“Crecer en la vida es una cuestión de traspasar unos límites personales: probar capacidades que uno no creía poseer” Gioconda Belli
Hace una semana , tuve la fortuna de estar en la presentación de Paola Noreña, quien fuera invitada por María Cecilia Otoya a su programa Mujeres Rompiendo Barreras en la Universidad Externado de Colombia. La invitada ha sido noticia desde que en abril del 2017 fuera agredida al salir de Uniminuto por quien había sido su novio, ataque que casi le cuesta la vida, pero que afortunadamente logró superar.
El pasado lunes, este caso volvió a ser noticia nacional, porque el atacante fue condenado a 21 años de prisión sin derecho a rebajas. Este veredicto se dio después de más de dos años de una angustiosa espera para Paola y su familia que vieron como, gracias a las argucias jurídicas de los abogados del acusado, el atacante quedó libre por vencimiento de términos. Este hecho causó gran indignación y una movilización de parte de muchas personas que habían seguido el caso de Paola.
Afortunadamente, los medios y en general la sociedad, está despertando para rechazar la violencia contra la mujer. El caso de Paola es notable porque generó una solidaridad impresionante en las redes sociales hace dos años. Este lunes, después de conocerse el veredicto, y de la entrevista que le hicieron en El Tiempo en Facebook Live, Paola tuvo más de 90.000 seguidores por este medio, lo que llevó al periódico a publicar un artículo el martes, sobre su caso a nivel nacional.
En este blog, me quiero referir a la historia de Paola, pero por unas razones diferentes al evento que por poco le cuesta la vida a esta valiente mujer, que casi siempre está sonriente, porque la alegría es parte de su ser. Como puede leer el lector en los enlaces compartidos, la parte violenta de su historia ha tenido mucho cubrimiento en los medios y en las redes sociales.
En su presentación en la universidad, Paola nos mostró su historia desde un ángulo que ha estado invisible en las entrevistas que le han hecho. Con su narrativa cautivó e inspiró al auditorio de mujeres que tuvieron la oportunidad de escucharla.
Desde que tenía 14 años, Paola demostró una sensibilidad social muy especial. Siendo muy pequeña se cuestionaba el por qué había niños sin comida y existía tanta inequidad. Desde esa época tuvo una disposición muy abierta y empática, hacia los demás. Esa sensibilidad también la acompañó para incursionar en las artes y el teatro desde los 12 años. Cuando estaba escogiendo una carrera vio en la comunicación enfocada hacia el conflicto, una oportunidad para potenciar su sensibilidad social.
Por decisión propia, cuando ya tenía 16 años, acudió al Hospital Cancerológico para acompañar a su prima y a otros niños enfermos con leucemia. Después de que murieron todos excepto su prima, y ya en la Universidad, tomó la decisión de ir los fines de semana para ayudar a niños con retrasos mentales, en Altos de Cazucá y gestionar otros procesos sociales en Ciudad Bolívar. Cabe señalar, que estas son comunidades con muchas necesidades al sur oriente de Bogotá. Más tarde fue a Usme, donde trabajó con jóvenes de esta localidad acompañando sus procesos creativos de escritura en crónica.
En estos barrios marginados, creó un espacio de inclusión y después una escuela de refuerzo donde quiso enseñarle a los niños a soñar y a visualizar con esperanza un futuro mejor. Escogió servir en estos sitios, en lugar de quedarse con sus amigas y otros jóvenes de su edad.
Más adelante como profesional, aprovechando que había entrado a clases de teatro desde muy joven, se le ocurrió en compañía de uno de sus profesores vincular su pasión por el arte escénico al servicio de la sociedad y de las comunidades comúnmente marginadas; fue así como terminó en el Barrio Santa Fe, famoso por los prostíbulos, realizando una invitación a las mujeres que estaban en la profesión más vieja del mundo con el fin de conformar un grupo de actuación. A pesar de la desconfianza con la que la recibieron, perseveró hasta que fue acogida por una fundación, y así se consolida un proceso artístico, que meses después por su trayectoria, fue premiado por el Ministerio de Cultura como un ejemplo de construcción de paz.
Una característica de Paola, ha sido su disciplina para lograr lo que se ha propuesto. Después de terminar su carrera como comunicadora, se especializó en la formulación de proyectos sociales y pudo trabajar en este campo en Uniminuto, donde tuvo la oportunidad de vincularse en varios proyectos de apoyo a las comunidades. También, vivió el proceso de liderazgo con Origen, organización que yo ayude a fundar. Allí fue donde pude dimensionar las capacidades de Paola, razón por la cual la he apoyado hasta la fecha.
Antes del incidente que le cambiara su trayectoria de vida, Paola estaba terminando su Maestría en Comunicación, Desarrollo y Cambio Social, en la Universidad Santo Tomas.
Hasta este punto de la historia, Paola fue descubriendo las capacidades que la iban a preparar para enfrentar más adelante un quiebre que le cambió su vida. Esta iba viento en popa, hasta que fue atacada por su ex novio. Los detalles de este evento los puede leer el lector en los enlaces que he colocado al inicio de este bog, y por lo tanto, no me voy a detener en este capítulo tan duro de su vida.
Lo que sí quiero resaltar de esta parte de su historia, fue su presencia de ánimo para poder llegar al hospital, mientras que se estaba desangrando. Esto le permitió ingresar viva para ser atendida, y dar su testimonio sobre el atacante a quien había reconocido, si bien no le había visto su cara, más adelante y gracias a las cámaras de videos en la zona, se pudo confirmar de manera clara a su agresor.
Dado que había una alta posibilidad de que el atacante la pudiera volver a agredir, puesto que como ya lo comenté, había quedado en libertad por vencimiento de términos, el Estado le ofrece a Paola protección pero bajo unas condiciones inadmisibles. De haberlas aceptado, habría implicado que quedara desconectada de su familia por años. Este requisito era impensable para una persona para quien su familia es una parte fundamental de su vida.
Como si no fuera suficiente el hecho de que su atacante estuviera libre, y que ella tenía que desaparecer, había otra condición que le habían impuesto las autoridades. Paola le quedaba totalmente prohibido pronunciarse sobre su caso mientras siguiera el proceso. En otras palabras, su voz como comunicadora había sido silenciada, sin poder responder o defenderse de los chismes y calumnias que surgieron después de que su caso se volvió una historia con cubrimiento nacional.
Pues bien, ante la inoperancia del sistema judicial, lo increíble pasó. La única posibilidad que le quedaba a Paola era salir huyendo de su país. En medio de la desesperación de todo este proceso, de común acuerdo con su familia, optó por cogerse de una beca como salvavidas, para estudiar inglés en Australia, porque no tenía más opción. Y sin pensarlo dos veces, vendió sus pocas pertenencias y con unos ahorros que tenía, se lanzó a aventurar en un país que está a 24 horas de vuelo desde Colombia.
Literalmente con una mano adelante y otra atrás, sin hablar inglés, a Paola le tocó aceptar cualquier trabajado para sobrevivir mientras estudiaba el idioma. Fueron ocho meses muy difíciles donde se pusieron a prueba las capacidades que había cultivado en el pasado. No perder su equilibrio y sonreírle a la adversidad, fueron sus compañeros durante este periodo. Al vencerse su permiso de permanencia para estudiar, y dados los altos costos de vida, aceptó una invitación a Europa.
Desde una ciudad, Paola sigue siendo retada y puesta a prueba. Aprovechando su gusto por el baile, termina de instructora en un Gimnasio en un pequeño pueblo, luego resolvió conseguir trabajo en un restaurante. Allí, como muchos inmigrantes en situaciones difíciles, le tocó aceptar un trabajo de mesera. En la actualidad sigue trabajando en espera de poder volver a su país para continuar con su misión de servir a los demás.
Y aquí viene otro capítulo de esta increíble historia. El pasado lunes Miguel Rozo Trujillo fue finalmente condenado a 21 años de prisión. Sin embargo el agresor no estuvo presente para escuchar la sentencia y hoy está prófugo. Mientras tanto, temiendo por su vida, Paola se ve obligada al exilio, en espera de que pongan a su atacante tras las rejas y con la esperanza de que esta se haga efectiva durante el mes de agosto. INCREÍBLE !!!
El pasado martes, en un escenario universitario, Paola Noreña finalmente pudo recuperar su voz. Ella espera estar de regreso y encontrar nuevas oportunidades, para que su sueño de servir, se pueda escalar a un nivel superior. Esta fue la solicitud que le hicieron las mujeres a quienes inspiró, en el marco del evento Mujeres Rompiendo Barreras.
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