En este blog voy a de cubrir otro aspecto relacionado con el lenguaje y que juega un papel fundamental en las relaciones humanas: los juicios. En el último blog de esta serie me voy a referir a las conversaciones.
Quiero repetir algo que ya había mencionado en los blogs anteriores. Hablamos cómo respiramos, es decir, lo hacemos la mayoría de la veces sin pensar . Con el lenguaje construimos juicios acerca de lo que observamos, y estructuramos diferentes tipos de conversaciones sin darnos cuenta de sus implicaciones para nosotros y para los demás.
Comencemos con el tema de los juicios. Como seres humanos estamos formulando juicios a toda hora sobre todo lo que observamos y lo hacemos de manera casi que automática, cuando conocemos a alguien o llegamos a un lugar nuevo. Como decía Nietzsche: “una característica de los seres humanos es que son unos animales que enjuician”. El problema es que no estamos conscientes de cómo los hacemos, o los deberíamos de realizar, ni tampoco del impacto que estos tienen para el futuro de quienes son sujetos de nuestros juicios.
Para entenderlos mejor, es necesario mencionar que los juicios son una categoría especial de las declaraciones. Y que son diferentes a las afirmaciones, que constituyen dos de los cinco actos del lenguaje, como ya lo expliqué en el blog anterior. No es lo mismo decir que Bogotá es la ciudad capital de Colombia, a afirmar que es el mejor vividero de AL. Otro ejemplo: Juan tiene un computador Apple de última generación , a Juan es un incapaz en el manejo del computador.
En el primer caso es un hecho que se describe de manera objetiva, en el segundo es un juicio de valor o una opinión que no es independiente del observador. Sin embargo, el problema radica en que no se hace una distinción entre estas aseveraciones, y esto interfiere en las relaciones, el trabajo, y en nuestra vida en general. Pero la diferencia se logra entender mejor, si se acepta que el lenguaje no describe la realidad, sino que genera acción que modifica el mundo y lo que es posible, como lo mencionaba en los dos blogs anteriores. Esta es la esencia de la ontología del lenguaje.
Y también hay que recordar, que al afirmar algo, nos comprometemos con mostrar la evidencia que lo sustenta, ya que se describe lo que sucede y es verdadero. Nos referimos a los hechos sobre los cuáles hay un consenso social. En los ejemplos dados, todos reconocen a Bogota como la capital, y las comparaciones técnicas aceptadas definen el nieve, de avance del computador de la Apple.
Estos consensos sociales, pueden variar dependiendo de la comunidad donde ocurren, para definir algo que se reconoce como verdadero o falso. Este es el caso de las comunidades científicas, que aceptan algo como verdadero, si cumple con los criterios del paradigma vigente utilizado por sus miembros. Con el tiempo pueden haber cambios de paradigma y por lo tanto, cambia lo que es verdadero o falso para esa comunidad.
A diferencia de las afirmaciones, en los juicios no hay necesidad de dar una evidencia que los sustente y pertenecen a una categoría especial de las declaraciones, que al emitirlas y gracias al lenguaje, generan mundos nuevos y una realidades diferentes. Cuando alguien emite un juicio, pueden haber discrepancias y ser cuestionado por otras personas .
Todo juicio es una declaración, pero no lo es necesariamente al revés. La declaración de un Juez al emitir un fallo, es válida en función del poder de su autoridad otorgada por una comunidad, sin que tenga que necesariamente explicar las razones para hacerlo. Evidentemente, puede ser reversado por un Tribunal Superior.
A pesar de que que un juicio es una declaración especial, su diferencia reside en que quien emite un juicio no tiene el poder de la autoridad, y por lo tanto puede ser aceptado o rechazado por otros, y ser válido o inválido. Esto implica la obligación de fundamentarlo lo que no es necesario siempre en todas las declaraciones. Y lo más importante: para hacerlo, debe de estar respaldado por observaciones o experiencias anteriores, porque al emitirlo tenemos el potencial de afectar la identidad del que lo recibe, abriéndole o cerrándole puertas a su futuro.
Como dice Rafael Echeverría en su libro “Ontología del Lenguaje”: los juicios nos sirven para diseñar nuestro futuro. Operan como una brújula que da cierto sentido de dirección, pero también, permiten ver las consecuencias esperables para movernos más fácilmente hacia adelante. El hecho de que el futuro nos inquiete, es lo que le da fuerza al juicio bien fundamentado, a partir de las observaciones del pasado, para diseñar las acciones en la interacción con otros
Veamos un ejemplo. Cuando emitimos el juicio de que Juan es incapaz de utilizar un computador, este debe estar basado en haberlo observado actuar varias oportunidades en el pasado. Sin embargo, es muy frecuente escuchar a personas que emiten irresponsablemente juicios no fundamentados, que no solo afectan el presente de la persona sujeta del juicio, sino también su futuro. En el caso de Juan, el impedirle acceder a nuevas oportunidades laborales.
Juan pudo haber tenido en el pasado problemas en el manejo de computadores, pero también pudo aprender a superarlos o a innovar con nuevas prácticas, para cambiar sus limitaciones y modificar su comportamiento. También, pueden haber otros factores que cambian la trayectoria de su pasado al proyectarlo al futuro. Por esta razón, la innovación y el aprendizaje son dos mecanismos que sirven para desafiar nuestros propios juicios y los de los demás sobre nosotros.
El peligro de ver un juicio como una afirmación, es que al afirmar que alguien es incompetente, lo convertimos como un defecto inamovible de una persona que condiciona lo que podrá hacer o no en el futuro. Y no nos damos cuenta que, las acciones de esta persona, al aprender e innovar, pueden hacer cambiar los juicios de si mismas y los que hemos formulado sobre ellas. Hay que recordar que la acción genera ser y al hacerlo cambiamos nuestra identidad.
Dado el impacto de los juicios, Echeverría recomienda revisarlos con cuidado al estar basados en supuestos y observaciones anteriores que deben de ser validados, porque no siempre el pasado en un buen orientador de lo que se puede esperar más adelante. Si algo es cierto, es la capacidad de cambio del ser humano. Esto implica estar abierto a reexaminar permanentemente nuestros juicios, porque solo debemos de tomarlos “como señales temporales”, para pensar sobre el futuro y evitar que nos hagan prisioneros del pasado.
Desde esta perspectiva, el juicio es un conector entre el pasado, el presente y el futuro a partir de lo que se puede esperar dada la historia de una persona, como lo recuerda Echeverría. También, facilita disminuir los riesgos para tomar mejores decisiones, que afectan no sólo su futuro , sino también el de una organización que pudo haber dejado pasar la oportunidad de contar con un excelente colaborador.
Para terminar es blog una reflexión final. Si queremos tener conversaciones y diálogos productivos, se necesita de estar consientes de los actos del lenguaje porque este genera acción. Y dentro de estos actos, es fundamental entender como formulamos nuestros juicios, porque al no ser sustentados, pueden ocasionar un impacto muy negativo. En el próximo blog trataré sobre el poder de las conversaciones.
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