En días pasados he estado reflexionando sobre lo que ha sucedido en Chile y escrito cuatro blogs sobre este tema y el riesgo que hoy está enfrentando el sistema democrático en el mundo, y en particular en America Latina. Es evidente que lo acontecido recientemente en ese país, lo mismo que en Mexico, Ecuador, Peru y Argentina, no puede ser ignorado en Colombia.
Compartí estas reflexiones con un buen amigo, quien se retiró recientemente de las Fuerzas Armadas, con el ánimo de sondearlo respecto a la posición de sus colegas en relación a las nuevas realidades que hoy se viven en Colombia. Y especialmente, sobre las preocupaciones que se tienen a su interior, porque el escenario que hoy se está desarrollando, no muestra un avance hacia el futuro, sino una vuelta muy preocupante hacia pasado.
Con motivo del proceso de paz con las FARC, durante los últimos cuatro años del gobierno de Santos, una tarea muy importante que se le encomendó al General Alberto Mejia, fue la preparación de las Fuerzas Armadas para la etapa del post conflicto. Se hicieron diferentes escenarios, se discutió sobre la reducción o el mantenimiento de los soldados en armas, y también, de las nuevas responsabilidades que les iba a tocar asumir hacia adelante.
Hoy, este proceso está en serio peligro porque hay una profunda división de los militares por los siguientes temas.
Una de las tareas más difíciles durante los ocho años del gobierno anterior, fue el manejo de la transición que se esperaba lograr. Al interior de las FFAA, había personas que se oponían al proceso y otras que lo apoyaban. A pesar de esta situación, los primeros años de la negociación, durante los cuales se le dieron golpes muy importantes a las FARC, la moral interna estuvo alta. Esto sucedió porque el Ministerio de Defensa y el General Mejia, estuvieron muy cerca de la tropa y lograron unificar a la cúpula a pesar de las diferencias.
No fue una tarea fácil lograr este equilibrio, especialmente ante la incertidumbre de los resultados. Pero también, porque significaba romper con un conflicto de más de cinco décadas que el Estado no había logrado terminar utilizando la fuerza. Era necesario explorar otro camino y ése fue el acierto de la decisión de Santos. Había entendido muy bien el dilema de seguir usando la fuerza o llegar a un acuerdo, porque había sido ministró de Defensa de Uribe y había visto con realismo la necesidad de buscar otras opciones.
Todo el foco de los esfuerzos se centró en lograr un acuerdo, pero se cometieron varios errores cuyos costos hoy son evidentes. El primero de ellos, fue no haber entendido que el verdadero problema iba a ser el llamado post conflicto bajo el escenario de que su implementación fuera realizado por sus opositores, que fue lo que sucedió. Como consecuencia, temas vitales del acuerdo quedaron en el aire, lo cual le ha minado mucha credibilidad.
Pero el segundo gran error, fue haber realizado un proceso que terminó dividiendo al país, minando su capacidad de generar un consenso nacional alrededor de un tema vital para su futuro. Y el tercer grande error, fue no haber diseñado con mucho más cuidado la ejecución del post conflicto. Se descuidaron temas muy graves, como el no copar rápidamente las áreas dejadas por las Farc, el regreso de un grupo importante de sus miembros a la clandestinidad, la proliferación de los cultivos de Coca y de las bandas narcotraficantes.
Pero está en marcha un cuarto error sobre el que debemos estar muy atentos los colombianos: permitir la desmoralización de sus FFAA gracias a las malas decisiones de este gobierno: los nombramientos de un ministro de Defensa que no cumplía con los mínimos requisitos para ese cargo, y el de un Comandante del Ejército, cuestionado por su pasado y su modo de actuar, tal como lo denunció Semana hace unos meses, en varios artículos sobre esta situación.
Con esos ejemplos en la cúpula, de una organización tan jerarquizada como son las FFAA, no es difícil entender el porqué el nivel de motivación esté por el piso
A esta grave situación, se suman el cuestionamiento de los proceso de la JEP, que fue el mecanismo diseñado de Justicia Transicional, para tratar los delitos, cometidos en el marco del conflicto armado, y que se hubieran producido antes del 1 de diciembre de 2016. Pues bien, existe la percepción al interior de las FFAA, de que este mecanismo está sesgado a favor de las FARC, y se cita el caso del hoy prófugo Jesús Santrich, ex miembro de la cúpula de esta organización, quien se burló de todo el mundo. Este caso refuerza y genera un clima muy negativo, especialmente entre los militares, a pesar de que muchos de ellos se han acogido al proceso de la JEP.
Lo único que no necesita el país en estos momentos, donde los factores ya anotados se están dando, y hay un alto peligro con Venezuela, es que sus FFAA se desmoralicen. El trabajo, que se hizo para prepararlas para el post conflicto, está en grave peligro de no servir ahora cuando más se necesita. Pero más serio aún, es que haya al interior de los militares, personas que estén propiciando acciones para volver al pasado.
Como lo afirma mi fuente, es muy alarmante el proceso que se está dando en las FFAA, que hasta la entrada del Gobierno de Duque, tenían una buena imagen, y no habían sido salpicados con grandes escándalos de corrupción, con la excepción muy grave, de los llamados “falsos positivos” que mancharon gravemente la reputación del Ejército.
Lamentablemente, durante este primer año de Duque, los hechos de corrupción han salpicado nuevamente y en materia grave, la imagen de los militares, por las acciones de unas pocas manzanas podridas que se encuentran a su interior. Esta situación fue denunciada recientemente por la revista Semana.
A pesar de este momento tan complejo y que espero sea coyuntural, lo cierto es que las FFAA, les ha tocado la parte más difícil del proceso de paz, porque tuvieron que poner muchos de los muertos del conflicto. Y en muchas oportunidades, fueron y deberían seguir siéndolo, la única representación visible del Estado, en los territorios donde este no tenía presencia institucional.
Y cuando hoy el sistema democrático está siendo asaltado por todas partes, las bandas crimínales y los reincidentes de las FARC, están volviendo a copar extensos territorios que siguen sin la presencia del Estado, es cuando más se necesitan unas FFAA con la moral bien en alto y con la capacidad de operar efectivamente.
Sin embargo, la muerte de unos niños, causado por el bombardeo reciente contra el cabecilla de uno de los grupos disidentes de las FARC, generó un gran escándalo, precipitó la renuncia del ministro de Defensa, deterioró aún más la imagen de los militares y la moral de la tropa.
Por estas razones, la percepción de debilidad institucional, que incluye a los militares, y la percepción creciente de la falta de liderazgo del Presidente Duque, por la sombra que le hace Uribe, es muy grave para el país.
La renuncia de su ministro de Defensa, antes de que se votara la misión de censura, es un golpe adicional a la imagen de Duque. Pero si a esta percepción, se le suman los resultados de las elecciones que acaban de pasar, donde el partido de gobierno fue ampliamente derrotado, lo que está en juego es la gobernabilidad en los tres años que le quedan a Duque. Pero también, está en juego la estabilidad social y económica de Colombia.
Termino este blog, con una reflexión que hice en uno de los blogs anteriores. Lo sucedido en otros países latinoamericanos es muy grave, pero la situación actual en COLOMBIA donde hay un gran descrédito de los partidos y de los políticos , sumada a su historia de violencia que nos precede, hace que seamos mucho más vulnerables de lo que estamos imaginando, a una explosión de ira canalizada por los movimientos sociales. Unas FFAA sin un liderazgo claro y contundente respecto a su papel en estos momentos históricos, es lo peor que nos puede suceder.
Espero, por el bien nuestro, que a Duque no le toque parafrasear a su homólogo chileno hace tres semana cuando decía: “Es verdad que los problemas se acumulaban desde hace muchas décadas y que los distintos Gobiernos no fueron ni fuimos capaces de reconocer esta situación en toda su magnitud. Reconozco y pido perdón por esta falta de visión. Y como hemos visto, ese perdón llegó muy tarde y se está pidiendo su dimisión.
Que mal asesorado mi querido amigo, la división y el daño lo hizo la anterior cúpula, el ministro de defensa y el presidente Santos. Que lamentable que no se haga honor a la verdad.
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