En mi blog anterior, me referí a los grandes errores y malos manejos de Petro y su grupo de acólitos más cercanos, así como a su comportamiento inaceptable de irrespeto con la gente y las reglas del protocolo, que su investidura como presidente le demanda. Y concluí mi blog afirmando que, esta realidad que es muy peligrosa para Colombia, nos debe movilizar para dejar la pasividad y enfrentar a este individuo antes de que el daño sea irreparable.
El despelote que genera el comportamiento errático de Petro y el inmenso peligro que esto conlleva, tiene un lado positivo que tenemos que reconocer. Las confrontaciones y tensiones que ha generado en estos meses que lleva de gobierno, ha obligado a que mucha gente, que estaba indiferente ante las realidades complejas de nuestro país. hoy se involucren en muchas conversaciones para entender qué pasó, y cada vez más, sobre lo que se debe y se pude hacer.
Por esta razón, me uno a la propuesta que hiciera Martha Ortiz hace tres semanas,, quien fuera la directora del diario del Colombiano de Medellín. En un artículo muy aterrizado y certero en El Tiempo, está periodista y líder paisa, invitó a sus lectores a seguir el camino que dejó el ejemplo inspirador de Nicanor Restrepo, para enfrentar estos momentos tan complejos que vivimos. Restrepo fue un ejemplo del líder que hoy demanda el país.
Dice la señora Ortiz:
“ lo evoco desde la fuerza que me da y la inspiración que me representa para invitar precisamente a tantos líderes contemporáneos que hay en el país y que están ocultos para que asuman su llamado histórico. Seres diversos, vigentes, capaces de interpretar la realidad, forjar la unión y acuerdos fundamentales para crear proyectos innovadores con consciencia nacional que transformen realidades“.
Pero además, la periodista tiene el valor de poner el dedo en la llaga y señalar a los responsables que nos trajeron hasta la situación de hoy:
“ Hace unos años, la sociedad permitió que los desacuerdos del presidente Uribe y el presidente Santos, estuvieran por encima de la cordura, afectando el bien común, el país, las familias y los amigos. En los últimos años esa misma comunidad ha sido flexible, porosa, y a veces cómplice de la estrategia de odios usada por algunas campañas electorales, agudizando aún más las profundas grietas de Colombia. Un camino caótico y suicida. ¿No es suficiente?”
Y con la pluma más afinada nos invita a una reflexión colectiva urgente que nos tenemos que hacer:
“Hoy la nación tiene un reto magistral, pues se enfrenta a un gobernante cuyos comportamientos carecen de dignidad, sindéresis y dimensión.
De dignidad: un estadista no violenta a su pueblo, porque pueblo somos todos, como hace este con frecuencia y repitió en la marcha del miércoles pasado con diversos ataques a colombianos, instituciones y medios en su discurso en la plaza de Bolívar.
De sindéresis; un líder tiene discreción y capacidad natural para juzgar. Un político serio entiende la democracia y no reacciona con obscenidad descarada violentando el sistema de gobierno, el mismo que le permitió pasar de ser guerrillero a presidente, donde se evalúan, debaten, reforman y aprueban o rechazan propuestas.
De dimensión: un gobernante tiene sentido de proporción de los hechos y jamás resultaría, por ejemplo, dando como primera respuesta en Twitter a la crisis Benedetti-Sarabia un trino de una selfi con su hija y el texto “¿Intranquilos? ¡Qué va!”, burlando a su nación y la gravedad del momento.
Reconociendo que Petro “fue elegido por la mayoría de unas minorías” la pregunta que nos debemos hacer es cómo enfrentar su habilidad retórica que va a la par de su incapacidad de gobernar. Se puede escoger entre la queja, la pasividad y la resignación, o la indiferencia dejando que otros le respondan a a Petro.
O como también lo dice la periodista Ortiz, Petro necesita que haya un contrapeso y una contra narrativa a su discurso virulento y polarizante de las últimas semanas.
“ se necesitan líderes visibles organizados con actuaciones serenas pero ágiles, argumentadas, inteligentes y estratégicas, protegiendo tanto lo institucional como creando ideas paralelas que equilibren el miedo, la anarquía y la parálisis –incluso retroceso– del país.
Si para hacerlo, hay que pagar un precio alto, como lo hicieron los líderes antioqueños como Restrepo en las épocas aciagas de a Pablo Escobar en Medellín, quedándose en su tierra, enfrentando el problema y ayudando a orientar a muchas personas cuyo miedo las tenía paralizadas en esa época.
Y Ortiz termina el brillante y valiente artículo citando textualmente a Nicanor Restrepo:
“Aparece el tiempo como elemento que transcurre en forma perturbadora, pero contra ello solamente caben la confianza, fortaleza, persistencia y paciencia”..
En resumen: necesitamos líderes del sector privado que ayuden a movilizar ideas e iniciativas que respondan de frente a los ataques de un personaje soberbio cuyos comportamientos irresponsables, pueden dejar muy maltrecho a nuestro país. Ver también http://ciudadanoglobalfm.blogspot.com/2023/03/reflexiones-sobre-el-liderazgo.html?m=0
.Motores de Esperanza, y Compromiso Valle, son unas de estas propuestas que buscan posicionar al sector privado como parte de la solución y no del problema como lo ha pretendido Petro con su discurso vitriólico y polarizante. Son propuestas que promueven el liderazgo colectivo, diverso e inclusivo que es el que requiere el país para apropiar y sostener los cambios que evidentemente se necesitan.
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