Hay blogs que me duelen tener que escribir y este es uno de ellos. A menos de 50 días de elegir el sucesor y 110 días de entregar el poder, a Juan Manuel Santos se le está cayendo la estantería de la paz. En la imaginación del guionista más truculento de Hollywood, no habría cabido un escenario más peligroso y negativo al finalizar estos ocho años de gobierno. Pero el problema no es solamente que Santos salga mal, sino que los costos de su salida accidentada, los vamos a pagar todos los colombianos.
Al escribir estas líneas, se me vino a la mente la metáfora de las corridas de toros. Al concluir su faena Santos, no logró el remate de la tarde que aspiraba y terminó muy mal. En lugar de cortar las dos orejas y el rabo al toro miura, con el que se quería lucir, su actuación terminó en rechifla de los asistentes, y con un gran escándalo que vinculó a la ganadería que puso al toro, y a quienes manejaron los recursos del espectáculo taurino.
Como diría un amigo español: lo sucedido en estas últimas semanas es simplemente alucinante. El peor escenario comenzó ocurrir. En el momento de escribir este blog, las dinámicas que salieron a la luz pública, están en marcha. Su desarrollo tendrá necesariamente un gran impacto, en el proceso electoral para elegir en mayo al remplazo de Santos en el poder, y también en lo que ocurra en los próximos años en el país.
Desde hace varios meses están prendidas las alarmas por la forma en que la etapa del post conflicto se venía adelantando. El marco jurídico para la paz no se ha concluido. Muchos de los temas relacionados con las reformas acordadas en La Habana están hoy en el aire al terminar Santos su gobierno, lo que facilita que Uribe amenace con hacer trizas el acuerdo de llegar a la Presidencia por interpuesta persona en agosto de este año.
En esta última etapa del proceso, también se ha hecho evidente la falta de preparación del Estado, para atender a los compromisos adquiridos con las FARC en otros frentes. El primer ejemplo patético de esta realidad, lo muestra el desorden y la falta de cumplimiento, en la construcción de los campamentos, que se habían acordado para agrupar a los combatientes de este grupo guerrillero. Esto ha significado que muchos de ellos hayan salido y no se sepa donde están.
El inmenso peligro es que se hayan unido a los disidentes, al ELN o a las bandas crimínales que hoy operan el negocio del narcotráfico en el país. Por esta razón, zonas como Nariño, Putumayo, Arauco y Norte de Santander, muestran un recrudecimiento de actividades delictivas y ataques contra la Policía.
Los hechos más recientes de la incapacidad del Estado, y que afectan de manera grave el proceso de paz, comenzaron a descubrirse cuando se hizo pública una carta de los embajadores de Noruega, Suecia y Dinamarca, que han apoyado a Santos. En esta misiva, le manifestaron al Presidente, su gran preocupación por la falta de transparencia en el manejo de los recursos que ellos han donado, atendiendo la solicitud de ayuda del gobierno colombiano.
Con esta carta, se destapa la olla de una serie de situaciones que demuestran, que la gran preocupación de los embajadores no era gratuita, y que varias de las críticas de la oposición tenían fundamento. Estalla una serie de escándalos que pueden dejar herido de muerte la firma del acuerdo con las FARC, y hundir aún más la imagen de Santos y de su gobierno. Para no hablar del inmenso daño que le hace a Colombia. Veamos
Renunció el secretario de la JEP (Justicia Especial para la Paz), que es el nuevo ente diseñado en el acuerdo de paz, para juzgar a los miembros de las FARC y otros actores comprometidos en el conflicto. Esto sucede cuando este organismo está a penas comenzado a operar.
Hace dos semanas, estalla un gran escándalo en el manejo de los cuantiosos fondos destinados para cumplir con los compromisos adquiridos para la Paz. La falta de transparencia y mal manejos se ha hecho evidente. El escándalo motiva la renuncia de la directora del Fondo para la Paz quien trata de defender su actuación a pesar de la evidencia de los hechos.
A la semana siguiente, la Fiscalía denuncia la solicitud de coimas del 20% en el manejo de los dineros destinados a los proyectos para la paz. Las investigaciones involucran a funcionarios de varias entidades del Estado, y al sobrino de Iván Marquez, segundo de las FARC, y otro de los negociadores del acuerdo con ese grupo guerrillero en la Habana. Hoy, este señor se encuentra colaborando con los gringos.
Para agravar aún más el panorama, en la misma semana, gracias a un trabajo de casi un año de seguimiento de la DEA, capturan a Jesús Santrich por estar negociando un cargamento de 10 ton de cocaína con el Cartel de Sinaloa en Mexico, para ser exportado a los Estados Unidos. Este señor, había sido uno de los negociadores más difíciles en La Habana y había obtenido una curul en la Cámara de Representantes como parte del acuerdo con las FARC.
Si el tema de la cocaína es bien grave, leyendo las noticias me entero que otro negocio que se había montado, era el venderle a los narcos cupos para entrar en el proceso de paz. Al igual que en la época de los paramilitares, que vendían franquicias para ejercer a nombre de su movimiento en los territorios, las FARC abrieron el compás para favorecer a sus socios del negocio de la droga, que como vemos, sigue viento en popa.
Ante las cientos de horas de grabaciones obtenidas por la DEA, que les tendió una trampa a los involucrados en el negocio de la droga, queda un gran interrogante sobre la mesa. ¿El señor Santrich actuó en beneficio personal? O es algo mucho más grave ante los problemas que ha tenido la implementación del acuerdo de paz . ¿Su actuación es parte del Plan B de las FARC y otro ejemplo de lo que este grupo ha hecho por décadas, a pesar de haberse desarmado el año pasado?.
Hace una semana le estalla otra carga de profundidad al proceso de paz. Alias Guacho, un disidente de las FARC, que opera en la frontera de Colombia con Ecuador, asesinó a tres periodistas del diario El Comercio de ese país, después de haberlos secuestrado. Este hecho, que horrorizó a los ecuatorianos, porque no están acostumbrados a estos actos de barbarie, puso sobre la mesa el tremendo descuido de Santos, y la incapacidad del Estado, para copar los antiguos territorios de las FARC.
La película de la caída de la estantería de la paz de Santos está avanzando y las sorpresas nos abruman todos los días. No pienso que la situación vaya a cambiar en los próximos meses. Y si no se cambia la tendencia tan preocupante que hoy tenemos, el peor escenario estaría por venir.
Como se puede observar, y volviendo a la metáfora taurina, la faena que le significó a Santos un Nobel de Paz, no pinta nada bien al final de su mandato. Su falta de liderazgo y previsión, se le suma a la gran incapacidad institucional del estado colombiano, para estar a la altura del momento histórico que tuvo en sus manos.
Firmar el acuerdo con las FARC en La Habana, después de 20 años de tres gobiernos, y un proceso tremendamente complejo, era la parte fácil. No se preparó al Estado, ni a la sociedad colombiana, para las consecuencias de lo firmado, ni para la división que se produjo como resultado de lo pactado. El resultado: un altísimo riesgo de que estemos repitiendo la historia de violencia de la que no nos hemos podido desprender por tantos años.
Este es el escenario que va a heredar el próximo presidente de Colombia. Y como veremos en un próximo blog, los retos que va a tener que enfrentar esta persona, van a poner a prueba una serie de capacidades y competencias, que son críticas para que logre algún resultado. Con un agravante: no contará con ocho años para hacerlo, porque ya no hay reelección en Colombia.
No suelo ser pesimista, pero el escenario que nos deja Santos, no da pie para tener mucho optimismo.
Me parece que el acuerdo de paz "se hizo trizas" sin qye medie la intervencion de nadie...Uribe bien lo advirtió en su momento cuando dijo que ese acuerdo no era viable precisamente por lo que ha venido ocurriendo y que es motivo del blog...
ResponderEliminarEsa estantería quedó mal instalada desde el principio....
ResponderEliminarY Uribe no la ha tocado!!!
Se cayó sola por la incompetencia del instalador...
La estantería de la paz se ha ido cayendo por un concurso plural de factores. La cosa no es simple, ni se puede despachar endilgando responsabilidades sólo al presidente Santos y su gobierno, y/o a la cúpula de las farc, y ninguna a las dirigencias de derecha y extrema-derecha de este país. De un lado, tenemos un Estado que, a pesar de los avances, sigue siendo ineficaz, incompetente y lento en muchos campos: la incapacidad de sacar adelante y oportunamente la infraestructura de los campamentos y los proyectos productivos para facilitar la reincorporación de la "guerrillerada", así como la incapacidad de copar institucionalmente y militarmente el terreno dejado por las farc, son ejemplos dicientes. Tenemos también unas élites políticas que en su mayoría continúan aferrándose al estatu quo y se ranchan en sus posiciones sin espíritu de concertación: hundieron en el Congreso la reforma política y la reforma rural integral, entre otros aspectos claves de los acuerdos de paz. ¿Y qué decir de una campaña electoral montada sobre una estrategia "a la Goebbels", propalando miedo, rumores y falsas noticias contra los acuerdos paz? De otro lado, las farc están recogiendo lo que sembraron: el rechazo de la inmensa mayoría de los colombianos por todo el daño y dolor que aquellas produjeron durante décadas. Peor aun, al mantener el nombre farc para el nuevo partido político. Y sobre todo, su vinculación al narco-tráfico, el peor cáncer que hayamos podido contraer como sociedad, ha reforzado con creces una opinión pública adversa a los acuerdos de paz. Ojalá podamos encontrar un consenso de paz alrededor de un centro político.
ResponderEliminarAyudemos! quitemos los libros para que el desastre no sea mayor y dediquémonos a fortalecer la estructura para poner nuevamente un orden que perdure!Estamos a tiempo.... quién lidera el proceso? Por quién votamos? Quién lo puede hacer?
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