Mientras en Colombia nos entretenemos con el proceso electoral en marcha, el entorno internacional, en el cual necesariamente estamos insertos, está cambiando rápidamente con grandes consecuencias a nivel global. En medio de una campaña política tan crítica para Colombia, los candidatos que aspiran a la Presidencia, no han hecho ningún esfuerzo para preparar a la población y mostrar las consecuencias.
Como resultado, la mayoría de la gente ha estado de espaldas a esta realidad que ya está afectando la calidad de vida de millones de colombianos. No se les ha explicado que la inflación, cuyo indicador se ha triplicado en dos años, es un resultado directo de las dinámicas internacionales que están en marcha.
Las disrupciones que produjo la pandemia en las cadenas de abastecimiento, y ahora la demencial invasión rusa a Ucrania, han disparado el precio del petróleo, creado un desabastecimiento de materias primas para los abonos, muchos componentes electrónicos y otros productos críticos, con un gran impacto en los costos que han acelerado la inflación global a niveles que no se hablan visto a muchos años.
Este es el contexto en el cual vale la pena mirar el impacto de mayor envergadura que se está produciendo: el final de la era de la globalización.
Las nuevas generaciones nacidas después de 1990, han vivido y se han beneficiado de esta era, con sus luces y sus sombras. Pues bien, parece que ese periodo está por terminar y su impacto se va a sentir muy fuertemente obligando a un inmenso cambio en sus expectativas.
En los próximos dos blogs, me voy a referir a esta realidad y mostrar cuáles pueden ser sus efectos a corto y mediano plazo. Para este fin, me he documentado en varias fuentes, y de algunos artículos sobre el tema escritos por columnistas como David Brooks en el NY Times.
Hace 25 años, el mundo presentaba un panorama más esperanzador porque se había acabado la Guerra Fría. El capitalismo había superado al comunismo. La interdependencia entre las naciones había adquirido una mayor dinámica. La democracia se estaba extendiendo por el globo alrededor de unos valores universales como los derechos humanos, el pluralismo y la libertad . El internet prometía acelerar el proceso de conectar al globo en un a gran red.
Quienes vivimos ese periodo, estábamos presenciando un nuevo renacer de la globalización, que había tenido un momento equivalente entre 1860 y 1913, y que concluyó antes de iniciar la I Guerra Mundial. En esta oportunidad, la convergencia de los desarrollos tecnológicos y los nuevos modelos económicos, promovieron la globalización. Como resultado de esta dinámica, los indicadores de comercio e inversión se dinamizaron, impulsados por la creciente red de intercambio y de nuevas cadenas de suministro que se crearon durante este periodo.
Pero su impacto también tubo efectos políticos, culturales y sociales. La tecnología facilitó el acercamiento de la gente, la conexión y construcciones de relaciones a un nivel nunca antes visto. A un click se hizo posible conectarse con otras personas en cualquier parte del mundo. Se facilitó el intercambio de ideas y se aceleró la innovación de nuevos productos y servicios.
Durante esta nueva era, el modelo de desarrollo y el sistema político de los Estados Unidos y de los países europeos, se veían de manera optimista como referentes y el camino a seguir . El consumismo, el secularismo, el individualismo y el progreso material, fueron los valores deseables y de alto impacto cultural. Después de la caída del Muro de Berlín en 1989, la lucha entre las ideologías comunista y capitalista, parecería que había llegado a su fin.
Un supuesto muy importante, que ayudó al desarrollo del globalización durante más de dos décadas, fue la seguridad que daba el nivel de interdependencia económica que se había construido. Era un seguro que daba tranquilidad para minimizar la producción local y buscar las eficiencias en costos y velocidad, usando las cadenas especializadas de suministro global. Una ilusión similar, aunque a otra escala, se tuvo en la era anterior de la globalización y que fuera destrozada por dos grandes guerras mundiales.
En opinión de muchos expertos en estos temas, hoy estamos viendo el fin de la globalización como la conocimos en los últimos treinta años. Las señales, que son cada vez más claras, nos muestran que su retroceso está en marcha. Veamos algunas de ellas.
La tendencia del freno a la globalización se comenzó a evidenciar desde el 2008, año en el que se precipitó una gran crisis financiera. En los siguientes 11 años, los datos del comercio relativos al PIB mundial, cayeron un 5%. Lo mismo se evidenció con el flujo migratorio y de inversión que se redujo en un 50%, del 2016 al 2019, según un informe especial de la revista The Economist.
En este periodo de cambio, son varias las causas que han acelerado esta tendencia. La crisis del 2008 sembró una gran duda sobre el capitalismo. El impacto del enfrentamiento entre China y los Estados Unidos, el Brexit, la llegada al poder de populistas como Trump, los movimientos nacionalistas, y los promovidos desde la izquierda contra la globalización, son algunas de sus principales fuerzas impulsoras.
La pandemia de los últimos dos años, y ahora, la invasión de Rusia a Ucrania, han acelerado los conflictos y las dinámicas contra la globalización. .Se han evidenciado las principales vulnerabilidades de este modelo: la disrupción que se ha producido en las cadenas de suministro y la dependencia de muy pocas fuentes del abastecimiento de productos críticos como el gas para Europa, y los fertilizantes que afectan la producción de alimentos. Hoy han perdido vigencia los supuestos, que fueron utilizados desde los años 80, para tomar decisiones de inversión,.
Otra causa: la rivalidad económica entre las grandes potencias se han mezclado con los temas políticos y culturales. Esta realidad ha acelerado la reversión de decisiones empresariales tomadas durante los últimos veinte años. Cientos de compañías han repensado sus operaciones o las han cerrado en paises como Rusia y China, por las decisiones hostiles de sus regímenes autoritarios y los conflictos geopolíticos que han suscitado sus decisiones. Hoy, estas dos naciones son los más grandes enemigos de la globalización.
En la actualidad, los riesgos de hacer negocios en estos paises, se han aumentado significativamente porque la incertidumbre es cada vez mayor. Se ha acelerado la tendencia a producir localmente, y se ha reducido significativamente los flujos de inversión. Por ejemplo, entre China y los Estados Unidos se redujo a una sexta parte en los últimos tres años.
Otra señal muy preocupante es la reacción de indiferencia, que se se ve en muchos países del mundo, ante la invasión rusa a Ucrania. El ejemplo autoritario y demencial de Putin, no solo no ha merecido el rechazo, sino inclusive ha contado tácitamente con aprobación y apoyo . El caso de la China y la India, los dos países más poblados de la tierra, son demasiado visibles. Especialmente el de la India, que se supone ser la democracia representativa mas grande del mundo.
Como consecuencia de estas dinámicas tan negativas, el mundo se está dividiendo en dos bloques de comercio alrededor de las dos grandes potencias económicas! Estados Unidos y China, y que enfrentan a dos sistemas con lógicas políticas y culturales muy distintas.
Los chinos están actuando hoy bajo un supuesto: la vulnerabilidad y la decadencia del sistema democrático occidental, especialmente la decadencia norteamericana. Ven el éxito conseguido por ellos con su sistema autoritario de un solo partido, como la evidencia que les demuestra su superioridad, y que será el modelo dominante hacia el futuro.
Como afirma David Brooks, columnista del NY Times en un artículo muy completo sobre el fin de la globalización, lo que estamos presenciando es “una guerra cultural global” entre dos sistemas muy distintos. Pero hay otras motivaciones adicionales a los temas económicos y políticos que están afectando el curso que traía la historia de la globalización desde 1990.
Brooks afirma que los seres humanos tienen unas necesidades de “ser vistos, respetados y apreciados. Cuando esto no sucede, se genera una reacción de ira, resentimiento y venganza. Hay un sentimiento profundo de injusticia y una respuesta agresiva de indignación”. La inequidad generada en esta época de la globalización, ha producido un gran rechazo de la gente que han sentido que el proceso los ha ignorado y dejado atrás.
Estas dinámicas tan complejas, han sentado las bases para exacerbar el resentimiento, que ha sido explotado por los populistas autoritarios, de izquierda y de derecha. Es en este escenario histórico, que Putin y Xi Jinping, han aprovechado, para amplificar esta situación a una escala global, y que les sirve a sus intereses para aumentar sus esferas de influencia y revivir pasadas glorias.
Esta dinámica explica la unión que declararon en febrero de este año, cuando los dos reafirmaron su apoyo mutuo en contra de las élites de los Estados Unidos y Europa. Ambos están reaccionado contra lo que consideran es una época de humillación para sus dos naciones, e imposición de valores por parte de las potencias occidentales.
En el siguiente blog continuaré con otros factores que explica el fin de la era actual de la globalización y sus consecuencias para países como Colombia.
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