivos, porque nos hace cautos en ciertas circunstancias, para protegernos de un daño o una amenaza eminente. Pero tiene un lado muy negativo, cuando se convierte en un estado de ánimo permanente que secuestra a la persona.

Hoy vivimos en un entorno donde las noticias negativas no hacen sino exacerbar el miedo a nivel personal y colectivo. Esta emoción es manipulada por muchos políticos para lograr sus fines y mover a los votantes de manera irreflexiva en las urnas. 

Estamos viviendo un momento, en donde el miedo, es el sello principal de estos tiempos, no solo en Colombia, sino también en muchas otras partes del mundo. En Europa el miedo a los emigrantes explica el resultado desastroso del Brexit en la GB. Este mismo factor, explica la llegada de extremista de derecha al poder en Polonia, Hungría, Italia  en ese continente.

La elección de Trump en lo Estados Unidos, promoviendo el miedo hacia los emigrantes mexicanos, como crimínales en potencia, es otro caso patético del mismo fenómeno. Este tema es especialmente severo en ese país después del atentado del 11 de septiembre del 2001, cuando se enfrentaron con la realidad: eran vulnerables a actos demenciales de terrorismo en su territorio. Pero también se ha reforzado gracias a los asesinatos en masa en colegios, universidades y otros sitios públicos, que han sembrado el terror en la sociedad norteamericana.

Y no podemos olvidarnos del caso colombiano. Los opositores al acuerdo con las FARC, liderados por Uribe, utilizaron el miedo como un factor determinante, para ganar por un escaso margen, el plebiscito convocado por Santos cuando era presidente. El miedo al chavismo y las FARC, hoy desmovilizadas, le ha dado al Centro Democrático unos réditos electorales muy importantes. El actual presidente Duque llega al poder gracias a ese factor.

Evidentemente este ambiente de miedo y desconfianza, también ha sido utilizado por los medios de comunicación y las redes sociales que sirven de cajas de resonancia. Para los primeros, es una forma de mejorar sus ratings, y para los segundos, alimentar el imaginario colectivo con temores muchas veces infundados y mentirosos.

Otro factor, que está contribuyendo a esparcir el miedo, es la debilidad de las instituciones que no son capaces de responder por los temas básicos de seguridad y de protección del ciudadano. 

También, está influyendo la descomposición de la familia, que ya no sirve como una red de seguridad durante las etapas tempranas del crecimiento de los niños. Las experiencias de violencia intrafamiliar, y los abusos de las mujeres, son parte de este cuadro que genera miedo hoy en día en nuestra sociedad. 

Otra consecuencia del ambiente de miedo permanente que hoy caracteriza a las sociedad contemporánea, es el estrés que esto genera y el efecto en los problemas de salud que esto produce. La depresión es un fenómeno en alza que se ve reflejado en el incremento de suicidios, especialmente en las personas jóvenes. La pérdida de confianza y de auto estima, es un problema muy preocupante, que hoy se observa en mucha gente secuestrada por el miedo.

La dinámica del miedo es bien conocida. Hay alguien o algo, afuera de nosotros, que nos puede hacer daño y sobre lo cual creemos no tener control alguno. El cuerpo reacciona metiendo en el sistema adrenalina y cortisol. Si este estado emocional se mantiene por mucho tiempo, se gastan recursos del sistema inmunológico, entre otros. Y también se afecta la memoria, la concentración, y la digestión. En resumen, se afecta seriamente la salud debido al estrés que se genera por la química del miedo (Ver la película “Heal” en Netflix)

Esta dinámica se puede salir muy fácilmente de las manos y dominar la mente de la gente. Todo lo que sucede, se interpreta muchas veces de manera negativa, porque está teñido por miedos infundados. Algunas veces, promovidos por personas sin escrúpulos para su propio beneficio. Pero también, por nuestra imaginación.

El miedo, cuando llega a estos extremos, es como unos anteojos negros que no permiten reconocer las cosas buenas que pasan a nuestro alrededor. De hecho, se sospecha de todo, y la desconfianza se entroniza en las dinámicas interpersonales que afectan las relaciones sociales. Y lo que es peor, se magnifican sin un filtro,  los eventos que se perciben como peligrosos.

El articulista del NY Times David Brooks, escribía recientemente sobre el impacto del miedo en su país. Estoy de acuerdo con su observación, cuando afirma que: “el miedo va más adelante de los hechos e inflama la imaginación”. Esta nos pinta un panorama sombrío de lo que podría ocurrir, que dado el ambiente de miedo, no puede ser nada positivo. La reacción a esta situación normalmente es exagerada y distorsionada.

Hay otras emociones que están correlacionadas con el miedo. Una de ellas es la rabia que se genera. Las personas que están secuestradas por el miedo, se paralizan o reaccionan de manera muy agresiva. Se vuelven muy poco sensibles a los problemas de otros y por lo tanto, se aíslan socialmente. Desconfían de todos y de todo.. 

Quien tiene miedo a los emigrantes, tiende a verlos a todos bajo el mismo cristal distorsionado que le permite despreciar a estas personas, y de manera irracional,  culparlas fácilmente por todo lo malo que le pasa. Se genera la mentalidad de manada, y esta persona se suma a otras que comparten sus mismos miedos. El resultado son las cámaras de eco que aíslan a las personas y que hoy son promovidas por las redes sociales.

Estas dinámicas , amplificadas por las nuevas tecnologías, han permitido el resurgimiento de las ideologías nacionalistas y populistas. Estos movimientos convencen a sus seguidores generándoles miedo por lo que no comprenden. Ellos son los buenos mientras los diferentes son los malos. 

Ahora que se acercan las elecciones regionales en COLOMBIA a final del año, una buena pregunta es ¿cómo combatir el miedo como arma electoral para ganar votos y seguir dividiendo al país entre los buenos y los malos?.  Otra pregunta pertinente: ¿veremos a nuevos dirigentes políticos con un discurso genuino de esperanza y optimismo? 


No me da temor plantear la idea, de que la sociedad colombiana, no puede seguir actuando en función de miedos vendidos e imaginarios. Si no lo hacemos, quedaremos paralizados y recreando las viejas historias. Eso si debería de darnos verdadero miedo.  

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