Después de escribir el blog pasado donde me referí a lo sucedido en Chile y en otros países de esta región del mundo, un amigo me preguntaba qué podría explicar lo sucedido y que la revista Semana titula “ Arde America Latina”. Esta conversación me motivó a escribir este blog, donde quiero compartir con mis lectores, algunas hipótesis que pueden ayudar a entender mejor lo que está sucediendo en nuestro continente.
Tomemos el caso de la historia del desarrollo de Chile, en los ultimas cuatro décadas, para para tratar de explicar los recientes acontecimientos que han creado una situación de caos, que parece haber cogido a su clase dirigente, con los pantalones abajo. Es una observación que la realizo desde afuera y con la información disponible que se ha publicado en estos días.
Hay una realidad que es incuestionable: Chile ha sido una país que se ha caracterizado desde hace más de tres décadas, por haber logrado unos niveles de desarrollo económico, social, político e institucional, que han sido referentes y motivos de envidia para otros países latinoamericanos.
Hoy, con ingresos per capita de US 21.000, forma parte de un grupo de naciones que se consideran de ingreso medio. Para lograrlo, el modelo económico que escogieron en Chile desde la época de Pinochet, fue de una amplia apertura comercial, que les sirvió para tener tasas de crecimiento promedio de 8% durante más de una década hasta finales de los 90, y del 6% durante la siguiente década, con una sola caída durante la crisis asiática del 98 y el 99.
Como resultado de este crecimiento en un periodo de cuatro décadas, Chile multiplicó su economía casi diez veces, siendo el país con mayor crecimiento sostenido del continente durante este periodo.
Pero hay otro factor muy importante que explica el desarrollo de este país austral: su estabilidad política. Es cierto que el golpe a Allende a principios de los años 70, le impuso a Chile la dictadura de Pinochet, con lo que esto significa y cuyo impacto todavía se siente en el país. Sin embargo, lograron hacer una transición pacífica a finales de los 80, época en que las Fuerzas Armadas entregaron el poder después de un plebiscito en 1989.
Durante los siguientes veinte años hasta el 2010, la Coalición, como se denominó al grupo de partidos de centro izquierda que tuvieron el poder en este periodo, mantuvieron la orientación económica de apertura establecida por Pinochet, pero con unos ajustes importantes para mejorar la atención social. Y lo hicieron porque entendieron que los resultados habían sido positivos para el país.
La madurez política, sumada a una visión del desarrollo económico con altas tasas de crecimiento, le dieron a Chile las bases para sacar a millones de chilenos de la pobreza. Hoy se considera que es un país con una mayoría de su población en la clase media.
La historia del desarrollo económico y político de Chile, hasta finales de la primera década de este siglo, fue un claro ejemplo para los demás países en AL. Sin embargo, hace una semana, vimos con asombro como la furia de una masa enardecida, destruía bienes públicos, causaba la muerte de 18 personas, y obligaba a un presidente soberbio, a pedir perdón por TV. ¿Qué pasó?
En esta última década ha habido cambios importantes tanto en lo político como en lo económico, que pueden servir para explicar la situación actual. En este último periodo, se ha tenido una alternancia de poder entre la izquierda y la derecha, representada por la señora Bachelet y el señor Piñera, actual presidente.
Los analistas chilenos con quien tuve la oportunidad de conversar hace unos meses, me comentaban que había una gran preocupación, porque se estaban perdiendo los logros políticos obtenidos desde la terminación de la dictadura, que les había permitido conseguir consensos sobre los grandes temas nacionales, a pesar de las diferencias ideológicas.
Pero también, durante esta última década, la tasa de crecimiento de la economía disminuyó de manera significativa, estando por debajo del 2% en el 2016 y el 2017, con una mejora en el 2018 y un crecimiento proyectado del 3.3% en el 2019. A lo largo de esta década se ha aumentado el nivel de desigualdad, como lo muestra la CEPAL en su estudio anual sobre pobreza e inclusión social en la región.
Al revisar esta breve historia del desarrollo de Chile, se puede observar algunos aspectos que son relevantes para entender mejor qué está detrás del estallido demencial de hace unos días.
A medida que subió el nivel de vida de la población chilena, fueron aumentando las expectativas de la gente. En la última década esta dinámica se frenó: cayó la tasa de crecimiento económico a menos de la mitad de lo conseguido en las décadas anteriores, y aumentó la desigualdad, además de que se resquebrajaron las capacidades de generar consensos sociales, que habían logrado la estabilidad y el crecimiento de Chile durante dos décadas .
Como consecuencia de lo anterior, se habían debilitado o perdido los factores críticos del milagro chileno. Chile había caído en la trampa de los países de ingreso medio. Esta se produce cuando el país no es capaz de sostener el crecimiento, porque tiene niveles bajos de productividad, su sistema político no puede generar consensos, y su inversión en la formación del capital humano no es suficiente para lograr el impacto requerido para pasar al siguiente nivel de crecimiento. Y salir de esta trampa no es fácil: de acuerdo al Banco Mundial, solo 13 de 101 países lo lograron desde 1960.
A lo anterior se le suma otra realidad que tiene un gran impacto hoy en día: el entorno que había en el mundo cuando se inició el proceso de transformación de Chile, ha cambiado dramáticamente. Hoy vivimos en un mundo cada vez más interconectado a pesar de los esfuerzos de algunos políticos por negar esta realidad.
Pero también estamos en un entorno donde la complejidad es la constante, así como la velocidad de los cambios. Hoy, esta dinámica está desbordando la comprensión de la gente y la capacidad de las instituciones y de sus dirigentes, para responder a sus consecuencias e impacto. El problema no son los cambios sino las pérdidas percibidas, las que generan la resistencia y la desorientación.
La complejidad ha sido exacerbada por la tecnología, que se manifiesta a través de las redes sociales y el internet, y que hoy le permite a cualquier persona saber en tiempo real qué está pasando en cualquier parte del mundo. Esta información aumenta el nivel de expectativas de la gente, que aspira a lograr lo que otros han podido conseguir. La Primavera Arabe es un excelente ejemplo del efecto de las redes. Para no hablar de la información falsa, que dificulta y distorsiona aún más la comprensión de la realidad, aumentando la confusión y la desorientación de la sociedad.
En estas condiciones y para no ahogarse, la gente necesita de orientación para que pueda adaptarse rápidamente a las nuevas realidades de la época. Se necesita que haya personas con la sensibilidad y conexión con estas nuevas situaciones, que les ayuden a interpretar y a entender lo que está sucediendo. Pero también , el porqué para muchas de sus demandas y expectativas, no hay soluciones sencillas, o simplemente no las hay.
Adicionalmente, en un entorno repleto de retos adaptativo y complejos, se necesitan líderes, ( que no es son lo mismo que dirigentes con poder), que les acoten las expectativas de tener respuestas simples a los problemas complejos de la sociedad que los afectan todos los días.
Se necesitan líderes que los alerten de los Mesías de este mundo, que les ofrecen el oro y el moro para después dejarlos abandonados a su suerte y sin capacidad de poder actuar. Que los reten a ser partícipes de las soluciones y a creer que pueden ser más grandes de lo que piensan que pueden ser, para avanzar con flexibilidad hacia unos mejores niveles de vida.
Lamentablemente, nada de lo anterior está sucediendo en la actualidad, ni en Chile, como tampoco en el resto de los países latinoamericanos, lo cual explica el porqué el alto grado de desorientación y frustración de la gente.
A la luz de los comentarios anteriores, es es que hay que dimensionar la confesión del Presidente Piñera la semana pasada, cuando le pidió perdón a la sociedad chilena: “Es verdad que los problemas se acumulaban desde hace muchas décadas y que los distintos Gobiernos no fueron ni fuimos capaces de reconocer esta situación en toda su magnitud. Reconozco y pido perdón por esta falta de visión".
Mi traducción de lo expresado por Piñera es la siguiente. Hay un profundo vacio de liderazgo en la dirigencia política actual que se traduce en una gran desconexión con las realidades de la población y con las del entorno actual. No se honran las pérdidas ni se visibilizan los logros. Por esta razón, es que no pudieron reconocer ni anticipar los problemas, ni mucho menos, poder explica las dinámicas subyacentes que dificultan darle las soluciones rápidas que demanda la gente, y que afectan profundamente su percepción de desesperanza, desorientación e indignación.
En el caso de Chile, las mejoras en la calidad de vida de la sociedad, obtenidas durante tres décadas, generaron unas expectativas crecientes, que cuando las condiciones económicas y políticas se deterioraron, impidieron que el sistema y sus dirigentes pudieran responder para mejorarlas. Los logros obtenidos ya no son suficientes, la gente quiere más pero el sistema no lo puede o no lo quiere dar. De ahí, la desconfianza y el desprestigio del sistema democrático y el porqué el populismo está haciendo su agosto en el mundo.
Y el error más común de los dirigentes políticos es abordar estos problemas como si fueran unos retos técnicos para los cuales hay soluciones sencillas, cuando no los hay. La época actual está plagada de retos adaptativo que requieren nuevos aprendizajes y capacidades que no se reconocen. El resultado: expectativas frustradas y estallidos de ira cada vez más frecuentes y destructivos, como los sucedidos en Chile.
Y si a lo anterior, se le suman los cambios mencionados en el entorno que refuerzan esas mismas expectativas, el resultado es una bomba de tiempo que ya tiene la mecha prendida por lo que es muy difícil de manejar.
Al final, el resultado es la respuesta demencial que pudimos ver en las redes sociales y en la TV en esta última semana en Chile, pero también en Haití, Ecuador y Mexico, si bien el caso chileno por su desarrollo, se parece más a las revueltas de los “ indignados” en España o a la de “ los chalecos amarillos” en Francia. Pero en todos ellos, la desconexión con la realidad de los políticos, sumada a la falta del liderazgo que se requiere en estos momentos tan complejos, dispara la frustración y la rabia que son las emociones subyacentes detrás de los recientes hechos violentas en esos paises.
A pesar del panorama negro que se cierne sobre Chile, yo creo que la historia de las últimas tres décadas, les han dado capacidades y experiencia muy importantes, que les permitirán superar este momento tan difícil, como ya lo hicieron durante la transición de la dictadura a la democracia. Espero que en esta oportunidad, Chile le vuelva a mostrar a los demás países en AL, cómo es que se enfrenta inteligentemente una situación de crisis y se acelera su camino hacia el grupo de países desarrollados. Se lo merecen.
Me gustaría escuchar comentarios sobre las reflexiones de este blog porque posiblemente hay otros factores que se me han pasado y que también pueden servir para entender lo sucedido. Creo que lo más importante de lo acontecido en Chile y en otros países, es el poder acercarse a una mejor compresión sistémica de las dinámicas que están en marcha, para poder diseñar las mejores respuestas posibles antes de que sea muy tarde. Sin esta compresión, lo de Chile será un juego de niños, especialmente en Colombia, que como lo expresé en mi blog anterior, tiene todos los ingredientes para una explosión mucho más grave.
Les recomiendo a los que no han leído los últimos tres blogs, que lo hagan, porque ayuda a entender mejor el momento tan complejo que vivimos.
PD: todo parece indicar que las revueltas de Chile, que no solo no han parado, sino que han venido aumentando y ya tienen paralizadas a varias ciudades. Se está abriendo una caja de Pandora en la que ya están pidiendo la renuncia de Piñero y una Constituyente.
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