En mi blog anterior me refería el informe “Tenemos que hablar Colombia”, en el cual se resume los principales hallazgos que salieron de 1.453 conversaciones donde participaron 5.519 personas de todo el país. En este blog voy a profundizar en algunos temas que me llamaron mucho la atención y que dan cuenta del sentir de mucha gente que quiere un cambio en Colombia.
El sentimiento dominante es la tristeza y un lugar de encuentro común. No era la rabia como lo expresaban los medios de comunicación tomando a Chile como referente después de las marchas sociales del año anterior. Pero la segunda emoción fue el miedo ante la incertidumbre y desorientación del momento actual. Y la tercera emoción el enojo pero sin acabar con el país.
Es notorio que haya claridad, que los cambios que Colombia necesita, tienen que ver con la corrupción. Esto significa transformaciones profundas en el campo político, educativo y cultural. La implicación no deja de ser sorprendente en el informe: “necesitamos formar mejores ciudadanos con pensamiento crítico, principios morales y cívicos, capacitados para tomar mejores decisiones” que ayuden a construir un mejor futuro colectivo respetuoso de la diferencia.
El papel de la educación para formar “el ejercicio de la ciudadanía”, es uno de los cambios más importantes pedidos por los dialogantes. Esto permitiría el fortalecer la democracia que hoy se ve tan frágil. También es un medio para enfrentar la exclusión e inequidad. Abre el camino a la participación ciudadana, en nuevos escenarios para mejorar su impacto en la democracia, permitiendo un mejor ejercicio de ciudadanía y control político.
Es clara la preocupación: sin estos cambios en la educación aumentará la inequidad y las dificultades económicas serán más difícil enfrentar. Se ahondará más la exclusión de mucha gente que se sentirán marginados y atropellados por el sistema. Las explosiones sociales de mediados del 2021, son un ejemplo que se podrá ver más frecuentemente.
Otro aspecto que muestra el informe, tiene que ver con la asignación de la responsabilidad de los cambios que hacen los dialogantes, y la confiabilidad que tiene que se puedan lograr. Las entidades públicas y los políticos son responsables de mucho de estos cambios pero no son confiables. Sin embrago, la universidad, las ONG, los jóvenes y la sociedad civil también son responsables pero más confiables con un indicador superior al 90%.
Muy importante que se evidencie la necesidad y la disposición de participar colectivamente en los cambios requeridos. Se valora la corresponsabilidad y no la pasividad
Los participantes asocian los cambios en la política para enfrentar la corrupción, que se percibe como el freno para lograr el progreso social.
Es interesante qué, hay una clara consciencia del papel que juegan los cambios en la cultura, asociados a la identificación y práctica de unos valores compartidos como sociedad
El informe muestra que, no hay confianza en las instituciones públicas y sus dirigentes, para lograr los cambios que se necesitan. En el campo de la política, se percibe que se juegan con reglas de juego que son diferentes y están desalineadas con los intereses de la gente común. Pero se valora la Constitución como un “horizonte compartido” y de protección contra la violencia.
Pero que a pesar del individualismo que nos caracteriza a los colombianos, “hay la certeza de que solos, cada uno por su lado”, no lo podemos hacer. Se requieren soluciones colectivas y un sentido de corresponsabilidad del futuro. Para lograrlo, si es interesante que se confía en el poder transformador de las ideas, en la capacidad de una ciudadanía empoderada, en la academia y las organizaciones sociales.
Cuando se habla de cambios, la tristeza y el miedo son las emociones dominantes, mientras que la felicidad se relaciona más con el mantener. Hay sentido de urgencia de transformar la realidad, pero esto genera una tensión entre la esperanza de un mejor futuro pero el escepticismo de lograrlo. Esto se traduce en un pesimismo, especialmente de lograr cambios en el entorno político.
Otro resultado muy llamativo: hay una visión colectiva menos optimista del país y más positiva a nivel personal. También la alegria acompaña las conversaciones sobre las valoraciones tradicionales que suponen un reconocimiento de la importancia de la sociabilidad .
Par resaltar: el conversar con un extraño, genera confianza. Fue notable la apertura y la disposición a dialogar de un número tan grande de participantes. En medio de una gran diversidad, no se evidenció la polarización que es la narrativa en que estamos montados en Colombia. Se encontró qué hay una buena disposición de la gente a conversar, “ a participar activamente, llegar a acuerdos y desarrollar horizontes compartidos”
Muy interesante y novedoso, el aporte de relacionar el papel de las emociones, en la generación de espacios de confianza para conversar entre extraños. Dada que una emoción es una disposición para actuar, la manifestación de alegria y de dejarse sorprender, fue evidente al conversar sobre temas de interés colectivo.
El informe resalta la necesidad de escuchar al otro y de ser escuchado para construir confianza. Los resultados tabulados son contundentes
Lo que más le gustó fue conocer diferentes voces y realidades 73%
Resaltó la posibilidad de contribuir al cambio social con ideas y argumento 61%
Le generó confianza conversar con desconocidos 60%
Dijo que el diálogo le hizo sentir alegría 51%
Pero hay otra conclusión del informe muy interesante. Para que una conversación con personas distintas genere confianza, se necesita reglas claras, tener un propósito definido, evidenciar los acuerdos en la diversidad, para cambiar la forma como se ven como seres humanos. En otras palabras, quitarse las máscaras y las etiquetas que impiden tener un verdadero contacto personal. Si se hace de manera franca y abierta, la sorpresa es que al frente hay otra persona con la qué hay más cosas en común que diferencias.
Otro hallazgo qué hay que resaltar: el papel de la cultura y los cambios a realizar. Se ve su relación con los comportamientos, que reflejan el valor que se le da a la legalidad, para combatir la corrupción, la tolerancia a la diversidad para lograr el trabajo colectivo hacia un fin común, tener una identidad compartida y vivir en paz. Para muchos de los dialogantes, es claro el impacto de la cultura, sobre la economía y la convivencia más productiva en la sociedad.
Al final del proceso de conversación realizada, el informe muestra que los participantes estuvieron de acuerdo en varios mandatos de cambio para pensar el futuro de Colombia.
1- Hacer un nuevo pacto por la educación poniendo en el centro la formación para el ejercicio de la ciudadanía. Esto debe de tener implicaciones para la transformación social, la cultura política, el cuidado del medio ambiente y la cultura ciudadana.
2- Cambiar la política para eliminar la corrupción. Se ve la primera, como un medio para garantizar los derechos y minimizar el impacto de la segunda. Hay que aumentar los espacios de participación y representación política acompañados de ejercicios de formación ciudadana
3- Cambiar la cultura donde se señala la importancia del pluralismo y la diversidad, el reconocimiento de la historia y las tradiciones, para reforzar la identidad nacional. La cultura ciudadana es fundamental, así como retomar la educación cívica, para afectar a una nueva cultura política.
4- Cuidado de la biodiversidad
5- Construcción de confianza en lo público ya que hoy muestra los niveles más bajos registrados y una gran frustración. Aprovechar la confianza que genera la academia, las organizaciones sociales y los jóvenes, para acompañar los diálogos con reglas y propósitos claros, fortaleciendo los modelos de gobierno. Abrir espacios para construir relaciones y mejorar la convivencia, alrededor de agendas comunes y una mayor participación política.
6- Tener un horizonte compartido, protegiendo la Constitución y la paz, para cuidar la libertad y defender la democracia
Con este segundo blog, he pretendido señalar los principales retos y mandatos para Colombia, que surgieron de las conversaciones de más de 5 mil ciudadanos colombianos, representantes de la gran diversidad del país. Hay información. Muy valiosa que debe de ser aprovechada para fortalecer muchas iniciativas muy esperanzadoras que apuntan en la dirección propuesta por los dialogantes.
Unos buenos ejemplo serían Dialogos de Fituro y Motores de Esperanza, sobre los cuales me he referido en blogs anteriores. Ojalá se generen muchas más iniciativas similares que sean apoyadas por muchos actores relevantes de la sociedad colombiana.
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