Estaba sentado en el aeropuerto de Bahía Solano este sábado, esperando el avión de regreso para Bogotá, cuando pude ver que se anunciaba el virtual triunfo de Egan Bernal, quien podría ser el primer colombiano en ganar el Tour de Francia. Una noticia, que de concretarse, sería una victoria muy emocionante, para un muchacho de apenas 22 años, que se habría atrevido a pensar en grande y lo logró. Este hijo de Zipaquirá, derrotó a los más destacados ciclistas del mundo, en una carrera que es considerada la joya de la corona de este deporte tan exigente a nivel físico y mental.
Pero también, Rigoberto Uran y Nairo Quintana, quienes en el pasado han logrado triunfos muy importantes en el ciclismo del continente europeo, acompañaron a Bernal, llegando entre los primeros diez ciclistas de la clasificación general. No es un logro menor, el tener a tres colombianos entre los mejores del mundo en el Tour de Francia. Es un éxito que hay que celebrar.
Hace dos semanas, otros dos jóvenes caleños, Juan Sebastián Cabal y Robert Farah, trabajando en equipo, también superaron a los mejores tenistas mundiales jugadores de dobles, para ganarse el primer título de Wimbledon, uno de los torneos del Gran Slam donde se coronan los grandes de este deporte blanco.
En dos deporte muy distintos, hay una historia de superación común. Cabal llegó a esta final, a pesar de una severa lesión cuyo pronóstico lo sacaba fuera del tenis competitivo profesional. Bernal, también tuvo dos accidentes muy graves que casi le impiden competir en Francia.
El triunfo de estos deportistas colombianos, en dos de los eventos más importantes y difíciles de sus respectivas especialidades, llena de alegría a todos los colombianos. Pero también, su éxito, me suscita una profundas reflexiones.
Estos deportistas han llegado a donde están porque han tenido varios rasgos que son comunes en personas que logran tanto el éxito en la vida, como en el deporte. Para superar los accidentes que tuvieron, demostraron resiliencia para lograr recuperarse y no dejarse apabullar. No desistieron, y por el contrario, persistieron hasta volver a su estado físico anterior lo que les permite hoy mostrar resultados muy exitosos
Personas como estos deportistas, no dejan que la adversidad los amilane y les afecte su actitud triunfadora. Aún en los momentos más complejos, nunca dejaron de creer que si era posible conseguir el sueño de llegar a los más altos niveles de excelencia en sus respectivas disciplinas. Su deseo de superación, y su férrea disciplina, les permitió recuperarse
En los dos deportes, los casos de estos deportistas colombianos, muestran otro factor común. Para llegar a triunfar en dobles en Wimbledon, o ganar el Tour de Francia, es fundamental el trabajo en equipo. En una entrevista que les escuchara a Cabal hace una semana, él mencionaba cómo las lesiones que había sufrido, lo habían sacado de la competencia profesional de sencillos, y lo habían juntado con su amigo de toda una vida, para jugar dobles. Es un juego diferente, muy exigente, que requiere de una gran coordinación con su pareja para ganar.
En el caso del ciclismo, unos comentaristas de este deporte, mencionaban que el menor desempeño de Quintana en estos momentos, estaba asociado a problemas relacionados con su disposición a trabajar en equipo. Este problema parece que también afecta otro gran deportistas en el fútbol: James Rodriguez, quien no pasa por su mejor momento de su brillante carrera profesional.
Pero estos triunfos individuales de colombianos en el exterior, contrastan con la dura realidad que se ve en zonas apartadas de nuestro país, como es el caso de Bahía Solano en el Chocó. El propósito de este viaje era ir a ver las ballenas que llegan a esta bella zona del país para tener sus crías, antes de emprender su viaje de 8000 kms de regreso hacia la Antártida.
La primera paradoja, es que en el Mapara Lodge, donde nos hospedamos, y que lo recomiendo ampliamente por su ubicación y servicio, es un destino al que están llegando cada vez más turistas europeos. El sitio es excelente para los aficionados a la pesca, pero también, para quienes se quieren desconectar del mundo. Sin embargo, y después de más de treinta años de existencia, este es un sitio prácticamente desconocido para los colombianos.
La segunda paradoja es Bahía Solano. Me comentaban que la alcaldesa prácticamente no reside en el pueblo. Y la verdad, es que es una vergüenza ver el estado de las trochas porque no son calles, las que tienen para transitar. Me recordaba a Buthan, cerca del Himalaya por el nivel de deterioro de su infraestructura vial. Para no mencionar, que no hay una vía que los conecte con el resto del territorio colombiano. Solo es por vía aérea o por barco, que les llegan suministros y gente a este recóndito lugar del Pacífico chocoano.
Pero la tercera paradoja es la que más indignación me generó. A pesar de que están llegando cada vez más turistas internacionales, la gente de Bahía Solano y su administración local parece que no se dan por enterados. Increíble pero cierto, la basura está por todas partes, y las ratas también. Parece que han aprendido a convivir con esta situación. ¿Porqué?
Y aquí viene la gran reflexión de la paradoja de los triunfos deportivos, en contraste con la desidia y el abandono de pueblos como Bahía Solano. Parece que a sus habitantes les falta el sentido de superación. Por esta razón eligen una y otra vez, a personas como la alcaldesa actual, que vive más en Medellín y Bogotá que en su pueblo natal.
De esta manera, estoy convencido que la pobreza se logrará superar cuando haya una masa crítica de personas, en sitios como Bahía Solano, con una actitud ganadora, que crean que su situación no los condiciona a permanecer en su realidad actual. Sin esta actitud, es imposible que vean la oportunidad que tienen con el turismo como palanca para su desarrollo, y así aprovechar la belleza de este sitio que podría ser tan especial.
En en el mismo día del gran triunfo de un colombiano en Francia, fui testigo del nivel de abandono de un sitio como Bahía Solano. Casos como este son muchos, donde la gente le falta lo que se requiere para ganar: capacidad de soñar, pero con la disciplina, la persistencia, el trabajo en equipo, que les permite creer que es posible tener una vida mucho mejor. Y esta es la gran paradoja que Colombia debe enfrentar.
Educación, educación, educación, educación, educación... Es la única alternativa, el único camino. Y que sea educación de calidad.
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